eran blancos. Levanté la mano y dije, con el debido respeto, creo que los egipcios eran negros. Se me exigió fundamentar mi afirmación y expliqué que me lo había dicho mi madre. «¿Y quién es tu madre?», me replicó entre las carcajadas de una parte de la clase. «Dra. Basilisa», contesté. Su cara fue de desprecio y su respuesta fue expulsarme de clase. Antes de salir del aula, ella argumentó que no se trata de racismo sino de ciencia. Eso es típico en la cultura patriarcal, eurocéntrica que consiste en perdonar, legitimar, erotizar y embellecer la violencia racista contra cualquier argumentación afro y más si esta procede de las mujeres negras como referencias epistémicas. Los fachas de fondo de la clase reían y los progres querían quitarle hierro al asunto: «Venga ya sino es para tanto, qué más da que sean blancos o negros, déjalo ya». Sin embargo, Pilar me hizo un favor, este hecho creó en mí mucha confianza en las ideas afrocentradas, a partir de lo que mi madre me había dicho sobre Cheick Anta Diop. Como tanto profesorado, Pilar estaba muy enojada y nerviosa quizás porque nunca había leído al senegalés y ningún libro escrito por un negro, mi mamá sí, pero ella se sintió cuestionada al ser una negra de mierda a ojos de una licenciada en historia y me expulsó de clase solo por miedo. Detrás del fracaso escolar de muchos niños migrantes están estas actitudes eurocéntricas de miedo y supremacía. Antes de salir de la clase lancé un discurso que no pude terminar por razones obvias. Supongo que quería decir que creo que las mujeres negras son y han sido fuente de conocimiento y de una epistemología feminista, que no se articula en modo fábula sino en la memoria histórica afro. Es importante ver la representación de las mujeres negras en la cultura y el pensamiento o su representación en la construcción del conocimiento, la moral pública y el impacto del pensamiento de mujeres negras como mi madre tuvieron al momento de elaborar esa dimensión teórica y doctrinal, así como sus evidencias en la ampliación de categorías de análisis.
La primera vez que vino a España, Bobby Brown, ex de Whitney Houston y New Edition, fue un boom para los jóvenes negros de mi época. Compré mi entrada, fui y me corté el pelo hacia un lado como Bobby Brown, que era la estrella que imitar. Llegué flipadísimo a casa y superorgulloso y le dije a mi madre: «¿Has visto este peinado? ¡Es de Bobby Brown! ¡Es lo más!». Me miró de arriba abajo y lanzó una carcajada: «Siéntate, hijo. Ese peinado viene de Ghana, África, y es el que tenía Ogsayefo Kwame Nkrumah». Mi madre me explicó que ogsayefo significa en lengua ashanti «el redentor». Me enojé; pero «¿” redentor” de qué?», dije; sonaba a cristianismo o cosas así. Nunca había oído ese nombre en mi vida. «No puedes ir por ahí con una estética de alguien tan importante como el Ogsayefo y encima no saber quién es esa persona». Se me impuso como condición que, para ir al concierto, debía leerme una de sus obras: África debe unirse o su autobiografía. Aún no conocía la discográfica de la Polla Records. Quedaban catorce días y ese era el concierto del siglo en el antiguo Palacio de los Deportes del Real Madrid. Solo si leía esas obras podría ir al concierto, que era «lo más». Estaba indignado porque consideraba esta condición un chantaje inaceptable, pero yo tenía todas las de perder, así que me rendí y no confronté. Al final acabé leyendo Neocolonialismo: última etapa del imperialismo, además de África debe unirse, y leí la mitad de Lucha de clases en África para lo que mi madre me suscribió al periódico de Baba Herman Fergusson llamado Burning spear que teníamos que leer con un diccionario de ingles pues en esa época mis conocimientos de la lengua de Achebe eran tan terribles como el catalán de Vallecas.48 Fue así, como gracias a Basilisa Mangué y el rhymth & blues de Bobby Brown, conocí la obra del ogsayefo Kwame Nkrumah.49
Esto quiere decir que la estética es justa y necesaria, pero no es suficiente (biología-política). Se necesita una ruptura conceptual y política radical (cimarronaje). Mi madre y otras mujeres negras como Raquel Ilombe supusieron una enorme inspiración ideológica política, doctrinal y espiritual en mi conducta y otros hermanos de mi generación. Si ella no me hubiera hablado de Marcelino Bondjale, mientras comíamos del asalto a la embajada sudafricana en Madrid, como respuesta al asesinato del poeta sudafricano, Benjamin Moloise por parte del régimen criminal de Pieter Botha, mi vida se hubiera diluido:50 creo que, sin su presencia y natural adoctrinamiento, lo más seguro es que yo sería hoy un yonky, un tío Tom más de los tantos que pululan por allí o estaría al servicio de la dictadura criminal de Obiang. Un aspecto importante fue la inspiración que nos transmitió a mí y a mis hermanos por la obra inmortal de Winnie Madikizela Mandela. Durante más veinticinco años de encarcelamiento de Nelson Mandela, y desde su responsabilidad como presidenta de la liga de jóvenes y mujeres del CNA, Winnie fue el referente indiscutible en la resistencia popular contra la tiranía criminal del sistema y gobierno del apartheid. Madikizela Mandela no solo fue icono de coherencia contra el boerismo, también en la defensa de la república negra y las clases populares de Azania. Nos enseñó a amar a Winnie Madikizela Mandela y a identificarnos con su magnífica trayectoria, legitimidad, visión y su enorme autoridad moral que alumbró libertades. Su coherencia le llevó a un enfrentamiento con el sistema racista, el tío Tom, sufrió cárcel, persecución y violencia física.
En combate feroz contra el terrorismo policial y su tío Tom, Winnie Madikizela es una histórica luchadora por la libertad insurgente que después de muchos años, casi dos décadas desde su fallecimiento, aún me intriga. Y, que hoy sigue pasando —parece mentira con tanto internet— y fue el componente importante de la liberación psicológica que insistía mi madre, y este se centraba en adoptar la conciencia negra insistiendo en que la propia gente africana lideraba los movimientos de liberación negra. Eso lo aplicamos con éxito de 2000 a 2010, pues creamos en España más de cien organizaciones de base lideradas por negras, más que en cuarenta años de democracia. Esto nos supuso el rechazo del ferviente no-racialismo (eurocentrismo) de la izquierda, las onegés convencionales, las feministas y por tanto de las instituciones en manos de Pedro Zerolo, que querían seguir siendo los interlocutores y por tanto los beneficiarios de las ayudas mientras las onegés negras eran empobrecidas y se destruían o las mantenían en estado de subalternidad pidiendo a la izquierda blanca (y no al gobierno) entendimiento y apoyo, pero sin ostentar ningún poder. Esa es otra de las ramas centrales: sin organización negra no hay proceso ni historicidad. Por eso en 2013 cuando los jipis y el tío Tom destruyeron el movimiento cimarrón, intentando reorganizarlo en la celebración del IV Congreso Político en Barcelona. Entonces apelé a una idea central que le había oído a mi madre: cuando Nelson Mandela comenzó a alejarse de las compromisos y consignas cimarronas, por lo que afloró la corrupción, fue necesario construir y levantar la Federación Panafricanista, así como las banderas históricas de estas mujeres, haciendo un llamamiento a que construyamos un movimiento negro fuerte, como espacio político e identitario de la conciencia negra para la reparación. A esta llamada acudieron enormes referentes como Martha Trujillo, Leila Rodríguez, Jenny Fernández Leona, Edilson Dimas, Borja Rosas, Fatou Secka, Dowori Desir y la Dra. Elisa Joy White.
46 Senghor, L. S. Fundamentos de la africanidad.
47 Diop, C. A. (2010): África negra y cultura. Barcelona: Bellaterra.
48 Nation Time fue un periódico que se editaba en Qeems NY entre 1993-2001, periódico nacionalista negro dirigida por Mama Iyaluua Ferguson
49 Nkrumah, Kwame (1966): Última etapa del imperialismo. México: Siglo XXI Editores.
50 Ilombe del Pozo (2014): Ceiba II, Poesía Inédita. Edición de Benita San Pedro y Baltazar Fra, Verbum, Madrid.
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Vicenta Avoro: otra gran inspiración
La mayoría de las activistas negras o afrofeministas de hoy buscan inspiración en actrices como Lupita Nyong'o, cantantes como las Spice Girls o escritoras u otras actrices de cine. En mi caso, nunca he tenido esa necesidad, pues crecí entre mujeres afrofeministas y revolucionarias negras que son mi referente y ejemplo de inspiración.
Mi tía Vicenta Avoro es otra de las mujeres negras, afroespañolas,