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Caídos del Mapa 13. Generación Z. Parecidos, nunca iguales
Prólogo a la saga Caídos del Mapa
¿Está mal ratearse de la clase de Geografía? ¿Está mal buchonear a los compañeros? ¿Está mal insultar? ¿Y decir malas palabras? ¿Está mal besar? ¿Está mal decirle a alguien cosas que lo pueden herir? ¿Está mal ser leal a los amigos? ¿Y burlarse de la maestra a sus espaldas? ¿Está mal mentir? ¿Y pelearse? ¿Y perdonarse? ¿Y engañar? ¿Y enamorarse?
Muchas de estas cosas van a hacer Graciela, Federico, Paula y Fabián desde aquel día de séptimo grado en que se escondieron en el sótano de la escuela y Miriam los descubrió. Durante su adolescencia les van a pasar cosas de las que no se van a olvidar nunca más. Algunas están bien, otras están mal. De algunas se van a arrepentir y otras serán tan buenas que se van a acordar de ellas con nostalgia durante toda su vida. Como nos pasa a todos, porque los personajes se nos parecen bastante.
Cada una de las historias que viven estos cinco amigos (y no tan amigos), nos llevan a reflexionar, a opinar, a tomar partido o a discutir con libertad sobre las relaciones interpersonales, el vínculo con los pares y con los adultos, los sueños, las pérdidas, los miedos, los amores, los odios y muchas cosas más. Su mundo no es un mundo ideal. Ellos no son héroes ni villanos, son chicos que están aprendiendo a crecer, a veces a los golpes y otras veces con caricias.
Las historias de los libros no están escritas para señalarnos el camino correcto, se escriben para acompañarnos a descubrirlo.
Va mi deseo para que esta colección, además de entretenerlos, hacerlos reír y a veces llorar, sea también una buena compañía en el difícil pero fascinante camino de crecer.
MARÍA INÉS FALCONI
Sí, los años pasaron. Todos crecieron o, mejor dicho, se hicieron definitivamente grandes, adultos, como pasa siempre.
Paula y Fabián, era de esperarse, se casaron y tuvieron dos hijos. Mellizos. Eso sí que no lo esperaba nadie. Agustina y Felipe ya tienen 12. Graciela y Federico, después de tantas peleas y reconciliaciones, encuentros y desencuentros, odios y amores, también se casaron y tuvieron dos hijos, pero estos no son mellizos. Julieta tiene 12 y Francisco, que es el más chico de todos, tiene 9.
Miriam no se casó, no tiene hijos aún, pero tiene una pareja.
Los cuatro, mejor dicho los cinco, siguen siendo amigos y sus hijos, como no podía ser de otra manera, también. Casi una familia.
Y esta es su historia, o una de sus historias. Los chicos grandes, los chicos chicos y el mundo que va cambiando.
—¡¿Que quiere ir adónde?! –preguntó Federico, mientras sostenía el teléfono entre la oreja y el hombro y trataba de mejorar