Arturo Villavicencio

Neoliberalizando la naturaleza


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Sullivan, Neves, Igoe y Brockington, 2012; Castree, 2010; Norgaard, 2010).

      Tradicionalmente, los análisis y críticas del proyecto neoliberal han centrado la atención en las reformas de programas gubernamentales de orden social, en políticas de apertura al comercio, la privatización de servicios públicos, la flexibilidad laboral y políticas monetarias y de control de la inflación. Escasa atención se había prestado al mundo biofísico, en particular, al nexo entre neoliberalismo, por un lado, los cambios ambientales, la gobernabilidad ambiental y las políticas ambientales, por otro. Sin embargo, desde hace ya más de una década esta situación ha cambiado. Bajo la inspiración de los clásicos trabajos de Marx, Polanyi y Gramsci y las más recientes reflexiones de pensadores neomarxistas (J. O’Connor, D. Harvey, T. Benton, N. Castree, J. Peck, N. Smith, B. Foster, entre otros) se ha producido una verdadera explosión de estudios, análisis y reflexión sobre el fenómeno de neoliberalización de la naturaleza, las políticas de conservación y sus implicaciones de orden social, económico y ecológico.

      A lo largo de los últimos 30 años, en diferentes partes del mundo se ha constatado que una variedad de fenómenos biofísicos ha sido sometida al pensamiento y prácticas neoliberales. Algunos ejem­plos: el sistema de cuotas de pesca establecido en el Pacífico Norte como una forma de mercantilización y confinamiento de los recursos pesqueros, las concesiones mineras a inversionistas extranjeros en innumerables países en desarrollo, la privatización y mercantilización del abastecimiento de agua, la privatización de bosques y venta de sus servicios ecológicos, los intentos de mercantilización del material genético de plantas, animales e insectos, la incorporación de pueblos y áreas al negocio ecoturístico y, por supuesto, los mercados creados alrededor de los mecanismos de mitigación compensatoria en los que la mercancía CO2 es el ejemplo más evidente. Se trata de una variedad de procesos distribuidos en el espacio y el tiempo y no simplemente de un fenómeno estático y homogéneo llamado a operar de manera uniforme. Por consiguiente, no se puede perder de vista que el neoliberalismo comprende una variedad de diferentes, pero interconectadas, neoliberalizaciones (Peck y Tickell, 2002) organizadas en una variedad de escalas que deben ser entendidas como procesos abiertos, en constante evolución, y no como un estado final (Castree, 2008; Larner, 2003).

      El presente trabajo, analiza la neoliberalización de la naturaleza desde perspectivas diferentes que convergen en la exploración de las siguientes preguntas:

      i) ¿Cuáles son las principales razones por las que fenómenos no-humanos, cualitativamente diferentes, están siendo sometidos a procesos de privatización, mercantilización y comercialización en diferentes partes del mundo?

      ii) ¿Cuáles son los procesos y mecanismos a través de los que la naturaleza es neoliberalizada? En otros términos, ¿cómo opera la neoliberalización en la práctica?

      iii) ¿Cuáles son los efectos de la neoliberalización sobre pueblos y comunidades afectadas y sobre la naturaleza misma?

      Los argumentos y el material aquí presentados se sustentan en ideas y conceptos provenientes de diversos campos disciplinarios. Los diferentes capítulos pretenden integrar un conjunto de ideas dispersas y fragmentadas en una red de conceptos y criterios, ninguno más importante que el otro, pero todos mutuamente consistentes, usando el lenguaje apropiado para describir y analizar diferentes aspectos de las complejas interacciones entre ambiente y sociedad. En un contexto transdisciplinario, el presente trabajo parte del hecho de que los límites disciplinarios son constructos académicos irrelevantes fuera de la universidad y que, por consiguiente, es el pro­blema estudiado el que determina el conjunto de conceptos y herramientas de análisis en lugar de lo contrario (Daly y Farley, 2004; García, 2006).

      En este contexto, este estudio intenta analizar el proceso de neoliberalización de la naturaleza en varios niveles que se superponen y entrecruzan a lo largo de la exposición. En un primer nivel de abstracción se identifican procedimientos y mecanismos comunes que, de alguna manera, operan en situaciones diferentes. La creación de regímenes de propiedad en la provisión de bienes y servicios ambientales, la mercantilización de la naturaleza a través de la creación de mercancías ficticias y su comercialización en mercados artificialmente construidos, la regulación y desregulación del Estado para favorecer el funcionamiento de dichos mercados, son los rasgos distintivos del proyecto neoliberal de conservación de la naturaleza. A un nivel inferior de abstracción se enfocan modalidades específicas a través de las cuales la naturaleza es neoliberalizada y que son comunes a subconjuntos particulares de casos. Estos subconjuntos pueden ser agrupados, por ejemplo, en sectores económicos o diferentes clases de ambientes/recursos involucrados. Las diferentes categorías de servicios ambientales, incluidos el ecoturismo y la bioprospección, los mercados del carbono, la mitigación compensatoria y la financiarización de servicios ecosistémicos, son algunos de los mecanismos y herramientas para la apertura de nuevos espacios de inversión, comercio y especulación que se requiere para operacionalizar las oportunidades de acumulación que ofrecen la crisis ambiental y el discurso de conservación de la naturaleza. Finalmente, a un nivel empírico, simplemente se puede entender la neoliberalización de la naturaleza, sobre la base de caso por caso, en su especificidad y complejidad. Un examen preliminar de algunos esquemas de pago por servicios ambientales en el Ecuador y la aparición de nuevas formas de gobernanza ambiental, la experiencia de la Iniciativa Yasuní, la valoración de la Amazonía por los servicios ambientales que provee, la visión de la naturaleza como una reserva de recursos comercializables, son algunos ejemplos concretos de realización del proyecto neoliberal. El análisis de ninguna manera pretende ser exhaustivo; al contrario, señala insuficiencias y abre interrogantes para trabajos futuros de análisis e investigación.

      Tres tesis subyacen el tratamiento y discusión de todos estos temas. En primer lugar, que todo el proceso de mercantilización de la naturaleza debe ser entendido en un contexto más amplio que lo engloba, como es la crisis de acumulación que afecta al sistema capitalista. Como señalan muchos autores (Foster y McChesney, 2009; Castree, 2010; Harvey, 2016; Streeck, 2016; Wallerstein, Collins, Mann, Derluguian y Calhoun, 2013; O’Connor, 2001), los capitalistas, al persistir en su esfuerzo por aumentar su capital (la fuerza productiva de la sociedad) más rápido que lo garantizado por el poder de consumo de la sociedad, llevan al sistema económico a confrontar una insuficiencia de demanda efectiva y de este modo, las barreras al consumo conducen eventualmente a barreras en la inversión. Esta tendencia a la sobre acumulación, dominante en el capitalismo monopolístico, disminuye sus tasas de rentabilidad y da lugar al espectro de una recesión de largo plazo. En estas circunstancias, la financiarización es el recurso disponible para contrarrestar el estancamiento de la economía. Ante la imposibilidad de encontrar una salida en la economía real para el creciente excedente, el capital (vía corporaciones o inversionistas individuales) vierte el exceso en la especulación financiera. Sin embargo, las burbujas financieras que se forman no han sido suficientes para contrarrestar la crisis; de ahí la necesidad de buscar nuevos espacios de acumulación, siendo la naturaleza, probablemente el último de ellos (Foster y McChesney, 2009: 6-13).

      Lo que es diferente en la actualidad es que ahora nos encontramos en un punto de inflexión en el crecimiento exponencial de la actividad capitalista (Wallerstein, Collins, Mann, Derluguian y Calhoun, 2013; Streeck, 2016). Esto tiene un impacto exponencial sobre los niveles de estrés ambiental en la ecología del capital que impone una intensa presión en mercantilizar, privatizar e incorporar, cada vez más, aspectos del mundo biofísico en los circuitos del capital. Hay constataciones inequívocas de una creciente expansión cancerosa y degradación de la calidad del ecosistema del capital (Castree, 2011). Entonces se puede entender dos cosas: primero, la importancia para el capital de adoptar un discurso ambientalista como el fundamento legítimo para los grandes negocios ambientales del futuro. Así, él puede dominar los discursos ecológicos, definir la naturaleza en sus propios términos y buscar el manejo de la contradicción capital-naturaleza en su amplio interés de clase. Segundo, mientras mayor es el dominio del capital en las diferentes formaciones sociales que constituyen el mundo del capitalismo, mayores son las reglas de las relaciones metabólicas con la naturaleza que dominan el discurso público y las políticas (Foster, 2000).

      La segunda tesis, sostiene que las acciones que involucran el ambiente y, en general, las políticas ambientales, tienen costos y beneficios que afectan