cuando entre en la habitación donde se vista la novia. Inicialmente puede hablar con ella y su familia, empezar midiendo la luz y realizando alguna fotografía a detalles para que se vayan acostumbrando a su presencia, para sólo, tras un cierto tiempo, comenzar a fotografiar todo lo que le interese de lo que va ocurriendo.
Por supuesto, este método de trabajo requiere de buenas dosis de paciencia por parte del fotógrafo, combinadas con mucha intuición sobre lo que va a ocurrir. Considerando que no pedirá una sonrisa a la novia, tendrá que prever cuando puede suceder un gesto simpático de atrapar con su cámara, por ejemplo, si se gira hacia el padre que acaba de entrar en la habitación. Un buen fotoperiodista debe tener su mente y su visión concentrada en lo que está ocurriendo; pero no sólo alerta a lo que está frente a su cámara sino también detrás o a los lados de la escena principal, pues muchas veces es allí donde se desarrollará el instante más mágico. Esta intuición es el resultado de un conocimiento preciso de la secuencia de eventos de una ceremonia, ya sea una boda civil o religiosa, combinado con una larga experiencia fotografiando en situaciones muy diferentes.
Y, por último, debe ser capaz de disparar su cámara rápidamente para no perder ese instante mágico. De nada le servirá su intuición si en ese momento se detiene a ajustar la exposición en su cámara o su sistema de enfoque no es lo suficientemente rápido. Acostúmbrese a cambiar de posición y encuadre, a la vez que sigue disparando continuamente sin separar el ojo de su visor y, por supuesto, sin consultar la pantalla de su cámara. Previamente asegúrese de que los parámetros de su cámara estén correctamente ajustados y después concéntrese por completo en lo que va sucediendo.
En esta fotografía Víctor Martí y Antonio Trigo, de El Marco Rojo, iban buscando el encuadre adecuado cuando se dieron cuenta de ese niño curioso que no perdía detalle y, rápidamente, decidieron incluirlo en el encuadre. Como puede apreciar, muchas veces la mejor fotografía se encuentra si observa siempre con una mirada amplia lo que ocurre alrededor, en vez de focalizarse únicamente en el sujeto principal de su imagen.
Nikon D750, Nikkor 35 mm f/1,4, ISO 250, f/4,5, 1/2000 segundos.
Uso de modos automáticos y semiautomáticos para estilo fotoperiodístico
Hay fotógrafos muy reconocidos en este estilo, como Joe Buissink, que prefieren usar su cámara en modos automáticos o semiautomáticos, al objeto de estar siempre preparados para una situación emocionante que, de repente, suceda fuera de la escena principal. Su truco es el siguiente: mientras fotografía la escena principal, usa la memoria de medición de la cámara que le permite bloquear la exposición en un modo automático o semiautomático, siempre que mantenga el botón de bloqueo pulsado una vez que ha medido en el lugar correcto. Después si algo ocurre fuera de la escena principal —por ejemplo, una amiga que entra con el ramo en la habitación— puede girar la cámara rápidamente hacia ella y al soltar el dedo del botón de bloqueo, su cámara ajustará la exposición a la nueva situación permitiéndole disparar muy rápidamente.
Le aconsejo que consulte el magnífico vídeo de Buissink (https://youtu.be/00K7pBWOInk) donde explica esta técnica y muchas otras que le permiten conseguir la clave de sus reportajes de boda: registrar instantes únicos cargados de emociones.
El fotógrafo de estilo fotoperiodístico busca narrar una historia completa de la boda, por lo que empezará con el proceso de vestirse de los novios, continuará en la ceremonia y seguirá disparando en la fiesta y el baile. Al cobrar una cantidad fija por todo el reportaje puede dedicar su atención a pequeños detalles y gestos entre los participantes que aportan fotografías importantes para la narración, pero que en una boda tradicional no estarían entre las fotografías escogidas para incluir en el álbum o para pedir copias por los familiares.
Todo puede ser importante para la narración. Documente exhaustivamente los detalles, como los zapatos, la tiara o los anillos, que contribuyen con sus primeros planos a dar variedad al relato. Siga a los participantes continuamente, capte la interacción entre ellos, incluso si son pequeños gestos o movimientos. Un niño acercándole el ramo a una novia, una mano posándose sobre otra o el beso de una amiga a la novia en la siguiente fotografía transmiten sentimientos al espectador, haciéndole que se sumerja más en la historia que desee narrarle. El fotógrafo de este estilo no sugiere ni dirige las poses, sino que recurre a provocar sentimientos en la pareja —por ejemplo, sugiriéndoles que comenten el momento en que se conocieron o qué sintieron cuando hablaron por primera vez de casarse— para que ellos se olviden de la cámara, se miren o se rían… ¡y entonces disparar su cámara! mientras están distraídos y ensimismados en su diálogo.
En el día de la boda se suceden muchos momentos fugaces de una gran intensidad emocional, por lo que el fotógrafo de estilo fotoperiodístico debe estar muy concentrado en todo lo que ocurre para poder atraparlos. Esta imagen, tomada mientras se maquillaba a la novia, logra captar muchas de las emociones de sus personajes, entre ellas alegría, ternura, amistad, ilusión y esperanza. A los fotógrafos de El Marco Rojo les gusta mucho asistir al proceso de vestirse de los novios, pues el entorno más íntimo de una habitación propicia que la familia y amigos expresen más fácilmente sus emociones.
Nikon D-750, 35 mm, ISO 800, f/3,5, 1/80 segundos.
Un retrato de grupo no tiene porqué ser aburrido. Para evitarlo no hay nada mejor que buscar una acción sencilla y pedir a los participantes que la realicen simultáneamente, ya sea dar un paso al frente o saltar desde una silla. Mida la exposición y ajuste su cámara para disparar en modo ráfaga a la máxima velocidad que le permita su cámara. Después elija la mejor toma en la edición y cree una historia divertida en vez de un retrato de grupo convencional. El Marco Rojo.
Nikon D4, 85 mm f/1,4, ISO 320, f/5,6, 1/250 segundos.
No se preocupe por el número de fotografías que tome, sino por buscar la esencia de este estilo: transmitir emociones. Al realizar una boda con este estilo es normal que vuelva a su estudio con tres o cuatro mil fotografías. No se agobie por esas cantidades, ya le indicaré en capítulos posteriores cómo seleccionarlas rápidamente y construir una historia.
Aunque algunos fotógrafos de este estilo se niegan a realizar imágenes de grupos, suelen hacer algunas concesiones, sobre todo por la insistencia de los propios participantes en tener las fotografías que tradicionalmente han visto en todos los álbumes de bodas. Aquí el fotoperiodista puede aportar su toque personal de frescura y humor para distanciarse de la fotografía de grupo habitual. En vez de pedirles que se coloquen ordenadamente mirando a la cámara y sonriendo, indíqueles que realicen alguna acción: desde situarse en círculo alrededor de la novia a que den un paso de baile. Víctor Martí insiste en “la importancia de realizar estos grupos durante el cóctel porque dejarlo para más adelante supone un riesgo importante, ya que no es tan fácil reunir a las personas y, en general, están ya más en otra dinámica. Sugiérales a los novios que limiten el número de grupos para que no se convierta en una sesión interminable y puedan disfrutar del cóctel y de la celebración de la boda”.
Suele ocurrir que algunos de los invitados desean también tomar fotografías de los grupos. Además de que no podrá hacer mucho por impedírselo, considere que usted facturará por el reportaje y no por las copias vendidas, por lo que realmente no le supondrá ningún perjuicio a su facturación. Quizás hasta beneficiarse de dicha situación porque animen a la acción a los que están en el grupo y contribuyan a un ambiente más distendido. Ahora bien, insístales en que siempre se mantengan a una cierta distancia para no interferir en su trabajo y disparen simultáneamente sus tomas para que todo el proceso no se retrase.
Estilo retrato