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E-Pack Se anuncia un romance abril 2021


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en otros cuatro nuevos proyectos.

      Pero al menos habían conseguido salir juntos para disfrutar de la noche del sábado, y Jason quería aprovechar hasta el último minuto para enseñarle las mejores vistas de San Francisco. Y qué menor manera de hacerlo que desde un…

      –¿Tienes un barco? –exclamó ella, deteniéndose en el muelle bajo las aves acuáticas que planeaban sobre sus cabezas. En invierno las marismas estaban llenas de aves migratorias.

      –¿No te lo había dicho?

      –No creo, porque estoy segura de que me acordaría de algo así –señaló el velero Beneteau de quince metros de eslora.

      –Se lo compré a un buen precio a un tipo que tenía problemas económicos. Se lo fabricaron por encargo, y apenas dos meses después de haberlo recibido tuvo que venderlo para hacer frente a sus deudas.

      –Entonces, ¿es nuevo?

      –Prácticamente. No tiene ni seis meses –se subió la cremallera de la cazadora y confió en que Lauren no se mareara en el agua–. ¿Te gustaría salir a navegar?

      –Claro, ¿por qué no? –dijo ella, visiblemente sorprendida por el cambio de planes.

      ¿Le molestaría que fuera impulsivo? No parecía probable, viendo cómo hacían el amor en cualquier momento y lugar. De camino al restaurante tuvieron que desviarse por una carretera secundaria para evitar un accidente, y ella lo había provocado de tal manera que tal vez fuera el sexo en el coche, y no el trabajo, el motivo por el que se habían retrasado.

      La ayudó a subir a bordo y le dio las gracias al empleado del club que había izado las velas, de modo que pudieron zarpar inmediatamente. Ella parecía sentirse muy cómoda en el barco, sentada en la proa de cara al viento. En cuanto a él, un paseo en barco era lo que más podía relajarlo después de un largo día de trabajo.

      A Lauren también parecía gustarle el silencio, algo que Jason agradeció. La mayoría de las personas a las que conocía sentían la irrefrenable necesidad de romper un agradable silencio con toda clase de comentarios.

      Salieron a la bahía, donde la luna y las luces de la orilla ofrecían una vista privilegiada del barrio de Fisherman’s Wharf y de la isla de Alcatraz.

      Al cabo de una hora de navegación, Jason echó el ancla y se unió a Lauren en la proa. Las luces de posición del velero se reflejaban en las olas, y en la costa destellaba la animada vida nocturna de San Francisco.

      Jason le echó una manta sobre los hombros y se sentó junto a ella.

      –¿Tienes frío?

      Ella negó con la cabeza.

      –Llevo mucha ropa, como me ordenaste antes de salir de casa. Pero de todos modos agradezco la manta. Aquí hace más frío que en la orilla.

      Él la apretó contra su costado. Le encantaba sentir su cuerpo acurrucado contra el suyo a través de la manta.

      –¿Has trabajado mucho esta tarde?

      –No mucho, pero al menos he solucionado los problemas con los acreedores –le puso la mano en la rodilla–. Gracias de nuevo. Mi empresa significa mucho para mí.

      –No tienes por qué dármelas. Me vas a devolver el préstamo, ¿recuerdas?

      Ella se echó a reír.

      –A un interés ridículamente bajo.

      Jason esperaba que pudieran saldar pronto aquella maldita deuda. Su intención había sido ayudarla, y no le gustaba que ella se negara a aceptar nada más de él. Con un poco de suerte, el detective que había contratado para seguir la pista del ex contable no tardaría en averiguar algo. Si Lauren conseguía recuperar su dinero, su empresa estaría a salvo. Y eso se traduciría en una mayor flexibilidad para ella.

      Tal vez no aceptara más dinero, pero quizá él pudiera convencerla para que se quedara con el préstamo que ya le había hecho y lo invirtiera en la expansión de su negocio. Si abría una sucursal en San Francisco sería lo mejor para el bebé… Y para él también.

      Ella giró la cabeza para mirarlo, y el viento azotó su larga cola de caballo sobre el rostro.

      –Me alegro de que sugirieras este paseo. Supongo que es normal que esté un poco estresada últimamente.

      –El mar tiene un efecto muy relajante.

      Las olas mecían suavemente el barco, y de vez en cuando un pez salía a la superficie. A lo lejos brillaban las luces de otras dos embarcaciones.

      –Podrías vivir en este barco. Tiene más muebles que tu casa.

      Jason decidió que había llegado el momento de atacar. Sólo le quedaba una semana hasta que Lauren volviera a Nueva York. El tiempo para actuar se le acababa.

      –Mañana podríamos ir a Fisherman’s Wharf y comprar algunos muebles.

      –Ya veremos –le acarició distraídamente la rodilla, con la vista fija en el horizonte–. ¿Por qué dejaste la Marina? Prentice comentó algo durante la cena sobre tu heroica actuación con unos piratas, pero tú te quedaste muy callado.

      Jason se puso tenso ante aquella inesperada intromisión en su pasado, pero respetó el cambio de tema ya que al menos Lauren seguía en sus brazos.

      –Sólo cumplía con mi deber. Se lo conté a Prentice porque su sobrino está en el ejército.

      –¿Qué ocurrió?

      Sus años en la Marina parecían muy lejanos, pero nunca podría olvidarlos. Formaban parte de su vida y le habían inculcado los valores y la disciplina que su padre insistía en que recibiera, en vez de ser él mismo quien lo educara por estar siempre ausente. Jason sintió cómo su hijo se movía ligeramente bajo sus manos y se juró que él no cometería los mismos fallos.

      –Unos piratas habían capturado un barco con rehenes en la costa de Malasia. Yo pertenecía al grupo de los SEAL encargado de la operación de rescate. Era un hombre rana especializado en la desactivación de explosivos.

      –Parece muy peligroso –murmuró ella, estremeciéndose.

      –Había momentos de peligro, desde luego, pero nos entrenaban para no sentir nada durante una misión.

      –Tu trabajo actual debe de parecerte muy aburrido, comparado con aquello.

      –Aburrido no. Tan sólo diferente. Admito que a veces lo echo de menos, pero estoy satisfecho por haber servido a mi país y llegó el momento de seguir adelante. Al fin y al cabo, en la universidad me preparé para este trabajo, y es lo que siempre quise hacer. Si me alisté en la Marina fue para demostrarme que podía ser distinto a mi padre, durante un tiempo, al menos.

      –Has conseguido escapar de la sombra de tu padre, tanto aquí como en Nueva York. Eres un hombre independiente, Jason.

      Él agradeció que lo entendiera.

      –Fui a la universidad con una beca del ejército, ya que no podía tocar la herencia de mis abuelos hasta cumplir los veinticinco. A cambio de esa ayuda económica, tuve que servir varios años en la Marina después de graduarme. Pero me gusta creer que me habría alistado de todos modos, aunque no hubiera necesitado el dinero.

      –¿Tus padres no quisieron pagarte los estudios? –le preguntó.

      –Desde luego que lo habrían hecho, pero había demasiadas condiciones.

      –¿Como cuáles?

      –Tendría que haber ido a la misma universidad donde estudió mi padre y entrar en la empresa familiar. Agradezco las facilidades que mi familia me proporcionó cuando era niño, pero no quería seguir así toda la vida.

      –Y te hiciste a ti mismo.

      –Aún me sigo haciendo –y sería un proceso que le llevaría toda la vida.

      Pensó en la madre de Lauren, quien se permitía despreciar el trabajo de su