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¡Todo debe cambiar!


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para intentar sacar en claro qué tiene sentido sobre las mejores medidas a tomar, si es bueno reunirse con gente, lavarse las manos o almacenar cloroquina. Creo que vamos a empezar a dejar de lado los medios de comunicación clásicos.

      Srećko: Una vez, en la embajada ecuatoriana, cuando todavía era posible visitar a Julian, describió cómo se había sentido intelectualmente aislado en la ancha Australia, así que «pirateó su salida» a través de internet. Fue en los años ochenta. Julian comprendió muy pronto que esta podía ser una herramienta de emancipación. Edward Snowden también explica en su reciente autobiografía que en los primeros años de internet todo parecía posible. En la situación actual, ¿cree usted que podríamos redescubrir su potencial?

      John: Internet es un maravilloso prodigio de la ingeniería y facilita los medios para el intercambio de ideas en todo el mundo. Sin embargo, la gestión de las compañías de las redes sociales ha sido pobre. En Australia existe la protección de la privacidad, pero no es obligatoria, y Google almacena unas cantidades descomunales de datos. La gestión de internet es deficiente por parte de nuestros Gobiernos, pero se puede rectificar de un modo muy simple: solo debemos insistir en que nuestros datos son nuestros. En Israel y Singapur, están utilizando los móviles para rastrear la localización de las personas y las infecciones por la Covid-19. Estas normativas administrativas permiten al Estado llevar a cabo un amplio seguimiento de nuestros actos. Graban cada movimiento que haces y cada relación que tienes tanto en el tiempo como en el espacio, y el Estado puede utilizarlo como quiera. Hasta las empresas del sector de relaciones públicas lo están empleando para conocer los hábitos de la gente y estimularla en una dirección concreta. Estos son los problemas a los que nos tendremos que enfrentar en el futuro. Mi labor actual es muy limitada: hacer todo lo que pueda para conseguir que Julian regrese a casa. Para llevar a cabo mi trabajo, tengo en cuenta que Estados Unidos dispone de tres métodos de actuación. El primero es la opresión e intimidación de editores, publicaciones y periodistas. El segundo es el secuestro judicial de personas con habilidades técnicas que Estados Unidos quiere para sí —por ejemplo, Meng Wanzhou de Huawei, Ola Bini de Ecuador y Michael Lynch del Reino Unido. El tercer método, en términos sencillos, es la ejecución extrajudicial de las personas; el último gran ejemplo es el general Soleimani, pero no es un caso aislado. Durante los ocho años del mandato de Obama, más de cuatrocientas personas del programa de ejecuciones fueron asesinadas de forma extrajudicial.17 Mi deber es señalar a los europeos que, en su propio interés, deberían unirse contra la intimidación de las publicaciones y los periodistas, insistir contra el bloqueo de su conocimiento técnico y forzar el cese de los asesinatos extrajudiciales. Los aspectos técnicos de los movimientos de internet para modelar la sociedad quedan fuera de mi alcance, excepto decir que estoy de acuerdo con el análisis que postuló Heidegger sobre los efectos de la técnica en la sociedad: que provoca el auge de relaciones sociales enfermizas y conversaciones a distancia que reemplazan el calor y las sensaciones de las reuniones personales. Mi cometido es recordar a la gente que Julian está encarcelado, que es una injusticia y que es por el interés de todos que debe ser liberado y que ningún otro periodista pueda sufrir del mismo modo.

      Srećko: En la última entrevista a Heidegger, publicada en Der Spiegel tras su muerte, le preguntaron si la gente podía influir en la tecnología considerada como una «red de inevitabilidades», y su respuesta fue: «Solo un dios podría salvarnos todavía».18 Hoy en día hay muchos partidarios de Julian que preguntan cómo pueden ayudar de una forma práctica.

      John: Conversando unos con otros, en persona o en foros, y leyendo tanto como se pueda para analizar y comprender la situación real. Las donaciones son muy importantes. Hay más de cien abogados y cien mil personas por todo el mundo que están trabajando en ello, en cuatro jurisdicciones. Por favor, donad; es de gran ayuda. Respaldad la DEA en Inglaterra y la Assange Campaign en Australia que, por ejemplo, redactan cartas para los parlamentarios. De momento, se han dirigido diez mil emails personales a Marise Payne, la ministra de asuntos exteriores de Australia. Parece poca cosa, pero suma; un lago está lleno de gotas de agua.

      Srećko: ¿Por qué cree que la prensa fue tan poco eficaz en el pasado a la hora de defender a Julian y su libertad?

      John: Los Gobiernos de Suecia, Reino Unido, Estados Unidos y, hasta cierto punto, Australia hicieron su propia campaña. Por lo general, los periódicos tienen dos funciones. Una es conseguir opinión pública detrás de posiciones políticas. Este es un aspecto muy importante de las administraciones gubernamentales. Si la gente no respalda la política, se reduce la capacidad organizacional del Estado. Hasta cierto punto, los periódicos obedecen a la voluntad de los Gobiernos y esa fue la destrucción de Julian Assange. Lo hicieron mediante calumnias y mentiras, hasta el extremo de que The Guardian del Reino Unido imprimió unas mentiras descaradas en su portada.19 Sin embargo, ahora los periodistas de todo el mundo son conscientes de que pueden ser retenidos extrajudicialmente y Julian es un icono de ello. Si lo protegen, se protegen a sí mismos; en caso contrario, son un cero a la izquierda. Así es cómo lo veo.

      Srećko: En los últimos años se ha producido un cambio con respecto al apoyo a Julian, hay muchas más personas que se están uniendo a la lucha. Nunca había visto tanta gente manifestándose en favor de Julian como en la última gran protesta en Londres —eran miles—. Respetadas instituciones globales como Amnistía Internacional y Reporteros sin Fronteras se han erigido en sus defensores. Aunque nos encontremos en esta nueva y complicada situación en la que no se puede viajar y tenemos que estar confinados en casa, el respaldo en las redes nunca ha sido tan grande. Es un momento excelente para indagar en WikiLeaks, para conocer la campaña de la DEA y la Courage Foundation.

      John: El apoyo a Julian ha sido un maravilloso levantamiento de las masas a nivel internacional, una concienciación histórica de que estamos ante una injusticia monumental. Si hemos de ser sinceros y nuestras observaciones son correctas, estamos articulando el respaldo mundial a Julian por toda Europa a través de cada persona y de los parlamentarios, periodistas y burócratas. Es algo potente y tengo la sensación de que ganaremos.

      Conversación mantenida el 26 de marzo de 2020

      ¿Es este el inicio de una posibilidad?

      Saskia Sassen y Srećko Horvat

      Saskia: Comenzaré diciendo que, a mi modo de ver, lo que estamos viviendo en la actualidad no es tan solo un virus, sino un aviso para que estemos alerta. Ha sucedido algo trascendental; es parcial, pero también es trascendental porque reduce el peso del poder de una forma evidente. Sabemos que los poderosos saldrán más beneficiados que los pobres de esta crisis, pero, al mismo tiempo, también saldrán perjudicados; esto no está afectando solo a los desfavorecidos. Este acontecimiento del coronavirus me parece un hecho revelador. Entra en escena en un momento en el que ya estábamos experimentando cierta desestabilización. Por otro lado, quiero precisar que los occidentales ya hemos creado multitud de problemas con nuestras iniciativas. Pongamos por caso el cambio climático, que preocupa mucho a las nuevas generaciones, y que es algo que los mayores nunca nos hemos tomado muy en serio, pero ahora sentimos que también nos concierne porque nos damos cuenta de que algo ha cambiado. Y una manera de pensar en ese algo que ha cambiado es ver que hemos cruzado los límites de un sistema. Lo hemos hecho solo con un pie, pero ya es demasiado. Estamos tratando con sistematicidades que afectan a personas o hechos y que no acaban de explicarse por sí mismas. Para mí es muy serio, ya no se trata solo de nosotros, las personas. Considero que ese microbio es una invitación para que nos sentemos y pensemos. Este microorganismo invisible que no emite olor ni sonido nos invita a hacerlo; es una llamada de atención sobre cuestiones que no nos habíamos molestado en considerar antes. Nos enfrentamos continuamente a grandes cosas, grandes ruidos, grandes iniciativas, y aquí nos llega este factor invisible —en grandes cantidades, eso sí— que va dibujando un nuevo paisaje a medida que se mueve y nosotros dejamos de movernos. Se desplaza a través de todas nuestras barreras —no hay necesidad de control de pasaportes, ¡para nada! Se desplaza a otro nivel—. No es que yo esté cautivada ni intrigada, o que haya mucho que decir sobre este microbio, pero es una perspectiva que me resulta interesante. Puede desplazarse por encima de todo lo que hemos hecho, tiene sus propias modalidades y habilidades, no nos pide nada (excepto un poco de sangre de vez en cuando, o lo que sea que le sirva de sustento), no necesita