Sebastián Blaksley

Elige solo el amor: La morada santa


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esta fuera la meta, esta obra carecería de sentido porque intentaría enseñar lo que todos saben, el amor.

      Se han elegido estos nombres y este contexto para que esta obra salga a la luz por múltiples razones, muchas de las cuales exceden el propósito de estos escritos.

      Sin embargo, hay una razón que es esencial a la meta de la sanación de la memoria y el refuerzo de tu verdadera identidad.

      Todo podría resumirse en un asunto de identidad. Lo que esto quiere decir es que existe un riesgo cuando decides, más o menos conscientemente, recorrer el camino espiritual. El riesgo del que estamos hablando es el de perder la identidad o crear una que tenga un poco de muchas corrientes espirituales. De ese modo puedes crear una especie de híbrido espiritual que no te ayuda a sostenerte dentro de tu identidad. Aun más, puede aumentar el grado de confusión y evitar que te mantengas fuera de la crisis de identidad de donde has sido sacado.

      No abogamos por la confusión, sino por la certeza. No abogamos por la amorfía de una identidad que no tiene anclajes sólidos.

      II. Diversidad y unicidad

      Un gran desafío en la vida espiritual, al igual que en todo camino de la vida, es permanecer siendo totalmente tú, sin perder la flexibilidad que exige la universalidad del amor.

      El todo no anula a la parte, ni necesita hacerlo. La parte puede ser la que quiera ser y no por ello dejará de ser verdad. Es cierto que los nombres elegidos en esta obra pueden causar controversia y hasta rechazo en algunos. Aun eso es parte del propósito de estos escritos.

      En última instancia la resistencia que existe a la palabra Dios o similares, muchas veces habla de una falta de perdón, o de aceptación de las diferencias. Alcanzar una mentalidad abierta y un corazón tan amplio que seas capaz de albergar a todos por igual es parte de la meta de este regalo del cielo escrito en palabras.

      Rechazar esta obra por los nombres que aquí aparecen es lo mismo que rechazarla porque su prosa no parezca ser la más encumbrada. Eso sería un modo de quedarse en la superficie del asunto. Sin embargo, es inevitable en ciertos casos que ocurra algo semejante. Eso también es necesario.

      Cada cual que se acerque a estos escritos experimentará lo que el amor desea que experimente, para que todo pueda salir a la luz y embeberlo en su dulzura, a su debido tiempo.

      A ti que recibes estas palabras, déjame decirte algunas cosas antes de seguir adelante. No eres tú quien ha venido a mí, sino yo a ti. No fuiste tú quien eligió que estas palabras lleguen a ti, sino que ellas te han estado buscando desde toda la eternidad.

      Estas palabras fueron escritas desde el cielo de tu mente santa para ti y te han estado llamando desde siempre. No son simplemente letras escritas en un papel o palabras dichas y grabadas en un medio de grabación. Son puro amor. Son como gotas de rocío que caen sobre tu mente y tu corazón para permitir que en tu alma germine la belleza que eres y comiences a dar frutos abundantes. Frutos de luz y santidad. Frutos de verdad y amor.

      III. Más allá de las palabras

      No te detengas en las palabras. No te enojes con la experiencia que hayas tenido en el pasado con el nombre de Dios. Absórbelas con el corazón. Deja que él sea tu guía. Recuerda que te dije que allí donde encontraste separación ahora encontrarás unidad.

      Siente cuánto amor ha expresado por ti el creador, que ha tenido la delicadeza de escribirte estas palabras. Cuánto tiempo ha estado esperando en el tiempo para que ahora le abras un poco más las puertas al amor de los amores y te animes a vivir más hondamente en la santidad que eres en verdad.

      Estas palabras son un testimonio del amor de Dios para ti, que eres su delicia. Eres un alma santa, pura, perfecta. Eres tan bella como un hermoso copo de nieve, pero sin su frialdad. Eres la expresión viva del amor divino.

      Esta obra es un certificado para quienes han concluido el camino de la búsqueda en la vida espiritual, ya que han llegado al punto en que pueden comenzar a vivir como el Cristo encarnado que son.

      Eres Cristo. Eres lo que un día fui y demostré ser hace dos mil años. Ahora ha llegado el tiempo en que tú demuestres lo mismo que yo.

      No te detengas en los símbolos. A lo largo de esta obra has experimentado muchas cosas. Has cambiado mucho, aun de maneras en que no puedes comprender ahora. Tu corazón sabe quién es el que le está hablando.

      Quizá todavía alguna partecita de tu mente se resista a creer en esta llamada diciéndote que no eres tan digna como para ser Cristo. No importa. Todo eso es parte del pasado. Tú sigue adelante. Me conoces más que a ti misma, porque yo te conozco más de lo que puedes imaginarte. Sé muy bien quién eres, por qué y para qué te he elegido entre los muchos.

      Eres un alma elegida para dejar brillar la luz de Cristo en el mundo en que desees estar. No importa cuáles sean tus elecciones o cuáles hayan sido, solo importa que vivas en la verdad y esta es la verdad: ya no vives tú, sino que es Cristo quien vive en ti. Hacer de esta verdad el centro de tu existencia es a lo que estás llamado.

      A Cristo no le importa cómo lo llames, tampoco qué asociaciones puedas hacer en referencia a lo que es. Él no tiene un problema de identidad. Sabe quién es. Por esto, no debes detenerte en asuntos tan nimios como si el nombre de Dios es este o aquel, o si tal camino espiritual es el acertado o no. Todo eso es asunto de niños espirituales y tú ya no eres un niño. Eres el Cristo viviente que vive en ti.

      Quizá pienses que reemplazar la palabra Dios por ser o por amor resolvería el asunto de su nombre y asociaciones. Pero permíteme decirte que eso no es cierto. Toda palabra está cargada de emociones y dispara algún tipo de reacción. De modo que lo que para algunos es signo de caridad, para otros puede ser signo de desunión.

      No estamos hablando solo a los que sientan rechazo con los nombres que aquí puedan utilizarse. Sino también a aquellos que han hecho de esos nombres un conjunto de ídolos mentales que simplemente buscan separar en vez de unir.

      Creer que Dios les dio la verdad a algunos, pidiéndoles que la monopolicen y que para ello armen estructuras o instituciones es no entender. Eso también forma parte del patrón de pensamiento del niño que antes fuiste, pero que ahora debemos dejar atrás.

      Todo lo que procede del amor une. Lo que desune procede de la nada. Dios es amor, y por lo tanto es inclusión perfecta.

      Lo que estamos mostrándote es que, tanto de una manera como de otra, puedes utilizar los nombres y las formas para separar o para trascenderlas llenándolas de verdadero amor y de ese modo unir.

      Recuerda que esta llamada no es para hacer tal o cual cosa, vivir de tal o cual manera o cambiar el mundo. Es algo mucho más radical. Es la llamada a ser plenamente tú, tal como Dios te conoce.

      Ser tal como Dios te creó para ser es de lo que hemos estado hablando a lo largo de todo el camino. Hace dos mil años que hablo de lo mismo. Lo hago de miles y miles de maneras diferentes y no descansaré hasta que mi voz sea escuchada en todos los rincones del universo.

      Esta obra es el repicar de la campana del señor. Es la llamada que estabas esperando. Es la llamada a que te animes a seguir lo que la sabiduría del amor te dice, para que ella y solo ella sea la fuente de tu saber y obrar.

      Esta obra es suscitada por una sabiduría que no es del mundo. Es la voz de Cristo que habla en tu interior de un modo que solo tú puedes reconocer.

      Es importante que comiences a darte cuenta de que lo único relevante en ti es la relación directa con tu creador. Toma consciencia de que, al recorrer juntos esta obra, estamos creciendo en el grado de conocimiento de nuestra relación de amor. Es en este nivel en donde esta obra tiene todo el sentido. Es en nuestra relación directa, en la que tienes con estas palabras y con ello con el Cristo que vive en ti, en donde reside el poder de transformación de tu vida que esta obra te regala.

      Únete en paz a tu ser todos los días de tu vida, y permanece en él a cada instante de tu existencia y estarás creando un nuevo cielo y una nueva