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Cine chileno y latinoamericano. Antología de un encuentro


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      9 Si bien no se conoce con certeza la fecha exacta de las filmaciones de Posadas, el hecho de que el médico muriera en París en 1902, que desde 1901 padeciera una osteoartritis tuberculosa que le impedía operar, y que en 1899 solicitara una licencia y partiera en un extenso viaje a Europa para intentar recuperarse de sus problemas de salud, permite suponer que el rodaje tuvo lugar entre 1898 y 1900, es decir casi simultáneamente o poco después de las célebres operaciones del Dr. Doyen, hoy consideradas los primeros documentos fílmicos de una intervención quirúrgica en el mundo. En 1898, Posadas fue nombrado profesor suplente de clínica quirúrgica, y el 11 de julio del mismo año inició un curso libre sobre la materia, disertando sobre tumores de pulmón. Las lecciones se impartían los días domingo, en el servicio de niños, y se prolongaron hasta fines de ese año. Durante 1900, al regresar de Europa, Posadas dictó el curso oficial en el servicio de cirugía general del Hospital de Clínicas, puesto en el que se consagró «profesor eximio y el más alto exponente de la cirugía nacional» (Arce 1933, 47). Teniendo en cuenta que, para ese momento, el cirujano se encontraba en el punto más alto de su carrera y que además se sabía enfermo, es más probable arriesgar que las filmaciones tuvieron lugar entre fines de 1899 y 1900.

      10 Por ejemplo, en el número de mayo de 1904, la Revista Fotográfica Ilustrada del Río de la Plata anuncia entre las vistas a la venta un rollo de cincuenta metros titulado Operaciones quirúrgicas, que contenía muy posiblemente las dos cirugías realizadas por Posadas; y poco después, en el número de julio de 1905, se agrega una nueva cinta, titulada Operaciones del Dr. Flores, sobre la que no existen más datos.

      11 El hecho de que varias populares revistas ilustradas de la época, como Caras y Caretas, publicaran con frecuencia notas y fotografías de este tipo de intervenciones es otra prueba de la fascinación que estos temas suscitaban en el público en general.

      12 Fue profesor de las cátedras de Medicina Operatoria y Técnica Quirúrgica, y vicedecano de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires; fundador de la primera escuela de Instrumentación Quirúrgica y del Instituto de Cirugía Experimental, y miembro del consejo directivo del colegio ILSE.

      13 Ese mismo año, en una publicidad aparecida también en La Película, la misma F.I.F.A. anuncia entre sus especialidades la realización de «trabajos de índole científica», y nombra la película de Bosch Arana como referencia. Véase La Película, 194, 10 de junio de 1920, p. 17.

      14 En algunos de estos procedimientos había incluso acompañamientos musicales. Véase, por ejemplo, Rego Barry (2015).

      15 Aunque las publicaciones no dan más información al respecto, es posible que el filme documente el trabajo del ginecólogo austriaco Ernst Wertheim, el primero en practicar una histerectomía radical para el cáncer cervical. Este médico murió en 1920, por lo que –de tratarse de sus operaciones– el filme habría sido producido con anterioridad a esa fecha.

       Documentales chilenos silentes: experimentación técnica y desarrollo del oficio (1897-1932) 16

      Ximena Vergara17, Universidad Diego Portales Antonia Krebs18, Universidad de Chile Marcelo Morales19, Cineteca Nacional de Chile Mónica Villarroel20, Cineteca Nacional de Chile

      Resumen

      Este texto da cuenta de algunos de los resultados de una investigación que buscó reconstruir la filmografía de carácter documental del periodo chileno silente (1897-1932). Se plantea, por una parte, que en esta área se realizaron experimentaciones tecnológicas que incluyeron avances en la búsqueda del cine sonoro. En segundo lugar, se señala que directores emblemáticos asociados a la ficción –como José Bohr, Pedro Sienna y Carlos Borcosque– aprendieron y perfeccionaron su oficio en el terreno documental, al mismo tiempo que enriquecieron su trayectoria con importantes filmes de no ficción. Se finaliza con la hipótesis de que la producción fílmica documental incorpora de forma relevante a las regiones en la historia del cine chileno.

      Palabras clave: cine silente, filmografía chilena, directores chilenos

      Introducción

      Al iniciar el siglo XX, el 10 de agosto de 1900, un periódico anunciaba que el cinematógrafo exhibiría, entre otras vistas, Las carreras de caballos en Viña del Mar, Un viaje en ferrocarril y «otras no menos interesantes» (El Ferrocarril, Santiago, 10 de agosto de 1900, p. 3). De esas «otras» poco se sabía, y aparecía como recurrente el desafío de establecer el corpus de lo efectivamente filmado en Chile durante el periodo silente, considerándose también que escasos materiales han sobrevivido21. Así, esta investigación buscó reconstruir –mayoritariamente a través de avisos de periódicos–, una filmografía de carácter documental ya esbozada, que se configura como complemento a la de ficción22, y que arroja a su término más de 450 filmes23. De ellos, se pueden visionar 62 títulos, tanto en Chile como en el exterior24.

      Si, por un lado, la filmografía se amplía, por otro lado la lectura de los archivos permite detectar cómo este formato cinematográfico es variado, de producción intermitente, y logra aglutinar vistas (registros iniciales de un solo plano, sin narrativa), actualidades (filmes con componente informativo), documentales por encargo de entidades privadas o gubernamentales, documentales temáticos y actualidades extraordinarias (números especiales de noticieros cinematográficos referidos a un tema específico).

      Por otra parte, y ya a nivel conclusivo, la lectura de los materiales arroja dos ideas nucleares: por un lado, durante su desarrollo desde fines del siglo XIX hasta inicios de la década del treinta, las prácticas documentales adquirieron distintas funciones. En este caso, se presentan con fuerza conceptos como construcción de imagen país, ideología y propaganda, y responden a preguntas utilitarias: ¿para qué se usaron las imágenes documentales? y ¿quién las utilizó? Si bien se trata de un núcleo amplio, que traspasa décadas y reúne materiales de índole muy distinta, a nivel de síntesis puede señalarse que las filmaciones de carácter documental se utilizaron para educar, propagar ideas, informar y, en menor medida, para contra-informar.

      Este eje de análisis, que requiere de una revisión exhaustiva por medio de ejemplos que serán desarrollados en otra ocasión, se verá complementado con un segundo núcleo conclusivo: la filmografía documental temprana, en el marco de la historia del cine chileno, puede reconocerse como un espacio en que se experimentó con la tecnología y como un lugar en el que directores emblemáticos asociados a la ficción aprendieron y perfeccionaron un oficio, al mismo tiempo que enriquecieron su trayectoria con importantes filmes de no ficción. En el rubro documental también puede detectarse el origen temprano de manifestaciones audiovisuales tan comunes hoy en día como la publicidad o el documental institucional.

      En esta misma línea, este trabajo permite sumar nuevos nombres al cine chileno, tanto nacionales como extranjeros, considerando que en la época más temprana los cineastas transitaban por distintos países de Sudamérica. De hecho, gracias al catastro, se ha podido seguir la ruta de pioneros por ciudades de Chile, registrando y exhibiendo sus trabajos, como es el caso del argentino Eugenio Py. Se suman, también, nombres de casas productoras de llamativa productividad en años tan tempranos como 1902 (la Empresa Pont y Trías estrenó 20 vistas solo en ese año), o 1903 (la Empresa Centenera y Ca. exhibió 25 vistas). Ya para la segunda década del siglo XX aparecen con fuerza las producciones de la Compañía Cinematográfica Ítalo Chilena y la Compañía Cinematográfica del Pacífico, que totalizan 19 y 42 estrenos identificados, respectivamente, entre 1909 y 1913. Además, aparecen largometrajes que pueden considerarse como hitos dentro del desarrollo del cine en Chile, como la temprana realización La industria del salitre (1915), de Francisco Caamaño, y la publicitada Músculo y cerebro (1924), de Carlos Borcosque.

      Finalmente, la fundamental presencia del cine fuera de la capital chilena (tanto como