La compatibilidad se logra reconociendo: a) el lugar que ocupa la antinomia dentro de la KrV; b) exponiendo la naturaleza del problema; y, c) aceptando las implicaciones de ambas causalidades.
Al respecto, es importante señalar que esta hoja de navegación nos permitirá reconocer que la lectura compatibilista que realiza Allison, y a la cual nos ceñimos como recurso metodológico para leer e interpretar este problema, sugiere una perspectiva epistémica y no ontológica del problema24.
Puesto así, veamos:
a) La tercera antinomia se ubica dentro de la dialéctica trascendental, esta última está a su vez ubicada dentro la lógica trascendental que entendemos como una parte de la lógica que trata de la cuestión de la verdad y que tiene como una de sus preguntas centrales las condiciones que son necesarias para tener un conocimiento verdadero, condiciones que son las del espacio y del tiempo, temáticas de la estética trascendental25. Luego, la antinomia precisamente surge porque se ha llegado a los límites del conocimiento humano.
b) La antinomia se presenta cuando aplicamos un concepto como el de causalidad a objetos que se dan más allá de la experiencia posible y se comienza a especular sobre si hay o no un inicio incondicionado. Así, a través de la pretensión de conocer más, se desbordan los límites y, con ello, se confunden principios trascendentes, en cuyo uso no se basa la experiencia. Un ejemplo de esto es, por supuesto, la libertad, la cual al ser interpretada como fenómeno y no como cosa en sí produce una ilusión que se reconoce como un supuesto conflicto26. Puesto así, comprender la libertad dentro de los marcos de lo fenoménico genera una ilusión que surge de la tensión entre la razón y el entendimiento27. Allí, el entendimiento ve en las ideas de la razón consideraciones muy amplias y, a su vez, la razón observa los conceptos del entendimiento muy reducidos28.
c) A la luz de lo anterior, queda claro que el entendimiento, al ser una facultad del conocimiento del mundo de la experiencia, afirma la antítesis (necesidad) y, la facultad de la razón, que permite pensar las ideas trascendentales, asume verdadera la tesis (incondicionalidad)29.
Ahora, el punto interesante que surge de lo anterior es que Kant ofrece la posibilidad de pensar la libertad, pero desde una posición nouménica, a fin de evitar asumir que una decisión humana pueda ocurrir de la nada30. En ese orden de ideas, Kant sugiere que no es incompatible la causalidad por libertad con la causalidad según leyes naturales, lo que hace de Kant, según Allison, un compatibilista entre la determinación de la naturaleza y las acciones concatenadas dentro de parámetros del libre albedrío. Para comprender lo anterior basta repasar en estricto rigor el siguiente fragmento que separa a la libertad de los marcos supuestos de las determinaciones naturales:
La validez del principio que afirma la completa interdependencia de todos los eventos del mundo sensible conforme a las leyes naturales inmutables quedó ya establecida como un principio de la analítica trascendental y no permite infracción ninguna. La cuestión se reduce, pues, a si, a pesar de ello, puede haber libertad respecto del mismo efecto determinado por la naturaleza o si, por el contrario, esa libertad queda completamente excluida por dicha regla inviolable. La común y engañosa suposición de la realidad absoluta de los fenómenos revela aquí su pernicioso influjo en la confusión de la razón. En efecto, si los fenómenos son cosas en sí mismas, la libertad es insalvable. En este caso, la naturaleza es la causa completa y en sí misma suficientemente determinante de todo acontecimiento. La condición de este no se hallará entonces sino en la serie de los fenómenos, los cuales serán, ellos y su efecto, necesarios en virtud de la ley natural. Por el contrario, los fenómenos no son considerados sino como lo que son en realidad, es decir, no como cosa en sí, sino como meras representaciones que se hallan vinculadas conforme a leyes empíricas, entonces tienen que poseer fundamentos que no sean fenómenos31.
Esto quiere decir que en la analítica trascendental se expone la forma en que los conceptos puros del entendimiento, las categorías, permiten las condiciones de representación, a saber, los fenómenos. Puesto así, en este pasaje se argumenta que, si se asume que los fenómenos son la única realidad y que no hay un espacio para algo más, no habría lugar para la libertad. Pero, este supuesto implica afirmar algo que no se puede probar y, por lo tanto, algo que sería imposible de darse, ya que supone un mecanicismo en la totalidad de las acciones humanas.
Pero como no se puede probar que los fenómenos sean la realidad absoluta, entonces se sigue que podemos pensar que puede existir otro ámbito de la realidad que no esté gobernado por las leyes de la naturaleza física, sino por otras leyes, que pueden ser las que corresponden a un ser libre.
Al mismo tiempo, en la medida en que ese ser libre es un ser racional, no actuará de manera caprichosa, sino siguiendo un orden que estaría legislado por lo que Kant llama las leyes de la libertad, y que nos abren otra esfera, a saber, la de la acción. Este marco distinto al fenoménico, el de las leyes de la libertad, es el inteligible. Luego, es posible conocer lo que podemos representarnos, es decir, los fenómenos, y podemos pensar cosas en sí mismas, a saber, los noúmenos, tal como la libertad.
Poseemos dos perspectivas y de paso llegamos a uno de los avatares de la teoría kantiana: el idealismo trascendental. Ahora bien, tal como lo sugiere Allison, este idealismo trascendental puede leerse desde una condición epistémica según la cual los seres humanos poseen ciertas condiciones de representación de los fenómenos, esto bajo los regímenes cognoscibles que poseemos y también podemos pensar otras formas causales distintas a la natural32.
Esta condición epistémica nos permite reconocer la siguiente distinción: la primera de carácter fenoménico, que corresponde a la determinación de los fenómenos desde las leyes de la naturaleza. Desde esta perspectiva, el entendimiento nos muestra cómo se relacionan los fenómenos de acuerdo con dichas leyes. El segundo tipo de descripción, esta vez de carácter nouménico, se refiere a la libertad, y lo que busca establecer es si lo que está ocurriendo pudo darse a partir de una causa no determinada por leyes naturales. Así, una de las descripciones nos explica lo temporal y la otra nos ofrece causas incondicionadas, y ambas refieren el mismo mundo.
No podemos, entonces, diferenciar estas condiciones ontológicamente, pues tales descripciones se comportan en el mismo marco, en el mismo mundo; no puede darse una separación de dos mundos o universos distintos. Lo que sugiere la lectura epistémica de Allison es que la distinción refiere a dos puntos de vista: uno que corresponde al del entendimiento y que ve la acción humana como un fenómeno más sometido a las leyes naturales, y otro que ve en la acción humana desde la perspectiva nouménica y que refiere por tanto a un carácter inteligible.
Con todo ello y bajo los postulados arriba señalados, autores como Luis Eduardo Hoyos sugerirán entonces que Kant sí pretendía adscribir la libertad como atributo humano sin con esto generar una contradicción con las leyes naturales33. Similar es la posición de Ileana Beade, al afirmar que abordar una lectura compatibilista del idealismo trascendental es permitir la discusión práctica34. Ello implica, desde nuestra lectura, que siendo el ser humano libre puede pensarse en un espacio para la deliberación y con ello atribuirse o no responsabilidad, ello dado desde un carácter inteligible y no natural. Llegados a este punto, se hace necesario matizar esta última distinción no sin antes insistir en la importancia de esta hipótesis.
Por ejemplo, dentro de un contexto de formación, la libertad, en cuanto atributo humano, dependería del desarrollo de la autonomía en un contexto que así lo posibilite. Dentro del sistema kantiano ello apunta hacia la Ilustración, empero, queremos dejar este lugar común y preguntarnos si el formarse está relacionado o no con determinaciones físicas. De ser así, la formación y los procesos de educación no podrían apelar al carácter inteligible, esto en la medida en que se acomodan a las descripciones físicas y no libres. De ahí que nuestro último momento nos lleve al planteamiento de una distinción epistémica entre la libertad y las leyes naturales.
Una distinción epistémica
En las secciones precedentes hemos mostrado cómo para Kant la antinomia se basa en una ilusión de la razón y no en un conflicto, pues devela que la causa por libertad puede existir junto con la causa determinada por leyes naturales. El quid del asunto es