Jordi Corominas

Ética, hermenéutica y política


Скачать книгу

coordinación sino también estar dispuestos a que sus propuestas de ensayo fueran sometidas a un riguroso dictamen externo. (2)

      Algo más quisiéramos advertir al lector. La naturaleza propia de un libro colectivo supone un importante desafío para la unidad de la obra. En nuestro caso —que no queríamos ofrecer un libro sin ninguna articulación entre sus contenidos— esto nos condujo a asentar un criterio de selección de los ensayos aplicantes que no sólo velaba por la calidad de cada uno, sino también por sus posibilidades de vincularse con otros de los ensayos y de hacer unidad al lado de ellos. De este modo agrupamos los textos en las cuatro secciones que componen el libro, hasta que el resultado de la dictaminación determinó la selección definitiva de los que habrían de incluirse en cada sección.

      Toda aquélla o aquél que haya leído suficientes textos filosóficos podrá intuir que la filosofía se ocupa tanto de problemas humanos resistentes al paso del tiempo como de cuestiones más propias de un momento histórico particular. Los ensayos finalmente consignados en las cuatro secciones ilustran este doble carácter de la disciplina filosófica. Predominan, es cierto, aquellos trabajos que asumen un enfoque hermenéutico, genealógico o crítico de nuestro presente; entreverados con objetos de investigación como la realidad del poder, las condiciones del diálogo intercultural, las relaciones entre los sexos–géneros, la vigencia del pensamiento moderno y de sus instituciones, la exclusión de la diferencia, etc. Es evidente que estas cuestiones concitan muchos de los debates sociales y filosóficos del actual momento histórico. No obstante, para quien piense que algunos de estos problemas no son exclusivos de nuestro tiempo, queda todavía la opción de considerarlos actuales en el otro sentido en que pueden serlo: los problemas que resisten el paso del tiempo, que reaparecen en la historia de la humanidad bajo diferentes formas y matices siguen siendo nuestros problemas, y así sugieren ser, por ejemplo, el problema del mal y los dilemas en torno a la máxima incondicional de “no mentir”, a los cuales se dedican, respectivamente, dos de los ensayos de este libro. Ultimadamente, el discernimiento entre estos modos de actualidad —al igual que la distinción entre lo actual y lo inactual— no puede ser unilateral; remite a esa experiencia de escritura y lectura que tiene al texto como principal intermediario, y que por ello involucra tanto el momento de su producción como el fenómeno de su recepción. Que sean, pues, sus lectoras y lectores, por la parte que les corresponde de esta experiencia, quienes reciban estos trece textos y juzguen su pertinencia. Por lo pronto, aquí ofrecemos una presentación sucinta de lo que podrán encontrar en cada uno de ellos.

      2. LAS CUATRO SECCIONES DEL LIBRO

       La ética ante el problema del mal

      La primera sección de este libro tiene como hilo conductor el pensamiento ético; no sólo por las líneas de confluencia entre los temas abordados en los tres ensayos, sino también y sobre todo por esa perspectiva reflexiva desde la cual se abordan. En cuanto a la temática, en los textos se atisba como trasfondo una preocupación común: el problema del mal y las posibilidades humanas de pensarlo, resistirlo o contrarrestarlo. ¿Cómo explicar esta realidad históricamente persistente y capaz de remover los cimientos de sentido de la existencia humana? ¿De qué manera podemos discernir el mal y oponer alguna resistencia a su poder, tanto en las relaciones interpersonales como en los órdenes sociales y políticos en los que ya siempre estamos?

      El primero de los tres ensayos de la sección, a cargo de Alejandro Fuerte, apunta sobre todo a la primera de las preguntas anteriores a través de un recorrido histórico por varias de las más influyentes concepciones filosóficas del mal. Desde la Antigüedad griega (Platón, Aristóteles y Epicuro), el texto conecta con la teodicea de Leibniz y las éticas modernas (Kant y el idealismo alemán) hasta arribar a algunas filosofías continentales del siglo XX (Heidegger y la Escuela de Frankfurt). De este modo ofrece un amplio marco de referencia que puede ponerse en diálogo con las reflexiones vertidas en los dos siguientes ensayos de la sección, así como unas claves hermenéuticas valiosas para quienes deseen profundizar en alguna concepción particular.

      El segundo texto, a cargo de Jorge Manzano, S.J., no se ocupa de manera explícita del problema del mal, pero su pregunta eje, ¿es lo mismo mentir que ocultar un saber?, lo tiene como trasfondo; ésta enraíza en la preocupación por saber discernir y distinguir el mal —con todos los matices que las circunstancias pueden exigir tener en cuenta— en un acto muy concreto: revelar a otros una información disponible. Como lo sugiere el ensayo, mentir es considerado malo en la mayoría de las teorías éticas; pero hay de mentiras a mentiras, e incluso formas de comunicación (directa o indirecta) que podrían parecer mentiras sin ser exactamente eso. Cuestión polémica, sin duda, tan antigua y actual como los dilemas humanos.

      El tercero y último de los trabajos en esta sección, a cargo de Jordi Corominas, aporta un tono esperanzador a la discusión. La metáfora, al inicio del ensayo, de la ética y el poder encontrándose en un antro de mala muerte, concentra casi todo el argumento desplegado enseguida: la acción humana es el lugar en que acontece el poder de todos los poderes; es donde los otros ejercen un poder constituyente sobre nosotros, tanto para bien (en la transmisión de posibilidades humanizadoras) como para mal (pues aquí confluyen igualmente los poderes que pueden experimentarse como males: dominación, opresión, violencia, etc.); pero también es donde nosotros, debido a la apertura inherente a toda acción, estamos facultados para realizar un poder reconstituyente. La ética, de acuerdo con esto último, no es ajena al poder; antes bien, es un tipo de poder que, en su carácter racional–sentiente, bosqueja posibilidades para transformar otras relaciones de poder.

       Diferencia y alteridad

      En los trabajos incluidos en esta segunda sección predomina un abordaje antropológico de los objetos de reflexión. Y sea que se adopte en éste una perspectiva naturalista, culturalista o fenomenológica, a los tres textos los anuda también la temática de la otredad; cada uno de ellos respondiendo a preocupaciones distintas, pero en ningún caso motivadas sólo por un interés teórico. Reflexionar en torno al otro importa porque todos somos otros, porque en el transcurso de nuestra existencia encarnamos algunas de las diferencias constitutivas de las diversas figuras del otro, y porque también nacemos, vivimos y morimos entre otros, de los cuales depende —al igual que de nuestro ser otro para otros— la manera de vivir y de morir.

      El primer ensayo de la sección, a cargo de Luis E. Ortiz, podría interpretarse como una provocación en tiempos como los que ahora corren, de mayor circulación y de amplia aceptación de las ideas socioconstructivistas en materia de sexualidad y de relaciones de género. Esto porque la problematización desarrollada en el texto se decanta a favor de una explicación naturalista–evolucionista de la naturaleza humana, en general, y de las respectivas diferencias psicológicas entre varones y mujeres, en particular. No obstante, el argumento también sugiere que de tal hipótesis no se sigue ninguna justificación moral y política de las prácticas que oprimen a la mujer, y que aquélla aún reserva cierto espacio para explicaciones en términos del medio social; mientras que, por su parte, el determinismo socioconstructivista pasa deliberadamente por alto la dimensión biológica. En resumen, el trabajo es un llamado a no prescindir de los aportes de la biología en este orden de cuestiones teóricas y prácticas.

      El segundo trabajo de esta sección, a diferencia del anterior, inscribe su argumento en la dimensión estrictamente sociocultural. Su autor, Luis Fernando Suárez