Autores Varios

Guerra y viaje


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tecnológico de las armas. El ser humano se convierte en un monstruo y la guerra, desde un punto de vista existencial, en el suicidio del género humano. Grimmelshausen se queja de que desde la poesía y la filosofía se ha alabado la guerra, como aventura y como progreso, de forma que el lector común encuentra en ella un modelo atractivo de vida y una teoría seductora. Alcanzar el amor y el honor mediante el heroísmo, y el dinero y el poder mediante la violencia, hace olvidar la monstruosidad de la guerra. Desde esta perspectiva, según Battafarano, la obra de Grimmelshausen es un ajuste de cuentas con la literatura que alaba la guerra, y el autor traza en sus novelas diferentes personajes bélicos que denomina «Martialische Gemüther», naturalezas marciales, que sucumben en la guerra porque son víctimas de una ideología que tiene su origen en escritos teóricos o en la literatura (Battafarano, 1988: 49 y ss.).

      Y para mostrar el horror de la guerra Grimmelhausen utiliza el viaje de sus protagonistas a través de la misma, en el tiempo y en el espacio. Sus personajes son individuos sobre los que la guerra ejerce una gran fascinación, aunque sobre ninguno como sobre Coraje, que generalmente es vista desde una perspectiva misógina como objeto de la sátira de Grimmelshausen, no como sujeto. La monstruosidad de Coraje es la monstruosidad de la guerra. La heroína, si es que la podemos llamar así, lleva al lector a un mundo que ni interpreta ni discute, recordemos que en la realidad que ofrece la literatura del siglo XVII no es el héroe el que da un sentido al mundo, sino que lo acepta como un status quo: su función es sacar a pasear al lector por los diferentes ámbitos de la vida.

      La crueldad, la impiedad, la codicia, el saqueo y la destrucción eran las características de la soldadesca, y junto a los campesinos, quienes más tenían que sufrir en la guerra eran las mujeres. Con frecuencia, las afrentas y violaciones a las mujeres en la literatura barroca representan el aniquilamiento de cualquier norma moral, el desprecio a la dignidad humana: niñas violadas hasta la muerte, embarazadas a las que arrancan los pechos o rajan el vientre, incluso las mujeres muertas eran ultrajadas. No olvidemos que en última instancia Coraje empieza sus andaduras al tener que disfrazarse de chico para evitar ser violada. También por esta razón es importante la perspectiva femenina de Coraje, las alusiones a la guerra, las descripciones y los comentarios en boca de una muchacha disfrazada de soldado, o de una capitana o una mosquetera, tienen un valor históricodocumental poco frecuente en la literatura barroca (Battafarano, 1988: 36).

      Coraje se siente copartícipe de la guerra aunque el entusiasmo disminuye a medida que aumentan los reveses y las atrocidades, que encuentran su punto álgido en la batalla de Nördlingen, una de las más crueles de esta guerra, donde tuvo lugar «tal sangrienta carnicería, [que su] desenlace no se podrá olvidar mientras el mundo exista» (182). Después de esta batalla, cuando parecía que la paz se había firmado definitivamente, Coraje decide vivir tranquila el resto de sus días y disfrutar en paz del dinero y los bienes almacenados. Sin embargo, la reconquista de Praga por las tropas de Fernando II le hacen ver cómo ni las más grandes e imponentes ciudades, con todas sus fortalezas y torres, sus murallas y sus fosos, podían protegerla ni a ella ni sus bienes de la vorágine guerrera de aquellos que, sin embargo, dormían al raso, en barracones o en tiendas, vagando de un lugar a otro. Por ello decide unirse de nuevo a un ejército (181).

      Coraje conoce la guerra con apenas trece años y está fascinada por su apariencia festiva: los tambores, las trompetas, los silbidos, el ir y venir de los soldados, sin apercibirse de su lado negativo. Y tal es su atracción, que no tarda en querer ser realmente un hombre para poder participar plenamente en ella. Y de forma paralela a su amor a la guerra se desarrolla su amor por el otro sexo, y descubierto su engaño, desprovista ya de sus ropajes masculinos, adquiere plena conciencia de lo que significa ser una mujer, ser dependiente. Descubre las reglas que rigen en el campamento, unas reglas que ella no establece, sino que sufre:

      «¡Pobre Coraje!», me decía a mí misma, «¿cómo querrás huir de tantos enemigos como tienes, si cualquiera tiene reservado para ti su mejor golpe? ¿No basta acaso con los hermosos caballos que tienes, tus preciosos vestidos y tus armas, no basta la certeza de que te sobre el dinero, para que tengas enemigos de sobra que echan sobre ti a quien con sigilo pueda quitarte de enmedio? ¿Cómo? ¿Cuándo te matarán?, ¿en qué ocasión te aplastarán? ¿Quién será el gallo que cante en tu auxilio?, ¿quién vengará tu muerte? Pero, ¿es que puedes fiarte siquiera de tus propios criados?». Con estas cuitas me atormentaba, y buscaba en mí misma consejo, porque no había otro que me prestase fidelidad, por eso debía llevar yo sola el peso de mis propias decisiones (114).

      El mundo para ella es un mundo invertido, un mundo de hombres, el mundo de la guerra. Y para poder vivir en él, y no sólo sobrevivir, tiene que conocer sus leyes y saber utilizarlas a su favor. Coraje tiene una inteligencia estratégica excepcional, y de forma consciente desarrolla como mujer un comportamiento diferente en la guerra. Ha entendido y experimentado que ante la violencia de la guerra sólo valen la astucia y el engaño para sobrevivir. Ella engaña a todos porque es engañada por todos: a hombres, maridos, sirvientes, enemigos, rivales, nobles y burgueses, alemanes e italianos, a todo un pueblo e incluso a su escribiente y biógrafo, que no puede escapar a su fascinación. En la guerra, y esto lo ha aprendido Coraje muy pronto, no se deben buscar acciones heroicas, ni a la guerra se le debe una obediencia ciega; mucho más: hay que vivirla de forma egoísta, buscando el botín y la supervivencia. Y para lograrlo debe adaptarse a patrones de comportamiento masculinos: como los hombres en la guerra, vende su cuerpo por dinero. Sin embargo, como mujer se le niega el éxito y es acusada de brujería, violada y torturada (Battafarano, 1988: 55).

      La guerra caracteriza un mundo que el autor critica duramente. Nunca se representa como algo natural ni pretende despertar sentimientos heroicos. El modelo satírico que muestra el mundo al revés excluye cualquier glorificación de comportamientos o virtudes guerreras (Breuer, 1999: 51). Grimmelshausen utiliza a sus personajes para mostrar un cuadro de los horrores de la guerra, de la ruina material y moral de Alemania. Esta novela muestra lo que es la guerra, y mostrar lo que es la guerra es mostrar su monstruosidad, y qué mejor manera de hacerlo –recordemos que nos encontramos en el siglo XVII– que negando a la protagonista el arrepentimiento. Grimmelshausen utiliza un gran número de técnicas para desacreditar a su protagonista, quien renuncia al arrepentimiento como forma de absolución y se convierte, en el esquema mental, cristiano y patriarcal, de la época, en un alma perdida. Coraje no actúa de modo amoral en tiempo de guerra, ella representa la guerra, la guerra es lo que es amoral y provoca ese tipo de comportamientos; carece por lo tanto de sentido juzgarla o mostrarla como un ejemplo negativo. En esta novela Grimmelshausen le roba a la guerra cualquier atisbo de heroísmo: la guerra es un monstruo que no admite héroes.

      Y junto con la guerra, en esta novela y en la vida de Coraje, el viaje es el protagonista. Más mobilis que nobilis, la denominó Simplicissimus, aunque evidentemente no se refería a la movilidad geográfica. El viaje, del cual la huida es una variante, es consustancial al género de la picaresca, y las características, el alcance y la duración de esta guerra casi imponen la itinerancia. El viaje en Coraje es parte de su vida, es más, su vida, desde que a los trece se la llevaran los soldados,