Mario Amorós Quiles

Compañero Presidente


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Dos años después de la publicación del Manifiesto Comunista, Santiago Arcos y Francisco Bilbao, junto con otros intelectuales y trabajadores manuales, fundaron la Sociedad de la Igualdad, la primera organización que se propuso como objetivo el cambio social. La Sociedad de la Igualdad llegó a reunir a más de tres mil adherentes hasta que a los siete meses de su creación fue clausurada por el Gobierno conservador de Bulnes, quien declaró el estado de sitio y apresó a Arcos y a otros dirigentes. Su discurso contestatario, expuesto en su periódico El Amigo del Pueblo y transmitido también en escuelas y talleres de educación popular, alcanzó un cierto eco social.

      En el último cuarto del siglo XIX surgió ya una notable prensa obrera, a consecuencia de la llegada de las ideas marxistas y anarquistas llevadas a América por los inmigrantes europeos. En 1890 tuvo lugar la primera huelga general de la historia del país, iniciada en Iquique el 2 de julio por los estibadores y que se extendió hasta las minas de carbón de Lota y Coronel. Asimismo, una fuerza política que contaba con el apoyo de sectores obreros, como el Partido Democrático, conquistó un espacio en el Congreso Nacional y alcaldías tan relevantes como la de Valparaíso.

      La matanza de Iquique hundió durante algunos años a las organizaciones obreras, ya que las sociedades de resistencia tuvieron que soterrarse y se disolvieron las grandes mancomunales. Pero en 1911 el Partido Demócrata firmó un pacto con los partidos Conservador y Liberal Democrático que supuso la división de sus filas y la salida de los sectores obreros más combativos, encabezados por el tipógrafo Luis Emilio Recabarren, quien junto con un grupo de trabajadores de Iquique acometió la fundación de un verdadero partido de los trabajadores con implantación en todo el territorio nacional. El 21 de mayo de 1912 Recabarren, en un artículo periodístico titulado «Vamos al socialismo», llamó a los obreros del salitre a abandonar el Partido Demócrata para crear en Tarapacá «el formidable pedestal del Partido Socialista de Chile». En los días posteriores los trabajadores de 22 agrupaciones demócratas de la provincia acogieron su llamamiento (Pinto Vallejos, 1999: 315-316).

      El triunfo de la Revolución bolchevique tuvo una gran repercusión en el movimiento obrero de matriz marxista en Chile y, si en su IV Congreso de diciembre de 1921 la FOCh aprobó su incorporación a la Internacional Sindical Roja, el 1 y 2 de enero de 1922 el Partido Obrero Socialista celebró su IV Congreso en Rancagua y concluyó su proceso de adhesión a la III Internacional, por lo que, en virtud de las 21 condiciones establecidas por Lenin, pasó a denominarse Partido Comunista de Chile.

      La crisis del salitre a partir de 1919 ocasionó el cierre de decenas de oficinas, por lo que miles de trabajadores del Norte Grande se desplazaron a otros puntos del país y llevaron consigo el ideario socialista. En 1925, en medio de la peor crisis política desde 1891 (antesala de la dictadura de Ibáñez), el Partido Comunista logró elegir a su primer senador y a siete diputados. Pero el suicidio de Recabarren en diciembre de 1924 y la involución hacia posiciones sectarias minaron su influencia social durante algunos años y no se recuperó hasta una década después, cuando contribuyó a forjar el Frente Popular y optó por una línea política que mantuvo durante cuatro décadas.

      En la creación del Frente Popular tuvo una gran importancia la Guerra Civil española. Por la prensa de izquierdas, la heroica lucha de la República contra el fascismo fue seguida día a día e influyó en la gestación del clima político que permitió la conformación de una coalición de este tipo.

      En su primera etapa como parlamentario, que se prolongó hasta 1939, impulsó varios proyectos de ley sobre la alfabetización obrera y campesina, la prohibición de los monopolios, la reforma del Código del Trabajo o la creación del Consejo Superior de Protección a la Infancia y la Adolescencia (Nolff, 1993: 31). El 26 de julio de 1937 intervino en nombre de los diputados socialistas para fijar su posición frente a un proyecto de ley promovido por el Gobierno de Alessandri para establecer los servicios de medicina preventiva en el país (Quiroga, 1988: 32):

      Pienso que Chile es una sola y gran choza, en la cual sólo hay un enfermo: todo el pueblo de Chile. He recordado esto, porque pienso, asimismo, que, si bien es verdad el profesor Cruz Coke tira hoy día de la carretilla del Gobierno, no se va a producir el milagro, no va a llegar el sol a la cama del enfermo, que es el pueblo de Chile; y digo «no va a llegar el sol», porque no es sólo el sol del reposo preventivo lo que este pueblo necesita, sino que es una legislación que se aplique en su integridad, y que vaya al substratum profundo de los males sociales, y que de una vez por todas terminen con el agio y la especulación, y que rompa la indiferencia del Gobierno ante los grandes problemas de interés nacional que subsistiendo en toda su crudeza, estrangulan a los sectores medios y propulsores del país.

      Chile fue el único país americano donde las izquierdas y el centro progresista organizaron una coalición antifascista y, al igual que en Francia y España, también allí resultó vencedora, en este caso en las elecciones presidenciales del 25 de octubre de 1938, cuando la candidatura del maestro radical Pedro Aguirre Cerda derrotó por un margen de tres mil votos al derechista Gustavo Ross. El Frente Popular imprimió un viraje histórico a la economía nacional, con la puesta en marcha de la política de sustitución de importaciones y la creación en 1939 de la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO), que impulsaron el desarrollo de la industria nacional tras los graves efectos de la crisis del 29.

      En diciembre de 1938, cuando sólo habían transcurrido cinco años de su fundación y apenas hacía un mes y medio de la victoria del Frente Popular, el V Congreso del Partido Socialista dejó al descubierto la existencia de dos sectores que discrepaban sobre el papel del partido en el Gobierno de Aguirre Cerda. En aquel Congreso, que eligió a Allende como subsecretario general, los socialistas aprobaron la participación en el Ejecutivo, pero su heterogeneidad ideológica dio paso a tres lustros de divisiones y ya en 1940 un grupo de dirigentes encabezados por César Godoy Urrutia fundó el Partido Socialista de los Trabajadores (PST).

      En una de sus últimas intervenciones como diputado, en junio de 1939, Allende exhibió la oratoria didáctica que le caracterizó y expresó cuál era su concepción