Alamá, Francisco Guimerá, Agustín Cavades y Facundo Sidro Villarroig.
Votaron en total 27 personas, aunque como se ha dicho alguno tomó la palabra dos veces, como Agustín Cavades. Desde luego, hubo una multitud de pareceres, pues como se ha comentado antes los que votaban igual que otro añadían aclaraciones que, a veces, eran muy largas. Pero si tratamos de sintetizar las diferentes propuestas, podemos decir que se debatieron cuatro puntos: si se debía contestar al inquisidor ya; si para contestarle se debía esperar a la respuesta del rey, pues como se recordará la Universidad también había escrito al monarca; el tercer punto, si se debía escribir a las universidades y, finalmente, un deslinde de Adamdrat. Los dos primeros eran los de mayor fuerza, pero el distanciamiento y, en consecuencia, el aislamiento de Adamdrat fueron casi unánimes. Los catedráticos decían que debía informarse al inquisidor de que la posición en contra de la tesis del bachiller Noé había sido sostenida por una única persona. Algunos, como Manuel Locella, opinaban que también debía comunicarse esto a las universidades. Aunque el deslinde era de Adamdrat, el propio Locella dijo que Sales se había excedido en sus funciones de comisario al señalar más objeciones a la tesis. También señaló como contrario a la conclusión al síndico Madroño, pero su queja no prosperó. El acuerdo solo se centró en Adamdrat, ante un intento de curarse en salud, al ver el castigo a Adamdrat.
El resultado dio once votos a favor de esperar la respuesta del rey, quince a favor de informar al inquisidor y el resto es el voto escrito de Pérez Bayer que, al llegar con retraso, no opinaba sobre el debate más actual. A favor de esperar la respuesta del rey votaron los siguientes catedráticos: Vicente Adalid, Jaime Camarasa, Mariano Durá, José Escrig, Joaquín Antonio Gombau, Joseph Madroño, Manuel Mañez, Joseph Marín y Navarro, Gaspar Pérez Gómez, Basilio Romá y Sebastián Sales. Por el contrario, a favor de escribir al inquisidor votaron los siguientes: Vicente Agut, Miguel Alamá, Cayetano Aragonés, Jaime Belda, Joaquín Castelló, Agustín Cavades, Joseph Gascó, Francisco Guimerá, Manuel Locella, Carlos Cipriano Marín, Manuel Miralles, Pedro Pasqual Carbonell, Facundo Sidro Villarroig, Juan Sala y Rafael Llombart.
Podría parecer que se dirimía quién detentaba la jurisdicción en este asunto, el rey o el inquisidor. El doctor Carlos Cipriano Marín dijo, por ejemplo, que al ser competencia del inquisidor el rey tendría que opinar en el mismo sentido. Pero en el interior de la Universidad lo que parecía debatirse era quién había tenido la razón, si el vicerrector y los escasos catedráticos que opinaron como él o el bachiller y su presidente. Si atendemos a la propuesta de Vicente León, se estaría expresando el conflicto entre tomistas y antitomistas, e incluso una toma de partido frente al arzobispo. Los partidarios de escribir al inquisidor eran quienes consideraban agraviado al presidente del acto, el doctor Miralles y, por tanto, deseaban una satisfacción para él, incluyendo una notificación a las universidades. Podríamos pensar que estos doctores también se posicionaban a favor del arzobispo y que eran tomistas. Sin embargo, es posible que el asunto fuera más allá de la posición frente al tomismo, pues siguiendo la caracterización de Vicente León podemos ver que algunos «de los más furibundos defensores de la escuela suarista»31 se dividieron en la votación. Madroño y José Marín pidieron esperar la respuesta de rey; mientras que Llombart y Aragonés eran partidarios de contestar ya al inquisidor.
Tras recontar los votos, donde se impuso la idea de escribir al inquisidor, el claustro acordó una versión moderada, a saber, escribir al inquisidor dándole cuenta de la retractación de Adamdrat, diciéndole que nadie más había opinado como él. También se le debía informar que a las universidades solo se les había escrito acerca de la última parte de la tesis del bachiller Noé (y nada sobre el quod genuit unigenitum a Patre), y para mayor detalle que se le añadiera copia de la carta a las universidades. Sobre los demás asuntos no se le escribiría, se esperaría a la respuesta del rey.
Claustro de 29 de julio de 1777
Este día se reunió el claustro para obedecer la resolución del consejo de Castilla y para conocer la respuesta de la Universidad de Cervera.32 La resolución está fechada en Madrid el 25 de julio. Ofrece una relación de los hechos y de los documentos generados. Es interesante porque amplía la información que hemos reseñado a partir de las actas anteriores:33
– Se remitieron al consejo de Castilla dos textos: uno del municipio y otro de la Universidad. Ambos a causa del intento de defensa de conclusiones para obtener el grado de doctor por parte del bachiller Manuel de Noé y Guas.
– Otra «representación» de la Universidad de Valencia al fiscal de la Real Audiencia y censor regio, el señor Thomás Sanz de Velazco. El texto relata lo ocurrido antes y después de la impresión de las conclusiones.
– Dos «representaciones» más. Una de Manuel de Miralles y otra del propio bachiller Noé. También relatan su versión de los hechos.
– Otra «representación» del doctor Luis Adamdrat, catedrático perpetuo de teología.
– La real orden da cuenta de que se remitieron otros documentos anexos a tales representaciones.
Con todos esos documentos, la real orden da cuenta de los acontecimientos. Así como hemos visto referidos algunos documentos que no se habían mencionado en las actas del claustro, también vamos conociendo algunos datos que no se habían reportado. Por ejemplo, que las conclusiones del bachiller Manuel Noé tuvieron el permiso del rector y el reconocimiento del fiscal de la real audiencia, en calidad de censor regio. Acerca del acuerdo del claustro de explicar con mayor precisión la tesis, el Consejo dice: «por ser esta una materia en que siempre ha sobresalido la pía devoción de los españoles».34
Resulta también novedoso saber que el bachiller Noé y su presidente Miralles estuvieron de acuerdo si se añadía «a primo instanti suo concepcionis, vel sine macula conceptam», pero fue el comisario del claustro quien no quedó satisfecho con esta propuesta. Por ello fue que el sustentante decidió retirar su solicitud del grado.
La real orden sigue con el relato del claustro del 26 de junio, pero añade que, además de la Universidad, la ciudad acordó informar al rey «para que se digne tomar la Providencia que fuere más de su agrado».
El documento también nos dice que el fiscal de la real audiencia, en su calidad de censor de la Universidad, estableció en su «representación» cuáles fueron los motivos que lo movieron a dar su permiso para la celebración del acto. En primer lugar, dijo que la tesis estaba reconocida «por teólogo de esa Universidad» (supongo que se refiere a Miralles), que tenía el visto bueno del rector, que una similar se había «defendido dos años antes sin oposición alguna» y dijo también que al ser «materia estraña de su inspección», pues que solo examinaba si se «perjudican o no las regalías».
La real orden señala que en sus textos, tanto el presidente como el sustentante explicaron y fundamentaron el sentido de la tesis y, en virtud de ello, solicitaban que se admitiera al sustentante al grado de doctor, «guardándosele la antigüedad que le pertenecía», si no se le hubiera puesto tal objeción.
Por su parte, el vicerrector Luis Adamdrat explicaba, en su documento, los motivos que lo habían llevado a «separarse del Dictamen de los demás profesores, graduando dicha Proposición de contraria al Misterio, y que no debía correr».
Con toda esa información, el consejo se pronuncia de la siguiente manera:
– Informa al claustro de «que ha sido de su desagrado se intentase defender la referida conclusión, a vista de lo mandado en Auto Acordado diez y seis, Libro primero, título séptimo».
– Ha sido de su desagrado que el bachiller Noé «no se hubiese allanado a defender en su lugar la acordada por el Claustro, ni menos recogido los referidos exemplares como se le previno».
– Ordena que se recojan y archiven las conclusiones y señala que se está dando esta orden al regente de la audiencia para ejecutar dicha orden.
– También que el regente de la audiencia llame al bachiller Noé y al doctor Miralles y les haga saber que el consejo desaprueba la tesis treinta y nueve, y que en su lugar defiendan la siguiente: «Beata Virgo Maria, ab originali pecato servata fuit». Y, en