no pudo funcionar con normalidad. La ciudad, el Ayuntamiento, se hará cargo de profesores y gastos, para que sigan los estudios. Nombraría vicerrectores, examinadores y profesores interinos, les pagaría los salarios. Finalmente, en 1720 el rey devuelve el patronato a la ciudad, para evitar, según el municipio, que se perdiesen las rentas y se extinguiesen las pavordías. Cuando en 1733 se den nuevas constituciones se traducen las antiguas sin apenas retoques. Los acontecimientos políticos dieron lugar a la pérdida del derecho foral valenciano y, en un principio, del patronato municipal sobre la Universidad. Pero fue devuelto. Más tarde, se verá afectado por la tendencia centralizadora de Carlos III, con sus reformas universitarias. Se darán nuevos planes de estudio, con una concepción diferente. En los claustros de Valencia se intentó presentar un plan de estudios al rey, con falta de acuerdo entre tomistas y antitomistas. Con ocasión de la provisión de cátedras, el Consejo de Castilla impugnó en 1776 el patronato municipal sobre la Universidad… En 1784 se recuperó, gracias al rector Vicente Blasco. En diciembre de 1786 el rey aprueba su nuevo plan de estudios, notificado al claustro en marzo. Se concedía una dotación fija de renta anual del Ayuntamiento y de la mitra que administraría la Universidad. En 1827 se incorporará el patronato a la Corona.7 Sin embargo, pese a todos los avatares sufridos por la Universidad, la advocación a la Virgen permanecerá hasta 1854, año en que se decreta el dogma de la Inmaculada Concepción, mediante la bula de Pío IX Ineffabilis Deus.
LOS CLAUSTROS UNIVERSITARIOS
Una de las series documentales más importantes en los archivos universitarios es la de los libros de claustros. La Universidad de Valencia cuenta con los claustros de catedráticos; permiten conocer y comprender la Universidad, su modelo, organización y poderes, relación con la Corona, fiestas académicas y religiosas, planes de estudio, cursos, exámenes, cargos académicos, nuevas asignaturas y demás noticias o datos concernientes al estudio.8 No puede prescindirse de su análisis si se quiere hacer una historia de la Universidad no superficial. Los claustros recogen reales cédulas o disposiciones dadas por el rey y mandadas acatar por los claustrales… Son útiles para reconstruir los grupos académicos, para averiguar los juegos de poder en la Universidad, en conexión con la enseñanza en las aulas, la ciencia o los saberes, disciplina escolar, pleitos con los síndicos del Ayuntamiento, exámenes, grados, vestimenta académica, asientos. Así como aspectos de la economía de la Universidad, matrícula de alumnos, gastos o salarios del personal universitario. En muchos casos, núcleos principales de la historia de las universidades.
En estas reuniones se tratan problemas y cuestiones que afectan a los estudios. Sus actas son importantes para conocer la vida diaria. Son una fuente rica por los datos que aportan, con muchas posibilidades, sobre todo hasta el silgo XIX, en el que el poder centralizado de los reyes controla la vida de los claustros, ya iniciado con los últimos reyes del XVIII. De ahí la importancia de su transcripción para una universidad, pues facilita el estudio a investigadores. No obstante, podrían aplicarse técnicas que maximicen este arduo trabajo, lo completen y saquen el mayor rendimiento a su estudio, aportando facilidades de conocimiento al investigador y simplificando su estudio, técnicas que permitan el acceso al conocimiento de estas transcripciones, como son los estudios bibliométricos.9 Por otra parte, aunque los temas tratados por los claustros son muy variados, nuestro objeto en este trabajo partió de la obvia invisibilidad de la mujer. Consideramos que una manera de abordarlo era a través de la representación de la Inmaculada. Presentamos algunos de los esfuerzos que realizamos, y luego nos centramos en una polémica que nos devolvió a la ciencia y al juego de poderes internos y externos propios de las universidades hispánicas del XVIII.
Cabe volver a mencionar que hay varios tipos de claustros, que pueden recogerse en el mismo libro o en varios. En el siglo XVIII encontramos un claustro mayor que aprobaría o dispensaría las constituciones de las universidades, un claustro de examinadores de cada facultad que se reúnen, presididos por un prior, para establecer acuerdos o repartir propinas de los grados, así como reuniones de pavordes eclesiásticos para administrar sus rentas y distribuirlas. De otra parte, está el claustro general de catedráticos, que será el órgano de representación que recibirá reales órdenes, pero también hará llegar a instancias superiores el sentir de la Universidad y resolverá asuntos menores sobre el estudio. Estará presidido por el rector de la universidad o por el vicerrector y se celebrará en la capilla de la Universidad. Estaba formado por todos los catedráticos de esta. Además había claustros o juntas de catedráticos de las distintas facultades: claustros particulares de catedráticos de medicina, teología, filosofía y leyes y cánones.10
En definitiva, a través de los claustros podemos estudiar la composición, tipología y materias o asuntos del estudio, depositados en el archivo de la Universidad, desde el XVIII. No obstante, un tema como el que ahora nos ocupa no ha sido suficientemente tratado.11
LA INVISIBILIDAD DE LA MUJER
Es sabido que la Universidad era una institución masculina. No había mujeres universitarias… Sin embargo, a partir de nuestro trabajo de transcripción de claustros hemos determinado qué presencia de mujeres hay en las actas, fundamentalmente a través de la Inmaculada. Hemos utilizado los dos volúmenes –78 y 79– y recontamos 62 palabras referentes a las mujeres, tales como: «mujer» –y con variantes como «mujeres», «muyer», «muier»–, «princesa», «reina» –en castellano o valenciano–, «Santa» –con la variante «santes»–, virgen –con la variante «verge»–, «Ynmaculada» –con sus variantes «Inmaculada» e «Ymmaculada»–, e «infanta», «señora», «señorita», «doncella», «dama», «doña» o «Doña», todas incluyendo sus plurales.
Al mismo tiempo, y para contrastar, hemos elegido tres palabras en masculino: doctor, catedrático y señor –todas con sus plurales–. El resultado es el siguiente:
Palabras | Número total |
Señora | 457 |
Sapiencia | 360 |
Santa | 196 |
María | 66 |
Merced (Señora de la) | 43 |
Princesa | 36 |
Ynmaculada (y variantes) | 32 |
Divina | 30 |
Puríssima | 22 |
Señor | 3.732 |
Catedrático (s) | 492 |
Doctor (es) | 445 |
La comparación es abrumadora a favor de las palabras en masculino. La diferencia entre «Señor» y «Señora» es de 8 a 1. La palabra sapiencia aparece 360 veces porque alude a la capilla donde se celebraban los claustros y las actas establecen siempre el lugar donde se realizaban las reuniones, mediante fórmulas tales como: «Junta de Claustro General de Cathedráticos… celebrada en la Capilla de Nuestra Señora de la Sapiencia…» y, por lo que toca a la otra palabra más numerosa, «Santa», podemos decir que siempre refiere a la «Santa Iglesia». La mayor parte de estas palabras tienen un carácter religioso o vinculado a la Iglesia, pero algunas aparecen en tanto que familiares del rey, casi siempre para hacer rogativas por el embarazo o el buen parto de las princesas.
EN TORNO A UNA CONCLUSIÓN SOBRE LA INMACULADA
Acerca de la Inmaculada, destaca en estos libros de claustros una polémica surgida a propósito de un doctorado en teología. Se trata del caso del bachiller Manuel de Noé y Guas, que presentó entre las conclusiones que defendería una que resultó polémica