Javier Urra

Tomar el control


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Forjar la resiliencia para recuperarse de lo que inquieta y afrontarlo con criterio.

      • Aprender a mejorar las propias reacciones emocionales.

      • Forzarse hacia la serenidad, el compromiso y el coraje.

      C19 Adaptarnos a las circunstancias

      • A la agrupación de competencias que nos proveen de sabiduría interna la llamamos inteligencia emocional.

      • Podemos modificar pensamientos, emociones, sentimientos, comportamientos e incluso estructura cerebral.

      • En un mundo incierto, ambiguo, complejo, volátil, hemos de gestionar la incertidumbre, cultivar la empatía.

      • Responsabilizarnos individualmente.

      • Aprender de estas traumáticas situaciones que vivimos.

      C20 Adoptar estrategias adecuadas

      • En el momento actual, y contando con la flexibilización psicológica, desechar las de la normalidad anterior a la pandemia.

      • Invertir en investigación científica.

      • Precisamos medidas económicas, que sean éticas.

      • Hay que contratar más docentes y flexibilizar la escuela.

      • Necesitamos muchísimos más profesionales que desempeñen su trabajo en la atención personal, de ayuda, de cuidado.

      • Evitemos el riesgo consciente o inconsciente del temor al otro.

       C21 Concernidos

      • A dar respuestas de sentido, de cuál es el sentido y el objeto de nuestras vidas.

      • La pobreza daña tanto como la enfermedad.

      • La tecnología es necesaria; los valores, imprescindibles.

      • Cuidado con ensalzar y demandar prioritariamente la seguridad; no es sacrosanta.

      • La inteligencia artificial provee de información, pero es la inteligencia humana, la neuronal, la que debe tomar las decisiones.

      C22 El humor

      • No evita el dolor, pero hace más llevadero el sufrimiento.

      • Utilizar las aficiones como válvula de escape.

      • Reprogramar (sin fecha) viajes, conferencias, encuentros; no los cancelemos.

      • Reconocer que la luz puede filtrarse a través de las grietas.

      • Como pautaba Marco Aurelio, potenciar la racionalidad y la sociabilidad (no exige el contacto).

      • Posicionarse en la esperanza y el optimismo es prueba de inteligencia y voluntad.

      C23 Precisamos muchos más psicólogos

      • En atención primaria y en todo el sistema de salud.

      • Hay que educar a la ciudadanía para que aprenda a manejar sus emociones en tiempos de crisis.

      • También los expertos psicólogos deben planificar el ajuste adecuado de la percepción de riesgo, el desarrollo de hábitos higiénicos y el mantenimiento del vínculo de seguridad (denominado equívocamente distanciamiento social), así como la respuesta ante la confusa información.

      C24 Mejora de la calidad de vida y la sociabilidad

      • En 2015, un informe de la Asociación Mundial de Psiquiatría, elaborado a partir de 3000 estudios sobre la relación entre espiritualidad y salud psicológica, afirmaba que la calidad de vida y la sociabilidad mejoran con la práctica espiritual, al combatir el estrés causado por las pérdidas, la depresión y la tendencia suicida.

       Para alcanzar a ser, precisamos del prójimo, con quien compartir fraternidad.

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      EL FUTURO DE LOS JÓVENES

      Tenemos a jóvenes de 25-35 años que viven en casa de sus padres, bien por problemas económicos, bien por separaciones recientes, y que se enfrentan a una nueva crisis económica. Esto genera, por tanto, frustración, y el riesgo de que esta se cronifique y conduzca a sentimientos y comportamientos similares a los de la indefensión aprendida.

      Hablamos del futuro de los jóvenes, de la crisis y de sus secuelas. Más paro, peores sueldos. Recesión de 2008 y pandemia de 2020.

      Precariedad estructural, salarios más bajos, riesgo de que un despido temporal al inicio de un desempeño laboral se transforme en paro de larga duración.

      Desde el año 2008, los jóvenes perciben sueldos más bajos que sus mayores.

      La destrucción de expectativas de los jóvenes y el horizonte de precariedad dominante suponen una quiebra social.

      Y es que es difícil incorporarse al mundo laboral en épocas de recesión. Tanto es así que está estudiado: la inseguridad económica reduce la fertilidad.

      Precisamos un tejido industrial robusto, debemos independizarnos de una estructura económica de servicios.

      Tendríamos que —deberíamos— hacer un ejercicio de equidad, generosidad intergeneracional.

      Fijémonos en que las decisiones actuales influyen hasta en los que aún no han nacido. Se trata de una generación que vive en la incertidumbre sin saber cómo serán en 10 años las relaciones, el trabajo, el consumo.

      Un entorno muy volátil que deja a un gran número de jóvenes sin expectativas.

      Los jóvenes son los menos afectados por el virus, pero están más expuestos a las consecuencias económicas de la pandemia.

      Jóvenes, sí, con vidas aplazadas.

      Cierto es que estos jóvenes actuales están adaptados a los cambios estructurales, pero los jóvenes ven zarandeadas sus expectativas de futuro ante el seísmo que ha ocasionado la pandemia del coronavirus.

      Pérdidas de salarios y de posibilidades de empleo para los jóvenes, mientras que los trabajadores de más edad quizás intentarán trabajar durante más tiempo.

      Situación de déficit de talento por desperdicio de conocimiento, dado que los jóvenes preparados optan por la emigración.

      Los jóvenes ya viven peor que sus padres, y así seguirá siendo si no se adecúan aspectos esenciales, como los educativos y los laborales, y si no se potencia la política de empleo juvenil al tiempo que se dota de tamaño y musculatura la estructura empresarial.

      Jóvenes que forman parte del paro estructural, del desempleo crónico.

      Que no se nos olvide.

      En Madrid, a 5 de junio de 2020

       Javier Urra

      Prof. Dr. en Psicología y Dr. en Ciencias de la Salud Académico de Número de la Academia de Psicología de España Primer Defensor del Menor

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      INCERTIDUMBRE

      Una sociedad que elude reconocer su vulnerabilidad, su culpabilidad, que busca desconocer la muerte, ha comprobado que los problemas globales exigen soluciones globales. Asimismo, ha confirmado que el supuesto equilibrio entre seguridad y libertad tiende a vencerse en favor de la seguridad.

      Es