Jorg Rupke

Panteón


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de los agentes sobrenaturales a los que se dirigían, mientras que, al mismo tiempo, representaban la forma especial que adoptaban sus comunicaciones con ellos. Pero están documentados únicamente en referencias e imágenes tardías, relacionadas con ritual[2]. El papel central que jugaba el cuerpo en la actividad religiosa se muestra una vez más mediante los objetos que llevaban al lugar los actores humanos, objetos con los que habían interaccionado y que finalmente habían dejado en un lugar religioso.

      ¿De quién es esta cabeza?

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      15. Estatuas de terracota de mujeres, casi de tamaño natural, procedentes de Lavinio-Pratica di Mare, siglo V a.C. akg-images/De Agostini Picture Lib./G. Nimatallah.

      La calidad de estas cabezas muchas veces dejaba que desear. La parte de atrás y los laterales se quedaban sin tratar. Después de varios cientos de copias, los moldes se gastaban y, a menudo, reproducían fallos que luego solo se retocaban de manera superficial. No estaban pintadas y casi nunca inscritas: todo apunta a clientes con un poder adquisitivo limitado y con un nivel de alfabetización deficiente. Muchas se adaptaban según la necesidad de los clientes, mientras que otras tenían un acabado personalizado para mostrar los rasgos personales, como si fueran un retrato. A pesar de esas diferencias, el mensaje que se transmitía, tanto a los dioses como a los humanos, mediante la exposición de las cabezas era de una naturaleza semejante: a pesar de toda la espléndida arquitectura y decoración, a pesar de todo lo que sabemos sobre los mecenas de ese lugar y de su posición en tanto miembros de unas elites económicas, militares, políticas –y ahora, como colofón, religiosas–; a pesar de todo eso, el mensaje era «¡Nosotros también estamos aquí!». A muchos de estos actores no se les escaparía que, en algún momento, sus cabezas se retirarían o se descolgarían, se arrojarían a pozos y huecos, pero, a pesar de todo, se apropiaban de esos lugares evocadores de poderes sobrehumanos y de potentados humanos. Legitimados por el hecho de que estaban ejecutando actos religiosos, tomaban de esta manera posesión de estos lugares extraordinarios donde era posible comunicarse con los seres divinos.