Eduardo Garzón Espinosa

La otra economía que NO nos quieren contar


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visto la luz.

      Mi hermano, Alberto Garzón, a quien dedico este libro, fue la primera persona que me dio a conocer una visión alternativa de la economía (y lo hizo incluso antes de que yo comenzara mi carrera de Económicas). Gracias a su entusiasmo y a la orientación que me brindó, comprendí que era posible –además de necesario– articular una forma de organizar la economía que fuese justa y respetuosa con los derechos humanos. Desde entonces, y al igual que él, nunca he dejado de trabajar por esa meta tan anhelada.

      Durante mi paso por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Málaga aprendí mucho de este tipo de economía gracias a los integrantes de la Asociación de Economía Crítica –y a otros profesores de entornos cercanos– que vinieron a mi tierra a iluminarnos con diversas conferencias y debates, así como a las diversas actividades que organizábamos los estudiantes de la asociación malagueña. Merece especial mención el catedrático Juan Torres y el internacionalmente reconocido Vicenç Navarro, de quienes aprendí (y sigo aprendiendo) notablemente. Durante esta época también pude enriquecer mis conocimientos gracias a mis compañeros de la asociación ATTAC y a los artícu­los y documentos que muchos analistas heterodoxos plasmaban en medios alternativos como Rebelión.

      Ya en Madrid, pude multiplicar mis conocimientos de economía heterodoxa gracias al máster de Economía Internacional y Desarrollo de la Universidad Complutense de Madrid, mereciendo especial reconocimiento mis profesores Enrique Palazuelos, Rafael Fernández y Bibiana Medialdea. Fue precisamente durante esta etapa de mi vida –concretamente en 2012– cuando conocí la existencia de la Teoría Monetaria Moderna (a pesar de que esta tenía ya más de 15 años de vida). Curiosamente, este descubrimiento no vino de la mano de mis canales habituales de formación e información, sino que fue gracias a la recomendación que me hizo un compañero de ATTAC, Jorge Amar, al que todavía ni siquiera había visto en persona. Cuando comencé a leer el libro Los siete fraudes inocentes capitales de política económica de Warren Mosler –uno de los fundadores de la Teoría Monetaria Moderna– y ver que se decían cosas muy contraintuitivas y alejadas de lo que siempre había aprendido, pensé que, o el autor nos estaba tomando el pelo, o que lo que siempre se había enseñado en economía era radicalmente falso y que todavía me quedaba mucho por aprender. No sorprendo a nadie si digo que la opción correcta era la segunda.

      Desde entonces he estado formándome todo lo posible en este nuevo enfoque económico, y eso lo he logrado gracias a las enseñanzas de todos sus autores, aunque quienes más me han aportado han sido Randall Wray, Warren Mosler, Bill Mitchell y Pavlina Tcherneva, a quienes he tenido la suerte y oportunidad de conocer y conversar en persona. Y, por supuesto, también he podido aprender mucho de mis compañeros de la asociación RedMMT, destinada a difundir las tesis de la Teoría Monetaria Moderna. Gracias a todos ellos por su trabajo e inspiración.

      Introducción

      La Teoría Monetaria Moderna (TMM) nació a finales de los años noventa del siglo xx, pero no fue hasta 2012 cuando apareció en mi vida, de la mano del libro Seven Deadly Innocent Frauds of Economic Policy (Los siete fraudes inocentes capitales de la política económica) de Warren Mosler. Comencé a leerlo por una simple recomendación y sin esperar mucho de él, pero lo que descubrí en su interior cambió profundamente y para siempre mi visión sobre la economía.

      Creo importante recalcar que eso no quiere decir que aquel fuese mi primer acercamiento a la economía crítica o heterodoxa. De hecho, desde el primer momento de mi aproximación al mundo económico (e incluso antes) y especialmente gracias a la influencia de mi hermano Alberto Garzón y de la Asociación de Economía Crítica, enfoques tan poco convencionales como el marxista, el poskeynesiano, el feminista o el ecologista formaron parte de mi formación. Sin embargo, lo que iba viendo en la Teoría Monetaria Moderna impugnaba una parte fundamental de esta economía heterodoxa (no digamos ya de la economía ortodoxa), y eso era lo que más me fascinaba. Concretamente esa parte era la referente a la dimensión fiscal, monetaria y financiera. Yo, que me creía más o menos vacunado frente a muchos de los irreales planteamientos de la economía convencional, constataba con sorpresa y horror que el mundo heterodoxo también adolecía de importantes fallas analíticas y que caía en los mismos errores que el mundo ortodoxo (unos errores que, casualmente, iban a favor de los intereses del statu quo y de la elite). Fue entonces cuando me di cuenta de que la TMM presentaba un enorme campo de investigación y de exploración que no sólo hacía posible detectar importantes hallazgos académicos (sin ir más lejos, para eso hice mi tesis doctoral), sino que también se presentaba muy útil de cara a la transformación política.

      En efecto, la TMM está de moda en el ámbito académico y político y sin duda ganará mucha más importancia en el futuro por lo rompedora y polémica que resulta. De hecho, hay muchos economistas que creen que este enfoque teórico se convertirá en el nuevo paradigma económico de la siguiente generación. Aunque sus inicios se remontan a hace más de 20 años, no ha sido hasta hace un par cuando ha aparecido en escena con mucha fuerza; especialmente en Estados Unidos, donde economistas ganadores del Premio Nobel, presidentes de bancos centrales y otras personalidades importantes se han visto obligados a posicionarse públicamente a favor o en contra de dicha corriente económica.

      Esta notable y creciente popularidad llama mucho la atención porque hacía muchas décadas que un enfoque económico más o menos delimitado no se hacía tanto hueco en el debate público. Y esto en buena medida se ha debido a dos características de la TMM que la hacen especial: la primera es que con una narrativa muy clara echa por tierra las ideas que se han utilizado para aplicar políticas de austeridad en los últimos años, lo que la hace muy atractiva para los políticos (de hecho, algunos, tan importantes como Bernie Sanders o Alexandria Ocasio-Cortez, incluyen este enfoque en sus programas), y la segunda es que, debido a que sus mensajes a veces pueden parecer simples o contraintuitivos, suele ser caricaturizada, lo que ha impulsado todo tipo de burlas y descalificaciones por parte de muchas personas.

      Precisamente debido a esto último, creo que un libro escrito en un lenguaje claro y orientado a todo el mundo sobre la Teoría Monetaria Moderna puede resultar de bastante utilidad, pues antes de hablar de algo hay que conocerlo bien. Desgraciadamente, muchas de las críticas que se ven por ahí no son rigurosas porque sus autores no han entendido bien (o no han querido entender bien) lo que de verdad se propone desde esta perspectiva económica. También ocurre que algunos de sus defensores caen en la exageración de sus virtudes, dando la sensación de que hablan de una fórmula mágica que acabará con todos los problemas económicos, cuando tampoco es eso. De ahí que mi objetivo sea explicar con mucho rigor, pero también con mucha claridad y sencillez, qué es lo que se propone desde la TMM, para entenderla lo mejor posible y así luego poder hacerse una opinión formada y solvente sobre ella, y no solamente un juicio de valor apresurado.

      Vaya por delante que yo soy bastante partidario de los postulados de este enfoque, aunque también soy crítico con algunos de ellos. No podré ser imparcial del todo, pero trataré de ofrecer una información lo más aséptica y libre de juicios posible, y con muchas referencias externas para que el lector pueda complementar por otros canales todo lo que iré explicando. Además, la TMM no está exenta de debilidades e imperfecciones, e identificarlas y abordarlas será también objeto de este libro. Para ello no sólo iré mostrando qué dicen los defensores de esta perspectiva económica, sino también qué dicen sus críticos. Sólo de esta forma podremos hacernos una idea lo más completa y solvente posible.

      Creo que la principal virtud que tiene la TMM es que ofrece una revolucionaria forma de pensar la economía; una que permite abandonar muchos de los mitos que la teoría económica convencional instaló en nuestras mentes hace tiempo, y en los que todavía muchas personas progresistas o de izquierdas creen erróneamente. Como aperitivo adelanto algunos de estos mitos (que seguro que muchos lectores creerán que son verdad y no falsedades): «la austeridad es necesaria para que las cuentas públicas se saneen», «el Estado tiene que recaudar impuestos para poder realizar sus gastos», «el envejecimiento de la población pone en riesgo nuestras pensiones públicas», «los sueldos de los empleados públicos son pagados con los impuestos que pagan los trabajadores del sector privado», «crear dinero genera siempre inflación», «el Estado no puede estar siempre en número rojos porque las familias y las empresas no