Alejandra de la Fuente

La España precaria


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privilegiada.

      Por eso cuando una persona lo encuentra es un afortunado, aunque eche más horas que un reloj, no le guste lo que esté haciendo, no se sienta desarrollado y/o se lleve mal con sus jefes. Esa persona, ese privilegiado, debe callarse para mantener el trofeo de lo que significa a día de hoy tener un trabajo, porque seguramente lo haya conseguido después de una dura competición en esa jungla precaria a la que llamamos mercado laboral. Habrá tenido que aceptar condiciones que en otros momentos no se hubiesen aceptado, y el miedo a perder el trabajo será uno de los factores que fomenten el silencio.

      Parece que tener un empleo ya no es una necesidad vital para muchas personas que necesitan pagar facturas, comer todos los días, vestirse, comprarse un libro o tomarse una copa de vino de vez en cuando. Ahora parece que tener uno que te permita pagar las facturas y tomarte esa copa de vino es una concesión a la que sólo pueden acceder unos pocos.

      Como desarrollaré en el resto de capítulos, en España hay un gran número de trabajadores pobres que viven en la precariedad pese a tener empleos. De hecho, cuatro de cada diez trabajadores son precarios, según UGT, y el 75 por 100 de las familias españolas no llega con solvencia a fin de mes, según una encuesta de la OCU. Otros tantos cabalgan entre la temporalidad, el desempleo y el trabajo en negro, y otros muchos renuncian a su vida social y familiar sólo para tener un trabajo que les cubra lo mínimo y necesario para vivir.

      Ante esta situación, ante este mercado laboral –por llamarlo de alguna manera–, encontramos a jóvenes en casa de sus padres, frustrados por no tener una vida independiente; a ciudadanos con falta de derechos laborales por estar trabajando en B sin estar dados de alta en la Seguridad Social; a trabajadores que el día 20 de cada mes se quedan en números rojos; a personas que tienen que compartir piso con cuarenta años, y a jóvenes –y no tan jóvenes– que se marchan de España en busca de algo mejor (o simplemente algo) tras muchos intentos fallidos de quedarse en su país con un trabajo que les permita vivir.

      Algunas de las consecuencias de la precariedad laboral son visibles en nuestro país, pero otras muchas no, porque cada uno de nosotros, sobre nuestras espaldas y en nuestro cerebro, llevamos a cuestas la ansiedad de no llegar a fin de mes, el miedo a ser despedidos, la incertidumbre de dónde estaremos el mes que viene y la frustración y la resignación de luchar contra algo que parece que no cambia.

      En este capítulo abordaré lo que tenemos que hacer los ciudadanos para conseguir un trabajo, incluso para conseguir un mierda job: luchar, tragar y callar.

      La competición de buscar trabajo en una jungla precaria en la que piden multitud de requisitos

      Según terminamos los estudios, nos sueltan a la jungla del mercado laboral; nosotros, unos pollitos que no hemos oído hablar prácticamente de nada relacionado con el mismo. Algunos trabajamos para poder pagarnos los estudios , pero pese a ello la experiencia fue exactamente la misma: prácticamente todos hemos sido unos pollitos en mitad de una jungla llena de depredadores. Ni en la ESO ni en el Bachillerato se da ningún tipo de aproximación al mercado laboral. Sólo en Ciclos Formativos se imparte la asignatura de Formación y Orientación Laboral (más conocida como FOL), que desarrolla las nociones básicas del mercado de trabajo. Por eso es muy fácil que aceptemos trabajos con cláusulas más o menos abusivas y pasemos por el aro en determinadas cuestiones que, si conociéramos, no firmaríamos (o, por lo menos, nos lo pensaríamos dos veces antes de hacerlo).

      Al final, nos encontramos con toda nuestra ilusión (que luego, en muchas ocasiones, se convertirá en desesperación y frustración) buscando trabajo en un mercado que sólo nos ofrece precariedad, temporalidad y prácticas.

      Sección premium del portal de JobToday dedicado a la búsqueda de empleo.

      Además, todas las partes se aprovechan de las personas que buscan trabajo y de su necesidad de trabajar. También las páginas de búsqueda de empleo. En muchas de ellas tienes que pagar si quieres que tu candidatura se vea o incluso sólo por poder postular a las ofertas de trabajo, como podemos apreciar en la imagen de la página anterior.

      Aprovechándose de la precariedad y de la necesidad de encontrar empleo, muchas empresas piden multitud de requisitos para poder acceder a un puesto de trabajo. Básicamente, el futuro trabajador debe ser una persona que sepa de muchísimas cosas, que esté dispuesto a darlo todo por la empresa y a coger el teléfono a cualquier hora del día por muy poco dinero al mes.

      Cuestionario de una oferta de trabajo en la página de búsqueda de empleo Infojobs.

      La siguiente es una oferta real encontrada en Findablogger, en la que piden cinco años de experiencia, disponibilidad completa por Whats­App, correo electrónico y teléfono, y en la que pagan 1.000 euros al mes por un trabajo de coordinador. Una de las numerosas ofertas en las que no existe reciprocidad entre la experiencia y el salario que se ofrece.

      Oferta de empleo encontrada en la web de Findablogger.

      Como esta, se pueden encontrar muchas más en la red en las que se piden muchísimos requisitos a cambio de muy poco dinero.

      Oferta de trabajo obtenida de la página de búsqueda de empleo Infojobs.

      Otro tipo de ofertas muy comunes en las páginas de empleo son aquellas en las que se paga por un trabajo pese a que, en realidad, los empleados tienen que hacer las funciones de varias personas.

      En Mierda Jobs he podido hablar con muchísimos empleados que realizan labores correspondientes a dos o tres puestos distintos, como fue el caso de una mujer interna en casa de un matrimonio mayor que tenía que hacer recados a los nietos de esos señores y limpiar la casa de una de las hijas.

      Oferta de trabajo obtenida de la página de búsqueda de empleo JobToday.

      El «mejor esto que nada»

      «Mejor esto que nada» es una de las muchas frases que se utilizan cuando una persona está o va a estar en una situación de precariedad laboral; obviamente, no tener nada es peor que tener un sueldo bajo que permita al ciudadano comer y poder vestirse, pero el problema es que esa frase se utiliza como pretexto para todo.

      En mi opinión, son dos los problemas que se ponen de manifiesto: en primer lugar, el uso de esta frase para legitimar el seguir precarizando a los trabajadores y, en segundo, el problema de dónde poner el límite, difuminando a la baja el trabajo y la explotación. Si se sigue perpetuando la idea de «mejor eso que nada», ¿qué panorama podemos esperar? Es importante romper esta inercia, porque a lo mejor el «eso es mejor que nada» puede convertirse en ilegal, en una explotación total a los trabajadores. De hecho, esta tendencia de explotación bajo esa y otras afirmaciones similares es