José Luis Gonzalo Marrodán

Traumaterapeutas en la caja de arena


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en un ámbito comunicacional en el cual el significado está siendo continuamente coelaborado. […] El analista está emocional y corporalmente inmerso en un terreno compartido con el paciente. […] La intersubjetividad incluye la toma de conciencia de un concepto central para el pensamiento relacional: la cocreación, la suposición de que las interpretaciones, la percepción y la comprensión dependen del ajuste intersubjetivo particular de cada díada única. Incluso si lo objetivo existe, solo el paciente y el terapeuta pueden conocerlo de manera subjetiva. […] Los modelos más antiguos del psicoanálisis no consideran las implicaciones de la subjetividad del clínico y que el observador-terapeuta es parte de la terapia. La experiencia del analista se mide por el grado en que puede facilitar la exploración de la dinámica intersubjetiva de un tratamiento para ayudar al paciente a obtener una mejor comprensión de las relaciones, internalizaciones, repeticiones y barreras para el cambio deseado». Es estimulante y reconfortante saber que el modelo de Barudy y Dantagnan, a partir del cual trabajo, incorpora desde sus orígenes este reconocimiento y respeto al otro como un sujeto. Personalmente, me encanta cuando Kuchuck (2021) afirma que el profesional es un «relacionalista» y no un «analista». En resumen, todo esto nos sirve para concluir que las interpretaciones de las cajas de arena son cocreadas entre el paciente y el terapeuta.

      Por ello, a lo largo de las sesiones de la terapia, se puede profundizar en el entendimiento de las diferentes escenas construidas por los pacientes y en la cocreación de los significados. Se pueden vincular también los diferentes significados atribuidos a los mundos en la arena con el «ámbito personal» de aquellos (Rae, 2013), es decir, con los asuntos que los traen a la consulta. Normalmente, esto se hace en las fases finales, cuando la terapia se centra en la elaboración psicológica o la «reintegración resiliente» (Puig y Rubio, 2011; 2015) de los contenidos traumáticos o los problemas emocionales de los pacientes, como hacemos en el bloque III del modelo de traumaterapia de Barudy y Dantagnan (2017). En cualquier caso, esta labor suele llevarse a cabo después de que las personas en terapia creen una o varias cajas de arena. La decisión relativa a cuántas cajas de arena hace falta hacer antes de revisarlas y reexplorarlas dependerá de cada paciente, su salud mental, capacidad para poder elaborar psicológicamente, habilidades de regulación emocional, contexto de vida, apoyo psicosocial y el grado de motivación e interés que aquel tenga. Es necesario que esta decisión la tomen ambos, paciente y terapeuta, de común acuerdo. Dado que esta fase interpretativa y de reintegración de la historia de vida traumática la hacemos dentro del modelo de traumaterapia de Barudy y Dantagnan, en el bloque III, quiero insistir en que hemos de cerciorarnos bien de que los clientes estén preparados para hacer este trabajo, hayan desarrollado habilidades autorregulatorias, cuenten en su contexto de vida con una red de apoyo y el vínculo terapéutico sea sólido y seguro. Hay pacientes con alta capacidad de reflexión y de regulación que pueden y prefieren hacer esta tarea después de que han creado un número pequeño de cajas; en cambio, otros, dadas sus características y circunstancias personales, necesitan hacer un proceso de construcción de varias cajas de arena para, pasado un tiempo, cuando este trabajo no verbal se haya asentado en su psique, profundizar en la interpretación. Algunos pacientes han podido ver con claridad lo que sus cajas significaban meses e incluso años después.

      Ahora bien, como ya he dicho en otras ocasiones, esta unión explícita entre el mundo en la arena y el «ámbito personal» (Rae, 2013) de los pacientes (cotejar toda la información surgida y buscar las asociaciones entre los mundos en la arena y sus vidas personales) no es una tarea imprescindible para que la caja de arena funcione y logre cambios positivos en los clientes. Hay algunos, como hemos dicho, que necesitan un tiempo para que todo lo que han construido se asiente en su mente; por lo que las coexploraciones más profundas en la arena suelen proponerse en las fases finales de la terapia, cuando se acomete el trabajo de elaboración psicológica (bloque III o de «reintegración resiliente» [Puig y Rubio, 2011; 2015], dentro del modelo de traumaterapia de Barudy y Dantagnan).

      Tras la creación de una o varias cajas de arena, nuevas preguntas y revelaciones pueden emerger de manera espontánea a lo largo del tiempo, por lo que, posteriormente, se puede volver a trabajar con las personas respecto de las fotos o los vídeos grabados en las sesiones (con el correspondiente consentimiento informado firmado por el paciente). Las preguntas que se proponen para el desentrañamiento de los significados de los mundos en la arena son mentalizadoras (Bateman y Fonagy, 2018), como «preguntar y no saber», tratando de generar curiosidad. Son preguntas abiertas y con interrogación retórica en las que no se ejecutan afirmaciones taxativas por parte del terapeuta (ver epígrafe 7).

      En el bloque III o de «reintegración resiliente» (Puig y Rubio, 2011; 2015) se puede proponer a los pacientes que necesiten profundizar en sus cajas de arena un análisis de los símbolos universales (Robertson, 2002) que pueblan el «inconsciente colectivo» de las personas (arquetipos, de acuerdo con Jung [Jung, 2019]). Son los símbolos que revisten la misma importancia para cualquier ser humano, sea del país o de la cultura que sea. Hay algunos clientes que, para explicarse a sí mismos, necesitan recurrir a narraciones basadas en la cultura popular, la mitología y/o personajes de la música, el cine, los videojuegos… Un ejemplo espontáneo de esto lo vemos en la transcripción de la primera coexploración de la caja de arena de Lucas, de doce años (recuadro 2.1).

      A modo de conclusión, ha quedado patente que esta labor de búsqueda de significados es un esfuerzo conjunto en el que participan colaborativamente tanto el paciente como el terapeuta, siendo el primero el experto en su caja de arena. Él es quien, en última instancia, debe encontrar sentido a los significados y estos lo tienen que ayudar a entenderse, aliviar los síntomas, comprender sus problemas emocionales y/o elaborar contenidos e historias traumáticas de vida. Como ya he dicho, se puede trabajar terapéuticamente con cada caja de arena o tras hacer un conjunto de varias cajas a lo largo de la terapia (combinando esta técnica con otras, de acuerdo con las necesidades de los pacientes), aprendiendo a regularse emocionalmente y a desentrañar los posibles significados y su relación con aquellos asuntos que impelen a los pacientes a acudir a terapia. Normalmente, es un proceso que lleva tiempo y, en general, con una sola caja de arena no suele bastar; a veces se requiere de la ejecución de varias cajas durante la terapia. Por lo tanto, es un arte que precisa entrenamiento y pericia.

      Si el terapeuta no ha hecho sus propias cajas de arena, no debe hacerlas con sus clientes. Tampoco estoy a favor de las formaciones online, solo si sirven para exponer conocimientos teóricos. Porque toda formación en esta técnica debe contemplar horas presenciales donde cada participante experimente lo que es hacer su propia caja. Es la única manera de conocer genuinamente lo que es esta técnica. Estoy de acuerdo con Beatriz San Millán, psicóloga y traumaterapeuta, colaboradora de este libro, cuando afirma que «todas las personas que trabajamos con otras personas en terapia tenemos que experimentar aquellas herramientas que usamos con ellas. Solo así podremos acompañar con el respeto y cuidado necesarios». Toda formación que no contemple el trabajo vivencial con la persona del terapeuta es una formación insuficiente e incompleta.

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      Caja de arena de Lucas.

      Recuadro 2.1 Un mundo de Star Wars

      Terapeuta: Bueno, Lucas, este es tu mundo en la arena, ¿no? ¿Quieres hablarme de tu mundo, qué me puedes decir sobre él?

      [Silencio.]

      Lucas: Es algo… doble. Esto [a la izquierda de la foto] son los malos contra los buenos y esto otro [derecha de la foto] los buenos contra los malos.

      Terapeuta: [Reflejando.] Aquí son los malos contra los buenos y aquí los buenos contra los malos… [Señalando.]

      Lucas: Y se cambian los papeles depende de donde estén…

      Terapeuta: [Reflejando.] Se cambian los papeles depende de donde estén, ¡ajá! ¿Hablamos de alguno de los dos lados, te parece? ¿O qué prefieres decirme?

      [Silencio largo.]

      Terapeuta: Parece que los dos lados están divididos por unos