Stefano Vignaroli

Delitos Esotéricos


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o mejor, como bruja, nunca han conseguido recoger pruebas suficientes y, por lo tanto, están totalmente a oscuras. Esta noche, en el bosque cerca de Triora, se ha producido un incendio que ha llegado a amenazar la casa de la misma Aurora. Cuando acabaron las operaciones de extinción, los bomberos encontraron el cadáver carbonizado de una mujer. Creo que ya el médico legal y la científica están en el lugar. Esta vez nada de carabinieri y RIS4, la investigación es nuestra. Precisamente debido a tus estudios sobre el esoterismo y las sectas, el comisario jefe de Imperia ha pedido tu presencia y este delito, quién sabe en base a qué casualidad, ha sido cometido coincidiendo con tu llegada. ¡Ahora debemos ponernos a trabajar, y no poco!

      En efecto, después de algunos años de intenso trabajo con la unidad canina, el equipo consiguió llegar a estar tan bien adiestrado y ser tan eficiente que yo me pude permitir tener tiempo para mis cosas y volver a la facultad de Derecho en Macerata. Sabía que con la licenciatura podría aspirar a un importante avance en mi carrera pero no era esto lo que me empujaba a estudiar, sino mi innata pasión por la criminología, que sólo era superada por la de los perros. Me interesaban en particular los crímenes cometidos por los adeptos de las sectas llamadas esotéricas. Partiendo del episodio de las Bestie di Satana5, ocurrido unos años antes, en el que unos matones, para encubrir al asasino de una muchacha y despistar la investigación, habían escenificado misas negras y ritos satánicos, había comenzado a estudiar las auténticas sectas esotéricas. Había intentado llegar al fondo, para hacerme una idea de cuáles fuesen sus orígenes, que se perdían en la noche de los tiempos, para comprender qué se ocultaba detrás de sus ritos y de qué delitos eran culpables sus adeptos en el pasado, tanto cercano como lejano. En Italia, la Liguria era uno de los lugares donde se sabía que algunos adeptos todavía se reunían y practicaban en secreto sus rituales, que a veces preveían sacrificios de animales o de personas. La Inquisición había combatido a las sectas hasta bien entrado el siglo XVII, condenado a muerte a los seguidores con la acusación de herejía o de brujería. Todo esto me fascinaba de manera particular, así que, con mi tesis que tenía por título Sectas esotéricas y crímines perpetrados por sus adeptos, me licencié en julio del 2008 con la máxima puntuación.

      Así que, justo en virtud de estos estudios míos, ahora, sin ni siquiera haber pasado un año desde la licenciatura, había sido llamada para cubrir el cargo de comisaria en el distrito de policía de Imperia, justo en aquella zona donde todavía existía una inmensa actividad ligada a las sectas.

      A través de la ventanilla veía desfilar, uno tras otro, diversas salidas de la autopista. En unos pocos minutos estábamos ya más allá de la salida de Savona, para continuar a gran velocidad hacia Imperia.

      ―¿Por qué en todo esto los investigadores ven la sombra de las sectas? ―pregunté, dejando a un lado mis pensamientos ―En definitiva, si consideramos las Bestie di Satana, famosas en esta zona, podemos comprender perfectamente que son todo montajes y que el esoterismo no tiene nada que ver.

      ―En este caso, en cambio, hay elementos fundados para pensar en una secta, aunque toda la trama, que comenzó hace muchos años, permanece en la oscuridad. Nunca se han encontrado cadáveres, hasta el de hoy y, en base a este nuevo elemento, se puede comenzar a pensar que también las personas desaparecidas precedentemente hayan sido todas asesinadas, pero los delitos han sido tapados, en su momento, de manera impecable. Esta noche, quizás, ha ocurrido algo imprevisto y el asesino, o los asesinos, no han conseguido esconder el cadáver, como en los otros casos. Quizás han intentado echar a las llamas el cuerpo de la víctima pero un cambio imprevisto del viento, que por esta parte no es infrecuente, ha desencadenado un incendio descontrolado. Consideramos que fue la misma Aurora quien pidió ayuda porque su casa estaba siendo amenazada por el incendio.

      ―¿Cuál es su coartada? ¿Sabemos lo que ha contado?

      ―Ha dicho que volvió muy tarde, por haber estado cenando en un restaurante en el valle y que, acercándose a su casa, avistó la luz rojiza del incendio. Ha llamado al 112 con su teléfono móvil cuando estaba aún a un par de kilómetros de casa.

      ―Bien, haremos las comprobaciones oportunas. Pero háblame de las personas desaparecidas anteriormente.

      ―Nos llevaría mucho tiempo contar todo de manera detallada. Intentaré resumirte las cosas lo más posible, luego ya tendremos la ocasión de ecxaminar todo el material que nos ha sido enviado por la jefatura y el tribunal. Hay un bonito dossier que estudiar y ya está en el escritorio. La primera persona de la que se perdió el rastro fue aquella que vivía en la misma casa de Aurora y que se hacía llamar con el mismo nombre. En el año 1989 esta señoa de sesenta años, famosa como quiromante, herborista, sanadora, vidente, maga, decidió ir a las montañas del Nepal para llegar a un templo en el que debería regenerar su espíritu, su proprio cuerpo y su alma. Llegó a Katmandú junto con una seguidora suya, una joven rumana, una tal Larìs Dracu. Las dos mujeres pagaron a unos serpas que las acompañaron hasta un cierto punto. Cuando insistieron para ir hacia una zona inexplorada, prohibida a los serpas por sus creencias religiosas, éstos últimos las dejaron solas, diciendo que les esperarían durante tres días, después de lo cual les darían por perdidas. No se supo nada más de las dos, pero después de unos meses se presentó en Triora una veinteañera que decía ser la nieta de Aurora. Apelando a la homonimia, se arrogó el derecho de tomar posesión de la casa de la abuela. También esta joven Aurora parecía que tenía poderes sobrenaturales pero mucho más potentes de los de su presunta antepasada. Los pocos habitantes del lugar, que habían conocido a Aurora de joven, no pudieron dejar de notar la extraordinaria semejanza de la joven con la anciana desaparecida, tanto era así que muchos se convencieron de que la bruja habia encontrado, en su viaje a Nepal, un elixir de juventud, y que había conseguido rejuvenecer en el aspecto hasta volverse una muchacha. Pero, a parte de esto, en los bosques de alrededor de Triora comenzaron a ocurrir extraños episodios. Se decía en el pueblo que, en las noches de luna llena, las brujas volvían a practicar sus Aquelarres, convocados justo por la joven Aurora. Aparte de los Aquelarres, eran muchas las visitas que recibía Aurora en su casa. Además de los postulantes que pedían remedios a base de hierbas para la curación de las enfermedades, o elixires de todo tipo para resolver problemas amorosos, de vez en cuando llegaban personas particulares, hospedadas por ella como adeptos de una secta esotérica, de la que no recuerdo el nombre. Estos sujetos, fundamentalmente mujeres, llegaban al lugar con el fin de adquirir el saber en la antigua biblioteca, que siempre había sido conservada celosamente en la casa de Aurora por sus antepasadas, y poco poco enriquecida por las mismas en el curso de los siglos. Una de estas jóvenes mujeres, Mariella Carletti, llamada La Rossa, en el año 1997 salió de un pequeño pueblo de Abruzzo, en el que ya era famosa como curandera y vidente, dejando dicho que llegaría a Triora con el fin de superar las arduas pruebas que le consentirían convertirse en una adepta del séptimo nivel, uno de los más altos, y que regresaría con poderes que nadie habría imaginado. Nunca volvió. En Triora, esta hermosa muchacha, alta, de fluida cabellera rojo fuego, los ojos azul claro, la tez pálida y llena de pecas, no pasó inadvertida. Al atardecer del 21 de junio, fecha que coincidía con el solsticios de verano, se dirigió al bosque donde se dice tenían lugar los Aquelarres, después de lo cual desapareció. Un detalle interesante es que aquella noche hubo un conato de incendio pero muy limitado. Parece ser que se quemó un camión en desuso desde hacía tiempo pero el hecho no consiguió ser conectado de ningún modo con la desaparición de la muchacha. La carcasa quemada del camión todavía está allí, nunca fue retirada. El caso, en su momento, fue archivado como la obra de unos gamberros. En el año 2000, tres periodistas, dos hombres y una mujer, de una famosa publicación mensual de tirada naciona que tiene la sede y la redacción en Genova, quisieron llevar a cabo una pequeña investigación sobre la desaparición de la muchacha, ocurrida tres años antres. Con la excusa de un reportaje sobre brujas y brujería en Triora, se plantaron con una tienda canadiense justo en el bosque donde se reunían las brujas, cerca de la Fonte della Noce, con la esperanza de asistir a algún rito satánico o algo por el estilo. Durante unos días recogieron informaciones sobre el proceso puesto en marcha contra las brujas de Triora hacia finales del XVI. También intentaron obtener una entrevista exclusiva con Aurora que, sin embargo, no la concedió.

      La noche entre el 20 y el 21 de agosto los tres periodistas desaparecieron en circunstancias misteriosas. En el