de Tycho en 1601, de la obstrucción de sus herederos, que pretendían que él limitara su trabajo a la confirmación del sistema de Tycho y le obligaron por tanto a un complejo y delicado equilibrio en la confección de su Astronomia nova
Todo lector, pues, independientemente de sus motivaciones e intenciones últimas, obtendrá gran provecho de la lectura de esta obra. Para una posible profundización ulterior, especialmente de aquellos interesados en el papel y la función de Kepler en el desarrollo de la revolución científica contemporánea y en un conocimiento más profundo de su pensamiento, se nos permitirá, a modo de conclusión, efectuar unas rápidas consideraciones bibliográficas con vistas a remitir al lector a algunos de los más importantes resultados de la última investigación kepleriana, que no aparecen recogidos en la «Bibliografía» conclusiva, que en lo fundamental permanece anclada, como hemos adelantado, en la recogida por Gingerich en la traducción inglesa de 1993.
En el capítulo de traducciones, la «Bibliografía» merece ser completada, en lo que a traducciones alemanas se refiere, con dos importantes ediciones aparecidas en estos últimos años: Über den neuen Stern im Fuß des Schlangenträgers [trad. de De stella nova in pede Serpentarii, 1606], traducción de Otto y Eva Schönberger y Eberhard Knobloch, epílogo de E. Knobloch, Würzburg, Königshausen & Neumann, 2006; Kurze Darstellung der copernicanischen Astronomie [Epitome astronomiae copernicanae, 1618-1621], traducción de Otto y Eva Schönberger y Eberhard Knobloch, epílogo de E. Knobloch, Würzburg, Königshausen & Neumann, 2010. A ellas se puede unir, Vom wahren Geburtsjahr Christi, traducción asimismo de Otto y Eva Schönberger, Rahden/Westfalia, Verlag Marie Leidorf, 2016, traducción del escrito cronológico con que concluía el De stella nova –omitido en la traducción anteriormente reseñada– y que demuestra que Cristo nació cinco años antes de la fecha tradicionalmente aceptada. Puede ser que el lector español encuentre por la red alguna mención de traducciones españolas de dos importantes obras de Kepler: Sobre la estrella nueva aparecida en el pie de Serpentario, Málaga, 2009, y Tres memoriales sobre los cometas [presunta traducción de De cometis libelli tres, 1619], Málaga, 2009. Es mejor que se olvide de ellas, pues se trata de un esfuerzo inútil que hubiera sido mejor que jamás se hubiera emprendido.
En lo que a monografías se refiere, dada la excepcional trascendencia de la Astronomia nova (1609), señalamos la existencia de un estudio hoy por hoy imprescindible para comprender el complejo proceso de gestación teórica y redaccional de esa obra y que por tanto complementa admirablemente la biografía de Caspar. Nos referimos a James R. Voelkel, The Composition of Kepler’s ‘Astronomia nova’, Princeton University Press, Princeton y Londres, 2001. El volumen colectivo, editado por Edouard Mehl con la colaboración de Nicolas Roudet, Kepler. La physique céleste: Autour de l’Astronomia nova’, Les Belles Lettres, París, 2011, recoge importantes contribuciones sobre el tema de diferentes estudiosos.
Sobre el Harmonice mundi (1619), la obra cumbre de Kepler desde su propia perspectiva, admirablemente presentada por Caspar (infra, pp. 285-310), resulta asimismo imprescindible en estos momentos el libro de Bruce Stephenson –autor de una también fundamental Kepler’s Physical Astronomy, reimpresión Princeton University Press, Princeton, 1994–, The Music of the Heavens: Kepler’s Harmonic Astronomy, Princeton University Press, Princeton, 1994.
Son importantes sobre la nueva concepción de la astronomía y sus fundamentos filosóficos y religiosos: Rhonda Martens, Kepler’s Philosophy and the New Astronomy, Princeton University Press, Princeton y Oxford, 2000 –donde se insiste en la deuda de Kepler con Aristóteles–; Job Kozhamthadam, The Discovery of Kepler’s Laws: The Interaction of Science, Philosophy, and Religion, University of Notre Dame Press, Notre Dame, 1994.
En lo que hace referencia a la atmósfera intelectual en la Tubinga de Kepler y las premisas teológicas de su pensamiento, es muy rico el estudio de Charlotte Methuen, Kepler’s Tübingen: Stimulus to a Theological Mathematics, Ashgate, Brookfield, Vt., 1998. Sobre la relación de Dios y matemáticas y la identificación de Dios con las verdades matemáticas, así como sobre la reacción crítica de Descartes en su doctrina de la creación de las verdades eternas, es fundamental y rico de sugerencias Jean-Luc Marion, Sur la théologie blanche de Descartes: Analogie, créations des vérités éternelles et fondement, P.U.F., París, 1991.
Para la relación de Kepler con la astrología y su reforma de esta disciplina es imprescindible Patrick J. Boner, Kepler’s Cosmological Synthesis: Astrology, Mechanism and the Soul, Leiden, Brill, 2013.
Por lo que hace a la relación de Kepler con las confesiones religiosas, sus concepciones políticas, su actitud ante la reforma gregoriana del calendario, y en general su posición ecuménica y verdaderamente «católica», es importante el reciente estudio de Aviva Rothman, The Pursuit of Harmony: Kepler on Cosmos, Confession, and Community, The Univeristy of Chicago Press, Chicago y Londres, 2017.
Sobre el personalmente dramático proceso de brujería contra su madre y la decidida defensa de Kepler, puede leerse con provecho el libro de Ilunka Rublack, The Astronomer and the Witch: Johannes Kepler’s Fight for his Mother, Oxford University Press, Oxford, 2017.
Dada la importancia de la relación de Kepler con Galileo, se puede encontrar una muy buena confrontación –si bien algo escorada de la parte de Galileo– en Massimo Bucciantini, Galileo e Keplero: Filosofía, cosmologia e teologia nell’età della Controriforma, Einaudi, Turín, 2003 –hay trad. francesa, Galilée et Kepler, Les Belles Lettres, París, 2008–. Y dado el papel de Galileo y Kepler en la cuestión del telescopio y los primeros descubrimientos astronómicos con ese instrumento, es recomendable la lectura de Massimo Bucciantini, Michele Camerota, Franco Giudice, Il telescopio di Galileo: Una storia europea, Einaudi, Turín, 2012.
Todas las referencias bibliográficas anteriores remiten a libros. Tomar en cuenta artículos de revista hubiera sido una empresa, además de imposible, enojosa para el lector. Se nos permitirá, no obstante, mencionar un artículo magistral que ilustra la introducción de Kepler del término «órbita» para designar la trayectoria de un planeta en torno al Sol como resultado de la acción de fuerzas físicas –dinámica o física celeste, como reza el subtítulo de la Astronomia nova– en sustitución de la vieja cinemática de las esferas celestes portadoras de los planetas inmóviles, dando así solución a la cuestión de A quo moventur planetae? Se trata del artículo de Bernard R. Goldstein y Giora Hon, «Kepler’s Move from Orbs to Orbits: Documenting a Revolutionary Scientific Concept», Perspectives on