escandinavos, pero con muchísima más clase: no hay sino que atenerse a las anécdotas documentadas de la oficialidad francesa, austríaca o prusiana durante la Guerra de los Siete Años.25 Antes de que acabe el rococó, Da Ponte y Mozart cantarán la guerra: al final del aria de Figaro Non più andrai que cierra el primer acto de Le nozze di Figaro (1786), cuando impulsa a Cherubino alla vittoria, alla gloria militar y, en Così fan tutte (1789), con el coro de soldados Bella vita militar.
Sobre siglo y medio más tarde, a pesar de los antecedentes de la descripción, terrible, que haría la baronesa Bertha von Suttner (condesa Kinsky von Wchinitz und Tettau de soltera) en ¡Abajo las armas!26 de los conflictos bélicos y de sus consecuencias —desde la 2ª Guerra de Independencia de Italia (1859), pasando por la prusiano-danesa de los Ducados (1864) y la austro-prusiana (1866) hasta la franco-prusiana o franco-alemana (1870)—las tropas que suben a los vagones de ferrocarril en los primeros días de agosto de 1914 lo hacen, más que alegres, eufóricas: À Berlin, à Berlin! o Nach Paris, nach Paris!, en un cruce homólogo de intenciones … peregrinas, en más de un sentido.
El sosias de Hemingway en la obra que nos ocupa27 es un tenente sin haber cumplido los diecinueve años —como Paul Bäumer, el soldado voluntario de apenas diecinueve años que protagoniza Im Westen nichts Neues—28 yun foreign fighter (aunque los anglosajones siempre han creído ser/se han hecho pasar por freedom fighters) mediocre, con bastante menor entrega a la causa que el personaje de Robert Jordan unos veinte años más tarde;29 y que, si bien se ha alistado en el Cuerpo de Sanidad y no en un Arma, participa plenamente, como Figaro el sirviente o el paje adolescente Cherubino, del romántico élan militar. Un personaje, este de Hemingway, que podríamos ver como un reflejo, especular y cruzado, del protagonista de The Red Badge of Courage de Stephen Crane30 y no solamente por intercambiar los papeles, contraponiendo el que primero es voluntario héroe alférez y luego desertor cobarde Frederic Henry de dieciocho (casi diecinueve) años, al que primero es cobarde desertor y luego héroe voluntario alférez Henry Fleming de dieciocho años. Pero, ahí acaba el ‘espejismo’. Al cabo, el protagonista de Farewell to Arms se desengañará de los fastos militares, al menos a partir de la fulminante derrota italiana en Caporetto a la que se hace referencia en el Libro III; el autor, que no vivió ni de lejos esos combates, no. Hemingway se perdía por la exhibición de hombría: en la caza mayor, en la tauromaquia, en la guerra… y siguió cultivando esas filias en su vida y reflejándolas en su obras: The Snows of Kilimanjaro,31 The Sun Also Rises 32 o la ya citada For whom the Bell Tolls, de 1940, por reseñar sólo tres.
2.1.1.2. The Naked and the Dead
La segunda obra, que se desarrolla en el único escenario práctica aunque no absolutamente33 reservado a los estadounidenses, carece de heroicidad romántica; aunque muchos de los combatientes sí se comportarán de manera ‘heroica’: beyond the call of duty, como define la legislación estadounidense al caído en acto de servicio.34 Frente a Farewell to Arms, la novela abandona la primera persona, es típicamente coral (incluso hay ‘coros’ de intercalados de cuando en cuando… ¡valga el retruécano fácil!) y carece de héroes en el sentido literario del término. Como mucho, nos toparemos con antihéroes, gente común y corriente, como la mayoría de los componentes de la sección que protagoniza la obra (There’s not a damn thing special about any of us (…) We’re just a bunch of GIs. Part Two. Argil and mold. 6, chorus: 146) o villanos: individuos autoritarios y fascistoides, como el general Cummings que es del Medio Oeste por parte de padre y de Nueva Inglaterra por parte de madre o el sureño sargento primero Croft. De buscar algún tipo de protagonista por similitud biográfica, como la del Frederic Henry en Hemingway, los alter ego de Mailer se podrían repartir entre Roth, el judío ateo, neoyorkino y universitario (I’m a graduate of CCNY [es decir: City College of New York] but it never did me any good.Part Two. Argil and mold. 2: 45), porque Mailer compartía las tres características y Hearn, el teniente ‘liberal’ (You know, Robert, you’re a liberal, le dice Cummings en Part Two. Argil and mold. 3: 67), porque también se licenció en Harvard y porque Mailer siempre se situó en la izquierda estadounidense. El primero no destaca particularmente en la novela más que por sus neurosis, es el judío prototípicamente neoyorquino, a lo Woody Allen; y, hacia el final, muere en una caída fortuita al vacío (Part Three. Plant and phantom. 12: 518). El segundo destaca intelectualmente y como objeto de deseo de Cummings; pero, en cuanto deja sus obligaciones como asistente del general en la plana mayor divisionaria y se decide a entrar en combate, conduce a sus hombres a la emboscada donde Wilson resultará herido de muerte (ver extractos M-2 y M-3), ordena una retirada desordenada; y, al día siguiente, al segundo intento de acaudillarlos, muere, de casualidad, de un disparo de ametralladora, al incorporarse tras un saliente (Part Three. Plant and phantom. 8: 469).
Los franceses y alemanes que marchan a la Segunda Guerra Mundial ya no cantan, ni rien, ni incluso sonríen. La euforia de los divisionarios falangistas y sus adláteres de derechas35 era, en cierto modo, ‘natural’ entre los que acaban de vencer en España y tomaban parte, como figurantes, en la escenificación de la Estación de Atocha; pero durará lo que les duró el viaje en tren a Grafenwöhr en Baviera primero y Suwalki en Polonia más tarde, porque los aproximadamente mil kilómetros restantes hasta la Vitebsk bielorrusa los hicieron a pie, como los grognards de Napoléon algo más de siglo y medio antes y, para cuando llegaron al frente, las arrolladoras victorias de sus aliados ya habían sobrepasado su cénit. El propio Mailer no se presenta voluntario, como sí lo hiciera Hemingway. Aunque intentará escaquearse, alegando que está escribiendo una obra importante sobre la Segunda Guerra (lo que, a la larga, no dejará de ser cierto), es reclutado y alistado en el Ejército de Tierra y en el Arma de Caballería… como su sargento mejicano Martinez, como el teniente coronel (que no general) Custer o el teniente coronel Kilgore de Apocalypse Now (Coppola, 1979). Mailer aún verá menos acción que Hemingway. Alojado en las Islas Filipinas y trabajando en las cocinas a pesar de haber estudiado ingeniería aeronáutica en la elitista Harvard, The Naked and the Dead, este larguísimo y algo repetitivo relato (731 páginas en la primera edición de 1948) es, ante todo, labor de periodismo y una prolongada re-presentación de las relaciones de poder en la sociedad multinacional (anglo-sajones, suecos, italianos, polacos, mejicanos y judíos) y multiconfesional (protestantes, católicos y judíos, creyentes y no creyentes) del Crisol si bien no multirracial porque, aunque se hable con frecuencia de ellos (y sobre todo de ellas), en la sección no hay un solo soldado negro.
La ficticia isla de Anopopei donde se desarrolla la acción es eso: una ficción. Se le ha querido buscar paralelismos a los episodios bélicos de novela con la lucha de seis meses por Guadalcanal (isla que guarda, con Anopopei, algún parecido ‘físico’) y hasta con las sangrientas consecuencias (3.983 bajas propias, 4.690 muertos japoneses) de las 76 horas que tardaron los infantes de marina en apoderarse del islote de Betio en el atolón de Tarawa. Pero, si ni siquiera el Waterloo de Les misérables de Victor Hugo o los Austerlitz y Borodinó de Война и мир (Guerra y Paz) de Lev Tolstoi son del todo reales (Victor Hugo tenía 13 años y aunque su padre sí fue general de Napoleón, no había participado en esa batalla; Tolstoi ni había nacido), mucho menos lo será Anopopei para un literato cuya experiencia de boots on the ground, prácticamente se limitó a una patrulla de reconocimiento en la isla filipina de Leyte. Cierto: que el lugar de la acción sea real o ficticio no importa, pero sí establece una clara diferencia con Hemingway.
2.1.2. Contextos de los extractos
2.1.2.1. Farewell to Arms
Los dos primeros extractos provienen del capítulo 9 del Libro I. Preludian y marcan el temprano clímax de la experiencia personal del autor, de Ernst Hemingway, en la ‘Guerra Europea’, así como el también intempestivo punto de inflexión y nudo emocional en la vida del personaje, de Frederic Henry. El extracto n.º 1 (descriptivo y objetivo) nos re-presenta la llegada del autor/personaje y de sus ambulancias a la línea del frente (en la Fossalta del Piave véneta, cerca de los Alpes Cárnicos, para Hemingway) y familiariza al lector con el escenario de los combates. El extracto