Antonio Pérez-Mosso Nenninger

Apuntes de Historia de la Iglesia 6


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proseguir la guerra y firma por separado con Austria la Paz de Villafranca para gran disgusto de Cavour y humillación del Piamonte que por sí solo es incapaz de afrontar a los ejércitos austriacos. No obstante, por esta paz Austria cede al Piamonte la Lombardía, a la vez que conserva el Véneto y sigue tutelando a los príncipes italianos adictos.

      Unidad y diversidad del Imperio Austro-Húngaro

      El atentado de Sarajevo (junio de 1914)

      78 Cf. VC1, 393-395

      79 Cf. FZ, 104; VC2, 292-299

      80 FZ, 146-150; VC2, 337

      81 En tanto que la monarquía era católica, y pese al josefinismo de sus burocracias y políticos liberales, no elevaba las realidades inmanentes al mundo –la raza, la lengua, la clase social de cada cual...– a la condición de absolutas. Los problemas vendrán sobre todo por la presión del liberalismo vienés que pretende imponer la lengua germana para todo el imperio.

      82 Es muy sugerente al respecto el prólogo de François Fetjö a su obra Requiem por un imperio difunto. Historia de la destrucción de Austria-Hungría (Ediciones Encuentro, Md 2016). El autor, judío húngaro, intelectual exmarxista, expone cómo pueblos tan diversos –de más de veinte nacionalidades y cinco distintas religiones– han convivido durante más de 200 años sin necesidad de una tiranía que los una, y que en cambio la eclosión de los nacionalismos profesados por sus dirigentes deshace al advenir la Primera Guerra Mundial (1914-1919) aquella unidad histórica. Los tratados de paz firmados a continuación de la tremenda contienda crearon enorme inestabilidad y vacío en todo el Centro-Este europeo, luego trágicamente tratado de llenar durante unos breves años por el nazismo de Hitler, y después por el comunismo de la Unión Soviética, persistente casi 50 años a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). E inconmensurable fue, desde luego, el daño a la Iglesia católica por la desaparición de la monarquía austrohúngara, como no dejaron de expresar en especial los papas de la época (Benedicto XV, Pío XI y Pío XII).

      83 Cf. FZ, 144s; VC2, 334s

      84 Cf. JD7, 536-538

      85 Cf. JD7, 701

      86 Cf. FZ, 196-200; VC2, 346s, 353

      87 Cf. Aps5, 345-347

      88 Cf. FZ, 199s; VC2, 432-434, 551

      89 Cf. VC2, 32-34; DM, 393s

      90 Cf. VC2, 459s; DM, 444-447

      91 Cf. VC2, 468-470; FZ, 405-407

      92 Cf. VC2, 491-494; FZ, 403-410

      6. Rusia. Notas de historia anterior a Pedro el Grande (antes de 1689)

      La común afirmación de que Rusia ha sido hasta el siglo XVIII –hasta Pedro el Grande (1689-1725)– un mundo cerrado, separado política y culturalmente de Occidente, sin casi relaciones con él, requiere cierta matización. Pues es un mundo que por fe y cultura guarda honda vinculación con Occidente. Reconocido eslabón de unión de Rusia con Occidente ha sido durante casi cinco siglos el Imperio Romano de Oriente que, pese a frecuentes graves actitudes antirromanas de la corte bizantina y sus minorías gobernantes, y a la misma separación de Roma en el siglo XI, el cristianismo bizantino fue el gran transmisor de la fe a los próximos pueblos eslavos situados al Norte de Bizancio (o Constantinopla), y más adelante a la inmensa Rusia, en la que arraigará por siglos una sociedad de Cristiandad