y lo urbano, lo tradicional y lo nuevo.
En algunos textos se escribe también en mapuzungun, como los mapuches le nombran a su lengua, cuya traducción literal es “la lengua de la tierra”. Como toda identidad, la lengua tiene cierta presencia en ella, aunque no se hable o escriba del todo, pero siempre existe una referencia a la lengua materna. Como lo señala Echeverría, “estos poetas escriben sus textos en español e incluyen en ellos palabras y a veces versos o estrofas enteras en mapuzungun”. La lengua nativa sigue estando allí de alguna manera; es parte del ambiente en los textos, al estar presente en la sensibilidad de los mapuches.
Pero no sólo es la alternancia de palabras en mapuche y español, es un código aprovechado para mostrar el sincretismo de dos lenguas en la poesía de varios de los autores. Advierte cómo el mapuzungun es omnipresente en los textos, muy pocos escritos en ese idioma, pero en frases o palabras propias a la estructura de esa lengua o inclusive en la riqueza de los neologismos que recrean ciertos autores, fusionando en una palabra el mapuzungun y el español, como en mapurbe, para referirse a los mapuches urbanos, o mapunky, personajes mapuches incorporados a la cultura punk. Incluso cuando escriben totalmente en español, transgreden los cánones literarios, contraviniendo la estructura del español por formas de creación a partir de innovaciones propias, más cercanas a lógicas contrarias a las dominantes. En éstos se confronta a la norma con otros neologismos en español, pero propios de una visión contestataria mapuche, como “mierdópolis”, y “Santiagóniko”.
De alguna manera, el análisis de Echeverría muestra una cercanía con el concepto de heteroglosia de Bakhtin,3 al mostrar los complejos discursos de los escritores mapuche, surgidos del conflicto de las diversas voces presentes en sus textos. Su riqueza radica precisamente en acercarse a esas múltiples voces, cuyos referentes no son manifiestos bajo las lógicas de la literatura chilena, sino desde una perspectiva más compleja, como es la realidad donde transitan los autores. En ellos se aprecian esas múltiples voces a través de diversas formas de resistencia, que en sí mismas son de carácter contra-hegemónico. De cierta forma esta investigación se adentra a interpretar una realidad compleja a partir de un análisis complejo. Su lectura nos ubica en distintos planos, pero relacionados con la visión de los escritores mapuche, que a pesar de sus distintos bagajes los articula a través de la búsqueda o reafirmación de su ser mapuche.
1 Martínez Casas, Regina. Vivir invisibles. La resignificación cultural entre los otomíes urbanos de Guadalajara. México, CIESAS, 2007.
2 Moctezuma, José Luis, María Eugenia Olavarría y Hugo López. “Entre el pueblo y el monte. Territorialidad simbólica entre yaquis y mayos”. Diálogos con el territorio. Simbolizaciones sobre el espacio en las culturas indígenas de México, Vol. III. Coordinado por Alicia M. Barabas, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2003, pp. 131-149.
3 Bakhtin, Mikhail. The dialogic imagination. Four essays. Editado por Michael Holquist, Austin, Texas University Press, 1982.
Para Cusi, con mucho amor y newen
Reconocimientos
El apoyo de varios profesores, familiares, amigos y colegas hicieron posible el proceso de investigación y la escritura de este libro. Agradezco especialmente a Gwen Kirkpatrick, Joanne Rappaport, Ana Mariella Bacigalupo, Ulises Juan Zevallos Aguilar, Joanna Crow, Juan Guillermo Sánchez, Mabel García, Allison Ramay, Claudia Valdez, Tatiana Belenkaya, Patricia Carrasco y a numerosos revisores anónimos. Sus revisiones, inquietantes preguntas y estimulantes comentarios fueron indispensables para la realización de este libro.
Agradezco sobre todo la generosidad de Jaime Huenún, David Aniñir, Bernardo Colipán, Rayen Kvyeh, Alán Paillán, la machi Adriana Paredes Pinda, Luz María Schmidt, Andrés Antivil y la machi Evelyn Campos. En modo especial doy gracias a Loreto Millalén por invitarme a los cursos del Taller Ad Llallin y a los integrantes de varios centros culturales mapuches, quienes me brindaron su hospitalidad en Santiago y Temuco.
Doy un reconocimiento a mi familia, a mis hermanos y a mis padres, quienes me hospedaron en Santiago varios inviernos consecutivos durante el proceso de investigación y escritura de este libro. Agradezco en modo especial a Daniel Castelblanco por servir como interlocutor, por su ayuda en la edición de algunos capítulos y por su apoyo durante el proceso de investigación y escritura.
Por último, extiendo mi gratitud a mis colegas y estudiantes en Wake Forest University. Esta investigación no había sido posible sin el apoyo de la beca Archie de verano y el semestre sabático que me concedió Wake Forest University.
Introducción
El tamborileo rítmico del kultrun se sobreponía al rumor del agua en movimiento. Un frente invernal cubría Santiago de Chile mientras diecisiete mujeres, huso en mano, hilaban lana de oveja frente al caudal turbulento del río Mapocho. La brisa de la cordillera helada acariciaba las monedas plateadas que pendían de sus tocados, produciendo un sonido cristalino que se fundía con el murmullo del río. En silencio, las mujeres hilaban. De pronto, sin apartar la mirada del suelo, una de ellas exclamó: —“Estas fibras nos conectan al hilo líquido que surca el valle, como hebras que se desprenden del mismo ovillo”. El pálpito del kultrun se hizo entonces más vehemente. La mujer que lo golpeaba dio un paso en dirección al río, alzó la barbilla hacia el levante, apretó los ojos y, aún batiendo el tambor, traspasó el aire frío de la mañana con su voz. Entonó un yeyipun, una rogativa en mapuzungun para evocar a los espíritus de los ancestros y a los espíritus dueños de la naturaleza. Cantando entre acentos y pausas breves, invocó la protección divina para los mapuches que viven en la ciudad y para los niños y niñas que viven en comunidades rurales.
Al eclipsarse tras la torre más alta del distrito financiero de Santiago, esa tarde el sol proyectó una sombra larga que parecía cortar el cauce del río Mapocho. Semanas después, los ovillos enrollados frente al río habrían de transformarse en alfombras rituales sobre las que sus artífices contarían los sueños, viajes y hazañas de antiguos mapuches.
Hilar al borde del río con propósito ritual es una de las prácticas por medio de las que algunas personas mapuches hoy revitalizan su cultura y visibilizan su presencia en diferentes espacios urbanos. También lo son tejer a telar, esculpir chemamüll y rewe, pintar murales y lienzos que incluyen símbolos mapuches, y escribir poesía que representa un conjunto de elementos vinculados a la ritualidad mapuche.
La ritualidad, en efecto, juega un papel fundamental en la escritura de muchos poetas mapuches hoy en ciudades como Santiago, Temuco, Valdivia y Osorno. En Yeyipun en la ciudad examino la manera en que cuatro poetas mapuches contemporáneos representan elementos de la cultura mapuche que guardan una relación simbólica con la ritualidad (fogón, rewe, pewma, ngenpin, machi, etc.). Estos elementos son parte primordial de rituales propiciatorios y de agradecimiento, de sanación y despacho funerario. Del mismo modo, incluyen aspectos del conjunto de normas y costumbres sociales y jurídicas mapuche, conocido como admapu.1
A medida que analizaba las representaciones de la ritualidad mapuche en cada una de estas obras, fui comprendiendo que ofrecían una instancia privilegiada para acceder a ciertos conocimientos rituales de la cultura mapuche. No sólo ofrecen la posibilidad de apreciar la ritualidad que diversas comunidades mapuches hoy revitalizan y practican, sino también de conocer los modos en que muchos mapuches continúan renovando lazos simbólicos con sus antepasados y los territorios que habitaron. En mi análisis argumento que, para comprender a cabalidad los poemas en que se fundamenta este estudio, es preciso iluminar cada obra con las particularidades de los rituales específicos a los que alude.
De este modo, mediante la representación de rituales mapuches, estos poemas establecen una conexión simbólica con el pasado que tiene el efecto de legitimar los reclamos territoriales, culturales e identitarios de este pueblo originario. Al mismo tiempo, el tratamiento artístico de los rituales mapuches favorece los procesos actuales