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EDICIONES UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE
Vicerrectoría de Comunicaciones
Av. Libertador Bernardo O’Higgins 390, Santiago, Chile
CONSERVACIÓN EN LA PATAGONIA CHILENA:
Evaluación del conocimiento, oportunidades y desafíos
Juan Carlos Castilla, Juan J. Armesto y María José Martínez-Harms
(Editores)
© Inscripción N° 2021-A-4379
Derechos reservados
Mayo 2021
ISBN 978-956-14-2820-1
ISBN digital 978-956-14-2821-8
Fotografía de portada:
Javier Godoy Fajardo
Diseño:
versión productora gráfica SpA
Diagramación digital: ebooks Patagonia
CIP – Pontificia Universidad Católica de Chile
Conservación en la Patagonia Chilena : evaluación del conocimiento, oportunidades y desafíos /
Juan Carlos Castilla, Juan J. Armesto y María José Martínez-Harms (editores).
Incluye bibliografías.
1. Ecología – Chile – Patagonia.
2. Conservación de los recursos naturales – Chile – Patagonia.
3. Protección del medio ambiente – Chile – Patagonia.
I. Castilla, Juan Carlos, editor.
II. Armesto, Juan J., editor.
III. Martínez Harms, María José, editor
2021577.0983 + DDC 23RDA
UNA BREVE VISIÓN DEL PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LA PATAGONIA CHILENA
La Patagonia es una región biológicamente única del mundo. Esta afirmación, se constata por hechos irrefutables para cualquier visitante. Su margen oeste (Patagonia chilena) alberga bosques cuyas especies arbóreas son evidencia de conexiones biogeográficas con distantes regiones del planeta, como Nueva Zelanda, Australia, y Nueva Guinea, que son prueba de una antigua conexión terrestre entre dichos territorios australes y Sudamérica, a través del continente Antártico(Segovia y Armesto, 2015). En particular, los bosques costeros de Aysén son notables reservas de biodiversidad, comparables a los bosques Valdivianos, desarrollados sobre suelos verticales que colindan con el mar, que se nutren en parte gracias a la gran riqueza de musgos y briófitas, que a su vez son alimentados por abundantes e interminables lluvias.
La flora a lo largo de la costa, es rica en especies de flores rojas y brillantes, además de los coihues y canelos centenarios de los bosques más al norte de Aysén, un verdadero tesoro. Estos bosques son conocidos por su alta cantidad de especies y géneros endémicos (Arroyo et al., 2004). Aunque conocemos bien las angiospermas y gimnospermas que habitan dichos bosques, nuestro conocimiento de la multitudinaria diversidad de musgos, hepáticas, líquenes y los hongos que recubren los pisos del bosque y abrigan completamente los troncos de los árboles es aún muy precaria. Por otro lado, la estepa patagónica, bajo un clima más seco, contiene ecosistemas más jóvenes que el bosque, cuyo origen en Patagonia está relacionado con el levantamiento andino, el cual produjo la sombra de lluvia que dio lugar al presente clima semiárido de la vertiente oriental (ver en este libro Radic et al., 2021). Además de la aparición gradual y más reciente de la estepa, el levantamiento de la cordillera posibilitó la emergencia del llamado piso andino por sobre el nivel de los bosques, con una flora única y frágil debido a las condiciones climáticas severas donde crece. Todos estos factores hacen que la biota patagónica tenga diversos valores ecológicos, paisajísticos y biogeográficos muchos de los cuales son destacados en los capítulos del libro.
La Patagonia chilena es un extraordinario laboratorio natural, donde conviven ecosistemas de diferentes edades y características en un espacio fisiográfico relativamente pequeño, que sin duda debemos apreciar y cuidar. Todos sus ecosistemas y organismos constituyen un gran tesoro para el desarrollo de la industria del turismo basado en la naturaleza, una industria que requiere la incorporación de personas y profesionales de distintas especialidades y que, por lo tanto, es ideal para el desarrollo regional patagónico (ver Guala et al., 2021). Se requieren expertos en flora y fauna, capacitados en fotografía digital, líderes en gastronomía, transporte, y la incorporación de ciudadanos patagónicos en general como por ejemplo los “gauchos” que me consta por mi propia experiencia, conocen muchos detalles valiosos sobre la zona.
La historia evolutiva de este notable sistema ecológico es solo una parte del cuento. Los bosques de la Patagonia chilena proporcionan a las sociedades locales valiosos servicios ecosistémicos. Los musgos y briófitas de los bosques fertilizan los suelos que han sido excavados y lavados hacia los ríos y océanos por los glaciares milenarios. Los bosques avanzaron desde el norte, colonizando montañas y suelos rocosos, mientras los glaciares retrocedían frente al calentamiento climático del Holoceno (Villagrán, 2018). Los bosques propios del sur de la región patagónica con la lenga, el ñirre (de hojas caducas) y el coigue de Magallanes como protagonistas, son algunos de los ecosistemas terrestres más australes del mundo (Rozzi et al., 2012). Se desarrollan sobre suelos muy delgados, donde grandes árboles deben resistir estoicos a los huracanes y vientos patagónicos, que los pueden derribar en cualquier momento. Los habitantes de este espacio físico tan extremo, incluyendo los seres humanos, sobreviven a catástrofes permanentes y mantienen sus poblaciones frente a la adversidad. La integridad de la flora de las montañas patagónicas y el piso andino con su gran diversidad de plantas y animales, son esenciales para la protección de los suelos y el suministro del agua a todas las zonas de menos altura.
Las riquezas de la Patagonia van más allá de su biodiversidad, funciones ecosistémicas y paisajes espectaculares. Tienen valores globales como una zona que preserva elementos de los ambientes preindustriales, que los seres humanos de hoy podemos usar como referencias frente al inclemente cambio climático y perturbaciones antropogénicas que han transformado el planeta. Esta región aún puede ser vista como una increíble máquina del tiempo, mediante la cual podemos trasladarnos a sitios en el sur donde somos testigos de la acción del enfriamiento de la edad glacial (que imperó en el último millón de años); lugares donde los árboles conviven aún con los grandes ventisqueros, separados por metros, así como de los períodos pasados cuando extensos humedales o turberas, circundados por hielo, dominaban el paisaje del sur de Chile. Actualmente, gracias al levantamiento andino, el territorio presenta gradientes altitudinales fuertes que proporcionan un escenario privilegiado para entender cómo las especies de plantas y animales se adaptan y sobreviven al cambio abrupto de las condiciones ambientales. En algunos de los capítulos de este libro, el estudio de estos gradientes y su biota nos enseña lecciones útiles para enfrentar el incierto futuro del planeta (ver Marquet et al., 2021).
Varios de los capítulos del libro enfatizan la necesidad de reconocer que nuestro conocimiento y saber sobre la Patagonia chilena tal como se presenta hoy, tiene raíces profundas en sus habitantes (ver Aylwin et al., 2021). Pueblos de navegantes que, durante siglos precedentes a la invasión europea, recorrieron y conocieron en detalle el territorio, su flora y su fauna. Nuestra Patagonia es conocida por muchos chilenos más bien por sus espectaculares paisajes (por ejemplo,