2021; Tecklin et al., 2021; Haussermann et al., 2021).
A través de este libro se desprende la necesidad de acciones de conservación urgentes en toda la Patagonia chilena. Compromisos con la protección del medio ambiente, uso sustentable y responsable de sus bienes y servicios en una Patagonia que está conformada por “Sistemas Híbridos Terrestres-Marinos” (SHT-M), donde la parte del maritorio patagónico, no solo interactúa con sistemas terrestres, sino también con los ecosistemas oceánicos adyacentes (Pavés et al., 2015; ver Rozzi et al., 2021). Esta realidad determina una gobernanza muy compleja, pues incluye: i) diferentes ecosistemas tipo SHT-M; ii) amenazas a funciones y servicios ecosistémicos que son transversales a estos sistemas; iii) actividades socio-económicas y culturales que los incluyen y los influencian (Pittman y Armitage, 2017). La Patagonia chilena con su sistema dominado por fiordos, canales, bahías, etc. alberga un sistema muy productivo, cuasi-prístino y que para su funcionamiento recibe nutrientes, materia orgánica e inorgánica particulada y disuelta y una abundante descarga de agua dulce desde los sistemas terrestres (González et al., 2019). Estos flujos se proyectan en el maritorio como “plumas” de aguas salobres superficiales y parcialmente hacia zonas más profundas (corrientes subantárticas salinas). La entrada de agua dulce es lo que, en parte, sustenta el funcionamiento del maritorio, pero a su vez, lo hace más vulnerable a la acidificación. Esto, junto a la pérdida de masa de glaciares y el calentamiento de sus aguas está gradualmente cambiando las condiciones físicas y químicas, donde una rica biodiversidad y endemismo de organismos del plancton y bentos, convive con aves, mamíferos y cetáceos que hacen uso de sus servicios ecosistémicos y que podrían servir de “focales y centinelas” para el cambio climático (ver Hucke-Gaete et al., 2021).
La Patagonia chilena se caracteriza por una gran variabilidad estacional, que incluye una productividad acuática que transita entre un control principalmente de luz solar y fotoperíodo en invierno, a uno principalmente de nutrientes en verano (González et al., 2010; 2016). Los impactos del CG y CC (natural y antrópico) en la Patagonia son multifactoriales y dado que tenemos un solo gran océano (con diferentes nombres) y una sola gran atmósfera, las potenciales amenazas provienen de Chile y el mundo. Esto nos obliga a esfuerzos y compromisos a nivel país con todos los actores involucrados: academia, sectores público y privado, organismos gubernamentales, ONG’s, comunidades y pueblos originarios. El gran compromiso es proteger y conservar la Patagonia chilena de amenazas descritas a lo largo de este libro. ¿Qué hacer? las áreas marinas protegidas son un primer paso, hacerlas efectivas para que cumplan su función, es el segundo y mayor desafío.
Las naciones que están liderando los esfuerzos por el CC en el Panel del Océano (entre ellas, Chile), han indicado la urgencia de 5 acciones: i) el manejo sustentable de los recursos del mar; ii) la mitigación del CC; iii) evaluar las posibilidades de la recuperación económica; iv) el manejo integral del océano y v) frenar la pérdida de biodiversidad (Lubchenco et al., 2020). Todos estos esfuerzos aparecen representados en la Patagonia chilena y tratados en el libro por los especialistas en diversas áreas del conocimiento. Tendríamos que agregar la interface entre las ciencias naturales y sociales y los cambios generados producto de estresores (medioambientales, actividades extractivas y productivas como turismo, acuicultura, pesca, etc.) y el aporte de los pueblos indígenas en la conservación de los sistemas acuáticos Patagónicos (ver Aylwin et al., 2021).
Este libro describe las amenazas a la biodiversidad acuática, la introducción de especies exóticas (i.e., salmónidos, Dydimo) y el riesgo de frecuentes floraciones de algas, muchas de ellas nocivas y que afectan las actividades productivas (artesanales e industriales) y la salud pública. En los últimos años se ha reportado la expansión de especies tóxicas hacia el norte (Alexandrium catenella) y hacia el sur (Pseudochattonella cf. verruculosa) de la Patagonia chilena (Trainer et al., 2020). Estos procesos podrían estar relacionados con una expansión de la actividad antrópica y/o a cambios en las condiciones químicas y físicas del medio marino debido al CC y que operan a diversas escalas espaciales y temporales. El rango de procesos es muy amplio, incluyendo desde factores atmosféricos (i.e., régimen de vientos) y oceanográficos (i.e., surgencias de masas de agua), hasta factores más locales de aportes de agua dulce que cambian la estratificación y estequiometría de fiordos y canales. El maritorio recibe una gran incursión de agua dulce desde una cordillera de baja altura con sectores cubiertos con campos de hielo y glaciares, la mayoría de los cuales están en proceso de pérdida de masas de hielo (ver Rivera et al., 2021) que oscilan entre 20 y 30 Gt a-1 durante las últimas dos décadas (Dussaillant et al., 2019). La amplia extensión de la zona costera bajo los 10 m en la Patagonia chilena, la hacen susceptible a eventos extremos como inundaciones, derrumbes, avalanchas y marejadas, con efectos negativos sobre la provisión de servicios ecosistémicos (Iriarte et al., 2010; ver Rivera et al., 2021).
Resumiendo, el maritorio patagónico chileno es un sistema muy complejo, diverso y con gradientes muy conspicuos, tanto en sentido este – oeste como norte – sur. La cordillera de Los Andes, con una orientación N-S a lo largo de Sudamérica, cambia de sentido (90°) en la cordillera de Darwin, quedando con orientación E-O (i.e., canal Beagle), producto de la presión de la placa Antártica sobre el continente Sudamericano. Estos cambios orográficos han abierto rutas bi-oceánicas a las que se suma el estrecho de Magallanes exacerbando las singularidades geográficas, climáticas, biogeográficas y fisicoquímicas (ver Rozzi et al., 2021).
Finalmente, nuestra Patagonia, es un híbrido entre mar y tierra, Pacífico y Atlántico, Antártica y Sub-Antártica, con influencias físicas desde la atmósfera, la criósfera y el océano. El desafío es lograr una conservación eficiente de los ecosistemas, sus legados culturales, sociales y ecológicos, que subyacen a los diversos servicios ecosistémicos que nos provee la Patagonia chilena, para el bienestar de la población actual y los que vienen detrás de nosotros.
Agradecimientos
Al programa FONDAP 15150003 y a los editores (JCC, JJA y MJM-H) y DT (UACh) por su gran liderazgo, compromiso y esfuerzo en llevar a término esta gran obra.
Referencias
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Dussaillant, I. E., Berthier, F., Brun, M., Masiokas, R., Hugonnet, Favier, V., Rabatel, A., Pitte, P. y Ruiz, L. (2019). Two decades of glacier mass loss along the Andes. Nature Geosciences, 12, 802-808.
González, H. E., Graeve, M., Kattner, G., Silva, N., Castro, L., Iriarte, J. L., Osmán, L., Daneri, G., y Vargas, C. (2016). Carbon flow through the pelagic food web in southern Chilean Patagonia: relevance of Euphausia vallentini as key species. Marine Ecology Progress Series, 557, 91-110.
González, H. E., Nimptsh, J., Giesecke, R., y Silva, N. (2019). Organic matter distribution, composition and its possible fate in the Chilean north-Patagonian estuarine system. Science of the Total Environment, 657, 1419-1431.
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Lubchenco, J., Haugan, P., y Pangestu, E. (2020). Five priorities for a sustainable ocean economy. Nature, 588, 30-32.
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