contrasta con la influencia que el asentamiento europeo tuvo en los regímenes de incendios. Al alterar la probabilidad de ignición mediante quemaduras accidentales y deliberadas, y al convertir grandes áreas de bosques nativos en comunidades propensas a incendios (e.g., plantaciones de pinos y eucaliptos), los europeos han aumentado gradualmente el riesgo de incendios en la Patagonia chilena. Es probable que esta tendencia continúe hacia el futuro con climas más secos, amenazando la regeneración de especies clave sensibles al fuego como A. chilensis”. Un incremento en las plantaciones de especies exóticas, junto a un clima más seco y cálido y un incremento en la abundancia de herbívoros exóticos que impacten la regeneración de las especies nativas, puede traer profundas consecuencias sobre la dinámica de los ecosistemas patagónicos chilenos y argentinos (e.g., Raffaele et al., 2011; Veblen et al., 2011). Finalmente, se reconoce en la zona costera de fiordos y canales de la Patagonia chilena un área relativamente expuesta a inundaciones y aumento en el nivel del mar a consecuencia del cambio climático (Camus et al., 2017; Winckler et al., 2019) dado que posee una gran extensión de área costera bajo los 10 m y debido a que se predice una intensificación en los eventos extremos como marejadas e inundaciones (Winckler et al., 2019) las que podrían tener importantes efectos negativos sobre el flujo de servicios ecosistémicos en la región (Iriarte et al., 2010).
Este estudio señala que una de las grandes amenazas sobre los ecosistemas costeros está asociada a las FAN. Estas tienen un gran impacto sobre la biodiversidad y el funcionamiento de los socio-ecosistemas del área y responde a la acción sinérgica de distintos motores de cambio global asociados con el régimen climático, la actividad antrópica, que genera descargas de nutrientes en los ríos y que produce eventos de eutrofización costera, además del cambio climático y la salmonicultura. Sin duda las FAN debieran ser una de las grandes prioridades de investigación en la Patagonia chilena y en especial, su vínculo con el cultivo de especies exóticas. Lo anterior requiere de investigación básica orientada a la generación de políticas públicas que permitan regular las actividades productivas costeras.
El desarrollo de la salmonicultura en la Patagonia chilena tiene diversas consecuencias ambientales (Buschmann et al., 2009; Buschmann et al., 2021), pero sin lugar a duda, luego del evento de marea roja del verano del 2016, quedaron íntimamente ligados (Buschmann et al., 2016). La percepción de la sociedad es que la acuicultura tiene relación con las FAN. Procesos de enriquecimiento por nutrientes y eventos de FAN están demostrados en diferentes regiones costeras (Glibert y Burford, 2017). En Chile también hay evidencia de que algas pueden capturar el nitrógeno inorgánico producido por salmónidos y exacerbar su crecimiento a distancias de hasta al menos 1 km de un centro de cultivo. La cantidad de nitrógeno inorgánico que la salmonicultura introduce anualmente al ambiente es muy alta y no se puede soslayar (Buschmann et al., 2021). Esta situación merece mayor atención, así como el desarrollo de tecnologías que permitan controlar el ingreso de nutrientes a toda esta extensa zona costera. Sin embargo, la situación ambiental en la Patagonia chilena es aún más compleja, pues además de la acuicultura, aspectos como el flujo de embarcaciones, contaminación por basura de playas y fondo marino y sobrepesca se unen con cambio climático (Hucke et al., 2018; Molinet y Niklitscheck, 2021) a lo que se le suman impactos emergentes como el micro plástico reportado en especies patagónicas (Jackson et al., 2000) y para lo cual se requiere de más monitoreo (ver Law, 2017).
Por último, no podemos dejar de reiterar la importancia de los ecosistemas de aguas continentales para la dinámica de los ecosistemas terrestres y costeros y el escaso conocimiento que existe sobre ellos. Esto es especialmente importante dado que se encuentran amenazados por especies exóticas que tienen importantes efectos ecosistémicos, en interacción con otros motores del cambio global, como son la radiación UV, cambio en el uso y cobertura del suelo y cambio climático. A esto se suma una gobernanza ambiental débil respecto a la evaluación de impactos sobre estos ecosistemas (Lacy et al., 2017). Sin duda, es una prioridad aumentar nuestro conocimiento de estos ecosistemas y cómo fortalecer su resiliencia.
10. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
Existe una tensión importante entre las características únicas de la Patagonia y sus ecosistemas, sus niveles de protección y pristinidad y la intensidad de las amenazas asociadas a distintos motores de cambio global. En general se identifican a las amenazas directas asociadas a la reducción en las precipitaciones y aumento en las temperaturas, y las especies exóticas como importantes motores de cambio en los ecosistemas terrestres y de aguas continentales en la Patagonia y la recurrencia de eventos FAN e incendios como una de las principales manifestaciones negativas del cambio global sistémico en la zona. No obstante lo anterior, existen grandes vacíos en nuestro conocimiento del funcionamiento de los ecosistemas patagónicos y en especial sobre cómo interactúan los ecosistemas terrestres, de aguas continentales y marinos, y los motores de cambio global que los afectan, particularmente las sinergias que existen en la acción de los distintos motores de cambio global como, por ejemplo, entre la introducción de especies, la salmonicultura, la RUV, el cambio en el uso y cobertura del suelo, cambio climático y la alteración de los ciclos biogeoquímicos. En general, el turismo, la salmonicultura, la ganadería y la extracción de Sphagnum aparecen como actividades de alto impacto que debieran ser mejor reguladas para asegurar que los objetivos de desarrollo socioeconómico de la región sean compatibles con la conservación. La minería si bien es cierto es de potencial impacto, este es aun relativamente menor, pero puede convertirse en un gran problema dependiendo del comportamiento de los mercados internos y externos.
Finalmente, uno de los mayores desafíos de conservación se encuentra en las estepas y pastizales, debido a la poca predictibilidad de cambio climático en el sector, donde hay mucha variación sobre todo en la precipitación; y a la presión que existe por cambios en el uso a usos antrópicos (Pliscoff et al., 2021).
Teniendo en contexto los resultados de este estudio recomendamos:
• Es necesario llevar a cabo una evaluación del estado de los ecosistemas patagónicos; el estado de los servicios que proveen a las personas y el impacto sobre ellos de los distintos motores de cambio global. En particular en lo que se refiere a la actividad turística y externalidades negativas asociadas, la introducción de especies exóticas, la salmonicultura, minería y los potenciales impactos de estas actividades sobre la recurrencia de FAN, incendios y la pérdida de biodiversidad. Se sugiere en particular la creación de una red de monitoreo de largo plazo que disponga de una serie de parcelas siguiendo el modelo de PEBANPA (Parcelas de Ecología y Biodiversidad de Ambientes Naturales en Patagonia Austral; Peri et al., 2016) a través de un consorcio de universidades locales, centros de investigación, privados y ONG que permitan generar lazos de cooperación científica con investigadores y centros de investigación argentinos.
• En el corto a mediano plazo, es necesario implementar programas de monitoreo de especies exóticas y la posibilidad de que se configure un “invasional meltdown” donde fenómenos de facilitación entre especies invasoras podrían incrementar su establecimiento, distribución e impacto. Por otro lado, es necesario mantener un monitoreo de las poblaciones de patógenos introducidos que podrían ser un factor importante de decrecimiento de las poblaciones naturales, sobre todo de especies de peces nativos y de polinizadores nativos donde la co-introducción de patógenos ya ha sido reportada (Arbetman et al., 2013).
• En el corto plazo es necesario evaluar el sistema de áreas protegidas tanto marinas como terrestres y su papel en permitir la adaptación de especies ante el cambio en el clima. En particular es importante generar información básica sobre grupos como peces e invertebrados.
• Finalmente, es necesario promover un uso del territorio que emane de una visión integrada y ecosistémica, donde las actividades que en él se produzcan obedezcan a una lógica de desarrollo sustentable que minimice los impactos negativos sobre los socio-ecosistemas. En particular es imperativo revisar y regular las actividades asociadas a la acuicultura y uso del borde costero, la actividad ganadera (promoviendo minimizar sus impactos sobre el carbono en el suelo y el cambio en el uso de suelo) y la actividad turística promoviendo la implementación de buenas prácticas a seguir por los guías y los turistas (e.g.,