Absalón Machado Cartagena

La ruralidad que viene y lo urbano


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los equilibrios perdidos entre el hombre y la naturaleza, y que tanto sufrimiento ocasionan a la humanidad como las pandemias. Ese proceso de cambio lo iniciarán personas y grupos que han alcanzado un nivel de conciencia mayor y quienes tienen la convicción de que esos cambios forman parte de una misión que les corresponde y no da espera.

      No obstante, un lector informado sobre los temas tratados en este libro puede imaginarse, o mejor opinar, con buena razón, que la figura de las ciudades de la ruralidad, uno de los temas centrales en esta discusión, es una simple copia de las propuestas de Ebenezer Howard, de finales del siglo XIX, cuando propuso las ciudades jardín. El texto de Howard llegó a mis manos cuando ya el desarrollo de este libro estaba avanzado. El hecho de que coincida con él en la necesidad de crear esas ciudades no es ninguna novedad, la diferencia radica en los contextos, sus características y propósitos. Él buscaba la descongestión de la convulsionada Londres de finales del siglo XIX mediante la creación a su alrededor de centros urbanos con naturaleza para que acogieran a los citadinos londinenses. Por el contrario, la propuesta aquí desarrollada sobre ciudades de la ruralidad parte de un contexto diferente y apunta a propósitos distintos: repoblar la ruralidad del territorio y ser receptáculo de los excedentes de la población rural, que fluye a congestionar más las ciudades de hoy, y urbanizar lo rural de otra manera.

      Este ejercicio se ha elaborado pensando más en la realidad colombiana, pero tiene validez para todos los países con patrones de crecimiento y desarrollo parecidos. Sin embargo, se distancia de los países del primer mundo, que en alguna medida resolvieron desde temprano los problemas estructurales que les impedían avanzar hacia una modernidad plena. En esa vía, la propuesta se ubica en una idea central: el actual proceso de desarrollo capitalista especulativo de la era neoliberal y el consumismo desaforado no tienen futuro, pues conducen a un camino sin salida que amenaza la vida en el planeta y nos dirigen hacia una distopía. Por eso, es necesario llevar a cabo una transformación que produzca efectos de largo plazo y que pueda proyectarse desde ahora. Para algunos lectores, esta propuesta puede ser una utopía, pero en realidad se trata más de una eutopía, bajo el criterio de que todo es posible cuando se tiene la convicción y la voluntad de hacer las cosas y sobre todo una conciencia más amplia sobre lo que somos y nuestra misión.

      Si una idea no se crea y se trasmite, no existe. Esperamos darle vida a un sueño y confiar en nuestra conciencia, pues constituye un arma poderosa para la transformación y el cambio. Por supuesto, esto solo no genera automáticamente los resultados esperados; también se requiere de la acción social y política, dado que no se trata solamente de un asunto técnico o menos material. ¿Cómo pasar de la propuesta técnica a la acción política? Esta es una pregunta que este libro no aborda, pero queda para posteriores reflexiones.

      Este trabajo inició en el año 2017 y estaba muy avanzado cuando se presentó la pandemia de la covid-19. No obstante, resulta claro que este hecho obligará a ocuparse de sus impactos más inmediatos sobre la vida rural y en las ciudades, aunque no dejará por fuera consideraciones de mayor largo plazo. Tomé la decisión de mantener el escrito siguiendo la concepción inicial, pues considero que conserva validez con o sin pandemia. Por ello, se ha incluido al final un epílogo donde se presentan algunas reflexiones sobre la coyuntura actual y pospandémica.

      En el mismo sentido, cuando había terminado este escrito tuve conocimiento de la reflexión promovida por la Oficina Regional de la Food and Agriculture Organization (FAO) para América Latina y el Caribe, en cabeza de Julio Berdegué, a la cual no se hace referencia en este trabajo. Allí confluyeron noventa expertos para analizar el futuro de la alimentación, la agricultura y el desarrollo rural en el continente en el contexto de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Como resultado, se publicó una Serie con treinta y tres documentos1. Esa Serie desarrolla temas y análisis más específicos no tratados en este libro. También propone un proceso de transformación rural, pero sigue algunas vías diferentes a las sugeridas aquí y presenta varias coincidencias y complementariedades entre ellas2.

      Igualmente, soy consciente de que las trasformaciones rurales-urbanas y todos los procesos señalados en este libro requieren de una lectura con consideraciones sobre el medio ambiente, más allá de la economía, la sociedad y las políticas públicas. Este es un tema pendiente por desarrollar en posteriores reflexiones puesto que permitiría cubrir muchas de las limitaciones de la propuesta aquí elaborada. Por ello, es recomendable abordar las lecturas de textos que han profundizado en ese tema como los de Julio Carrizosa Umaña y otros autores, donde el concepto de ambientalismo complejo tiene cabida, igual que conceptos como el de buen vivir y ecología integral, este último incluido en las consideraciones del papa Francisco en Laudato si’. Claramente, el rediseño de la ruralidad involucra serias implicaciones sobre el medio ambiente y además puede ayudar a sanar parte del daño que le hemos causado a la naturaleza y a nuestras relaciones con ella.

      Finalmente, debo reconocer con humildad y como economista, mis limitaciones académicas para profundizar en visiones de lo rural y lo urbano a través de disciplinas como la sociología, la antropología, la psicología, el urbanismo, el ambientalismo, la política, la filosofía, las ciencias básicas como la física y otras. Nuestra visión siempre es limitada y solo espero contribuir con un grano de arena al universo del conocimiento en expansión. Por eso, los lectores deben ser benignos por el abuso de términos económicos que abundan en el libro y entenderán que somos simples aprendices en este universo infinito que tratamos de entender.

      No podía cerrar esta introducción sin expresar mis agradecimientos a las personas que tuvieron la amabilidad de destinar parte de su tiempo a leer las notas iniciales o la versión final de este libro. En particular, extiendo mi gratitud a la profesora Martha Alicia Cadavid de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad de Antioquia, quien me hizo sugerencias útiles sobre el consumo en general y la alimentación humana. También agradezco al economista Gabriel Martínez, quien con sus observaciones me ayudó a precisar aspectos diversos del escrito a través de una lectura del primer borrador y de la versión final, las cuales representaron una ayuda para la organización del libro y la precisión de temas. Finalmente, agradezco a Carlos Salgado de Planeta Paz, quien también aportó sugerencias de gran utilidad para mejorar la versión final.

      Adicionalmente, doy las gracias por la paciencia de Viviana Otálvaro para diseñar y realizar cambios en los diagramas incluidos en el libro, fue una muestra de que podemos ayudar a los demás sin esperar retribuciones. Muy poco de este libro pudo dar a luz sin la paciencia, la abnegación, la comprensión y la generosidad de mi esposa María Matilde, de cuya grata compañía me he privado durante largas horas por estar dedicado a escribir y leer textos. Sin su colaboración hubiera sido muy difícil dedicarme a estos menesteres. A todos, el universo les retribuirá su gran benevolencia.

       el cambio de paradigma

      “Es decisivo que el Hombre esté orientado hacia el infinito, es el problema esencial de su vida. Cuanto más un Hombre corre detrás de falsos bienes, y cuanto menos sensible es a todo lo que es esencial, tanto menos satisfactoria será su vida; se sentirá limitado, porque limitados serán también sus fines”.

      —Carl G. Young. Psicología analítica.

      Con el actual nivel de conciencia, observamos que Colombia presenta muchos contrastes. Se debate entre el atraso y una modernidad incompleta e insatisfactoria, la cual llegó a los grandes centros urbanos, mas no a la ruralidad. La urbanización y la modernización han ido invadiendo lo rural, no para darle la oportunidad de avanzar hacia su propio desarrollo, sino para imponerle un modo de vida diferente, dejándolo sin oxígeno para sobrevivir con dignidad e identidad. Ese proceso es diferenciado y desigual territorialmente y configura islas avanzadas de producción, especialmente de los productos de exportación con ventajas comparativas y competitivas, y en algunos productos destinados al consumo interno. Esos islotes coexisten de manera asimétrica y conflictiva entre