David Wong Cam

Hacia una teoría de las empresas familiares


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del siglo XX (Miller, 1999b).

      Los pequeños empresarios locales no contaron con acceso al crédito y a la tecnología, por lo que les fue difícil expandirse. Sin embargo, parece que empresarios medianos optaron voluntariamente por no hacerlo, pues hubiese significado el empleo de una fuerza permanente de trabajadores; además de la legislación y los costos de seguridad social, y las leyes industriales, las cuales podían expropiar toda la empresa si crecía demasiado rápido. Prefirieron operar en un sistema laboral basado en la subcontratación, para reducir costos y facilitar la transferencia de recursos fuera de la empresa. Esto también les evitaba confrontar problemas industriales que podían surgir por la presencia de sindicatos (Miller, 1999b).

      A través del estudio de los grandes grupos familiares peruanos, Tatsuya Shimizu ha determinado una clasificación de tres subgrupos para el país: las exclusivas, que controlan exclusivamente la administración y la propiedad de la empresa; las mayores, donde la familia tiene un fuerte control, pero no la exclusividad de la empresa; y las conjuntas, donde el control es compartido con otras familias o con capital extranjero (Shimizu, 2004).

      Esta clasificación es dinámica, pues las empresas familiares comienzan generalmente siendo exclusivas, pero, a medida que se diversifican y que enfrentan diversas coyunturas económicas, evolucionan a mayores o conjuntas; o se dividen y designan las partes en esos criterios mientras que la empresa núcleo queda como exclusiva. En el Perú, la fuerte entrada de capital extranjero que ingresó con la liberalización de Fujimori causó una fuerte competencia de productos extranjeros para las empresas peruanas. En concreto, a inicios del siglo XXI, el capital extranjero dominaba el mercado del petróleo, la banca y las telecomunicaciones; mientras que las empresas peruanas dominaban los rubros de agricultura, construcción, cemento, bienes raíces e industrias textiles (Shimizu, 2004).

      Este repaso por los ciclos económicos peruanos del siglo XX y XXI y la caracterización de sus empresas familiares sirve de preámbulo para un mejor entendimiento y contextualización de los casos de estudio que se verán a lo largo de este libro. Como no es un objetivo elaborar una detallada historia económica, se han presentado aquellos hitos relacionados directamente con la industria local y las herramientas a disposición de los empresarios locales. Muchos emprendimientos y empresas familiares han tenido una historia que recorre las décadas de desarrollo de la economía peruana. Estas diferentes coyunturas han influenciado la toma de decisiones de estos agentes económicos y, en consecuencia, muchas veces determinaron su rumbo.

      Esta publicación pretende explicar cómo estos grupos familiares llegan a convertirse en organizaciones sofisticadas frente a otros grupos peruanos. En el lenguaje de este texto, cómo nuevas empresas (en mercados emergentes, la falta de financiamiento y acceso a tecnología de punta afectan agudamente a estos emprendimientos) llegan a convertirse en corporaciones. En esta evolución, pueden esbozarse varias hipótesis plausibles: uno, las empresas cosmopolitas son una élite reducida; dos, las nuevas empresas, que suelen empezar con escasos recursos, se ven obligadas a invertir inicialmente en negocios de bajas barreras a la entrada y salida (confecciones, como los casos Moreno y Rosales; calzado, como el caso Moda; catering, como el caso Pérez; o comercio herbolario, como el caso Li). El que una empresa nueva se convierta en promisoria involucra aspectos que serán explicados a lo largo del texto. Hasta donde conocemos, son pocos los textos que han explicado este proceso.

      2. Relación entre proyecto familiar y empresa

      Toda trayectoria es pertinente si supone un porqué, es decir, según su aporte al proyecto familiar y al riesgo que se afronta. El proyecto familiar constituye la razón de ser de la empresa. Todo emprendedor busca un sueño, plasmado en un objetivo –implícito o explícito– que puede ser de cualquier índole. Este sueño le ofrecerá un sentido de vida, lo que lo motivará a vencer todas las vicisitudes de una aventura empresarial.

      Existen dos perspectivas en todo proyecto familiar. La primera, denominada economicista, presume que el individuo busca un solo objetivo: el económico. Define la felicidad (enfoque hedonista) como consumir más y mejor, es decir, la motivación es el placer como fin y fundamento de la vida. El consumo es la guía de la producción. La segunda perspectiva, la global, complementa el objetivo económico con otros como la búsqueda del reconocimiento y la autorrealización. Define la felicidad (enfoque intrínseco) como el proceso en el que el ser humano transcurre desde un consumo cultivado hacia una experiencia óptima que le ofrezca un sentido de vida (Reme, 2005).

      2.1 La gestión de empresas en las perspectivas economicista y global

      Desde la primera perspectiva, la racionalidad del tomador de decisiones debe guiarse por el ámbito económico, donde un mayor consumo supone mayor felicidad. Sobre este punto, es necesario indicar algunos supuestos: los empresarios solo venden en el mercado local, las tasas de interés pasiva y activa son iguales y se trata de un mercado que opera con certeza (Del Mastro & Wiesse, en prensa). Las dos figuras que se muestran a continuación explican la forma en que un individuo logra el mayor consumo. En la figura 1, los individuos no disponen del mercado de capitales, por lo que no disfrutan de intereses por depósitos ni pueden pedir prestado; en la figura 2, cuentan con estas instituciones financieras. Solo se dispone de dos períodos: el presente y el futuro.

      El mayor consumo involucra coordinar tres variables económicas clave (figura 1): los gustos de los consumidores, las combinaciones de consumos entre hoy y el futuro que me ofrezcan mayor felicidad (curva de indiferencia UU, como luego se observará; mientras más alejada del origen, mejor) y las oportunidades de negocio posibles (frontera de posibilidades de producción, PP). Puede notarse que se puede consumir menos en el presente y producir más, o consumir más en el presente y, por tanto, producir menos. La ausencia del mercado de capitales no permite trasladar la producción de un período a otro; en consecuencia, la producción es igual al consumo. Por el punto S, pasa una curva de indiferencia de menor satisfacción que las mostradas. Puede notarse que el mayor bienestar ocurre en T, donde se consume C0 en el presente y C1 en el futuro.

      Figura 1

      Consumo, gustos y oportunidades de negocios

      Fuente: Gómez-Bezares (1991).

      A la coordinación de las dos variables económicas anteriores se debe agregar la coordinación de una tercera, la tasa de interés (RR), premio para motivar a los ahorradores a sacrificar consumo presente por consumo futuro. Si la tasa de interés es suficientemente atractiva, se consumirá menos en el presente y más en el futuro. Puede observarse en la figura 2 que la recta BB permite la coordinación de la frontera de las posibilidades de producción y la tasa de interés en el punto V, pero además permite alcanzar una mayor curva de indiferencia en el punto W, lo que origina un mayor bienestar.

      Figura 2

      Consumo con la posibilidad de prestar y pedir prestado

      Fuente: Gómez-Bezares (1991).

      Sobre la gestión de empresas, en el enfoque global son necesarias algunas precisiones. El enfoque economicista simplifica enormemente la realidad, por dos razones. La primera consiste en que en la mayoría de los países el mercado de capitales no es desarrollado y, por lo tanto, el intercambio de consumo presente por futuro es limitado. La segunda razón refiere a que la mayoría de las empresas son pequeñas y sufren serias dificultades para obtener recursos. Los recursos se toman en su definición más amplia (no en el sentido restrictivo de dinero en efectivo): «incluye todos los activos, capacidades, procesos organizacionales, información y conocimientos controlados por una firma, y que le permiten concebir e implementar estrategias que mejoren su eficiencia» (Barney, 1991, p. 101). De esta definición, se rescata que parte de los recursos que necesita un empresario es el conocimiento, y que, además del que se adquiere en institutos educativos, el formal, también es necesario el tácito, que proviene de la experiencia.

      La provisión de recursos está marcada por tres características: disponibilidad, si el recurso existe en el mercado; accesibilidad, si ambas partes están dispuestas a realizar el intercambio; e incertidumbre, si este supone un