no podemos detenernos por ti». «No tienes el juguete adecuado para unirte a nosotros».
Y, sin embargo, después de poner en práctica la regla, los alumnos de Paley adaptaron su juego con un mínimo de conflicto. El cambio fue más difícil para un pequeño número de niños que, constantemente, imponían los juegos, establecían las reglas y disfrutaban de ser el jefe.
Los niños que eran excluidos más sistemáticamente ya no eran aislados. La manera en que se veían a sí mismos y su contribución a la clase cambiaron en forma positiva. En el próximo capítulo exploraremos este beneficio y los efectos fisiológicos del rechazo social, tales como el dolor físico y la depresión.
Sin embargo, el beneficio más sutil y más amplio fue que cada niño del aula consiguió nuevas amistades y los juegos se volvieron mucho más interesantes.
Como ya no podían excluirse mutuamente, aprendieron a adaptar sus juegos. También adaptaron los papeles que estaban dispuestos a representar dentro de un juego. Probaron distintas identidades. El chico que siempre había sido el villano ahora podía ser el bebé recién nacido. Los héroes podían ser los villanos. El padre podía ser la madre. A pesar de todas las preocupaciones iniciales, los juegos seguían siendo divertidos.
Estos miedos de la infancia siguen siendo reales en nuestras vidas adultas. Nos encontramos con las mismas preocupaciones cuando mejoramos la inclusión en nuestros lugares de trabajo, productos y entornos públicos. El experimento del aula de Paley ilustra que la exclusión no se basa en un círculo fijo.
Es un ciclo de nuestra propia creación.
UN MARCO PARA EL CAMBIO
A diferencia de la clase de Paley, no siempre tenemos o queremos una autoridad superior que publique reglas en nuestras paredes para dictaminar nuestro comportamiento. La buena noticia es que cada uno de nosotros tiene el poder de hacer o de deshacer la inclusión. La mala noticia es que no siempre sabemos que tenemos este poder, o lo que podemos hacer con él.
Cada uno de nosotros sabe lo que se siente al ser excluido. A veces podemos reconocer cuándo se deja afuera a otra persona. Sin embargo, a menudo se nos hace difícil anticipar cómo las personas podrían ser excluidas en el futuro.
Esto es lo que hace a la inclusión tan relevante para el diseño.
Un diseño tiene una intención. Está hecho para un propósito. El acto de diseñar requiere pensar, intrínsecamente, sobre las formas futuras en que alguien podría utilizar una solución. Y tiene éxito solo cuando el receptor de un diseño confirma que ha logrado su propósito.
La inclusión complementa al diseño como una forma de alinear lo que una solución puede ser con lo que una persona necesita que lo sea. Esta dinámica está mejor descrita por el doctor Victor Pineda, líder en diseño urbano accesible y cofundador de Smart Cities Initiative:
El diseño inclusivo trata sobre relacionarse con personas que pueden ser totalmente diferentes a ti, amplía tu imaginación sobre lo que es posible. Tiene un efecto de goteo, tiene un efecto multiplicador en el hecho de que cambia a esas personas y, en cierto sentido, cambia la sociedad.
El hecho de que el diseñador pensara en un grupo más amplio de personas hace posible que la sociedad pueda ver a estas personas que una vez fueron invisibles. (2)
El doctor Pineda habla desde la experiencia. Es una de las personas más viajadas que jamás conocerás, que ha visitado más de setenta países. Como persona que usa una silla de ruedas, tiene experiencia en navegar por obstáculos en esos espacios públicos. Tiene una combinación de estrategias, desde asistentes personales hasta tecnologías de apoyo, que son críticas en cada uno de sus viajes.
Tiene una comprensión íntima de cómo elementos interrelacionados, desde objetos de diseño a políticas de ciudades, pueden crear y eliminar barreras de acceso. Y lo que sucede cuando lo hacen:
Los diseñadores, ya sea estén diseñando una escuela o un software, tienen la clave para liberar el potencial humano. Porque le quiero dar todo lo que tengo a la sociedad. Puedes hacerlo. Puedes cambiar las reglas del juego, para que el juego me incluya a mí e incluya mis talentos. (3)
Esto es lo que hace de la exclusión un ciclo. En primer lugar, es la noción perdurable de que «moldeamos nuestras herramientas y, a continuación, nuestras herramientas nos moldean a nosotros». (4) Lo que producimos tiene un efecto en la sociedad, que a su vez da forma al próximo grupo de problemas que pretendemos resolver. Una solución se convierte en un obstáculo cuando es diseñada solo para personas con ciertas habilidades. La capacidad intelectual y el ingenio de todo aquel que no sea compatible con ese diseño, simplemente, son desaprovechados. Cuando creamos nuevas maneras de que la gente contribuya con sus talentos, sus contribuciones influyen en todos.
En segundo lugar, la exclusión puede alimentar la creatividad al arrojar nueva luz sobre las soluciones existentes. Ray y Charles Eames estaban experimentando con técnicas de madera contrachapada moldeada cuando fueron contratados por la Armada de los Estados Unidos para diseñar férulas para piernas. Hasta entonces, la Armada usaba férulas metálicas que eran incómodas y vibraban con el movimiento, ocasionando lesiones más graves. El desafío único de centrarse en militares lesionados los impulsó a perfeccionar los métodos existentes. La férula debía ser liviana, flexible y lo suficientemente fuerte como para proteger de forma segura variados de tipos de cuerpos. Suministraron más de 150 000 férulas durante la Segunda Guerra Mundial. Por otra parte, estas innovaciones en la manufactura de la madera contrachapada los condujo a sus icónicos diseños de muebles para el hogar.
Por último, la exclusión se renueva constantemente por nuestras elecciones. Cambiar los colores de un producto podría parecer un pequeño ajuste. O, de repente podría hacer ese producto inaccesible a casi el 8 % de los hombres y el 0,4 % de las mujeres que son daltónicos. (5) Todo depende de las elecciones que hagamos. El ciclo siempre está en movimiento y cambia con cada decisión de diseño.
Usaremos el marco de un ciclo para analizar cómo perpetuamos diseños incompatibles y cómo modificarlos hacia la inclusión. Hay cinco elementos en ese ciclo y cada uno de ellos está relacionado con los demás:
■ Por qué hacemos. Nos enfocaremos en las motivaciones que son innatas en el solucionador de problemas.
■ Quién hace la solución. Este es el solucionador de problemas. Las personas que son responsables del éxito de una solución.
■ Cómo hacemos. Estos son los métodos y los recursos empleados por el solucionador de problemas.
■ Quién lo recibe. Estas son las suposiciones que el solucionador de problemas hace sobre la gente que interactúa, utiliza, o se beneficia de la solución.
■ Qué hacemos. Esto es lo que el solucionador de problemas crea.
Como individuo, o como miembro de un pequeño equipo, podrías tener un alto grado de control sobre todos los elementos de este ciclo. Con la práctica, puedes aprender a reconocer y remediar la exclusión a tu ritmo.
Figura 2.3
Los cinco elementos que contribuyen a un ciclo de exclusión.
Las organizaciones más grandes, a menudo, tienen mayores dificultades para coordinar los elementos de este ciclo. A veces los elementos son silos aislados que están desconectados unos de otros. Esta cuestión se agrava cuando los líderes intentan construir la inclusión mediante un solo elemento del ciclo.
Los líderes, a menudo, se enfocan en el único elemento relacionado con sus conocimientos profesionales. Un ingeniero podría enfocarse en los problemas de accesibilidad del producto que están desarrollando. Un líder en recursos humanos podría enfocarse en prácticas de contratación. Un profesional de la tecnología de la información