hacer lo que sea necesario.
Cuando encuentras qué es lo que te apasiona en la vida todo cobra sentido y es más sencillo.

Piensa en alguien que conozcas y que sea apasionado.
Podrás detectar que la energía que irradia, su optimismo y su obsesión por lo que le apasiona son valores muy instaurados.
Es lo que tienes que sentir, pasión por algo, y actuar en consecuencia.
Vamos a trabajar con tu mentalidad, con tus creencias, para que consigas conectar con el poder de sanarte que tienes en ti.
Con este libro pretendo que aprendas de todas las técnicas que he incorporado en mi vida a través de las enseñanzas recibidas.
He invertido, y sigo invirtiendo, miles de euros en formación, en mentorías y eventos de crecimiento personal.
Pongo mi experiencia a tu disposición con la convicción de que va a ayudarte si desde ya tienes el compromiso de querer ser tu mejor versión y trabajar para conseguirlo.
Mi objetivo es ayudarte a tener una calidad de vida extraordinaria.
No te conozco, pero de una cosa estoy segura. Si estás aquí es porque hay algo en ti que quieres cambiar o mejorar.
Tú decides, la decisión es tuya. Puedes quedarte como estás, con esa enfermedad, ese peso, esa autoestima… o puedes darte una oportunidad y decidir cambiar, llevar una vida extraordinaria.
Si tú estás bien, todos los que están a tu alrededor van a estar más felices. No solo te ayudas a ti, sino que ayudas a todos los que están cerca de ti.
Gracias, gracias, gracias por estar aquí y querer crecer.
¡Te espero en el siguiente capítulo!
Durante toda la trilogía verás que al final de cada capítulo hay unas declaraciones, están escritas para plantar semillas en tu mente.
También encontrarás un resumen de los puntos más importantes y los ejercicios que te propongo realizar.
El cambio requiere un esfuerzo y un compromiso con uno mismo, porque vas a salir de tu zona de confort, la zona que hace que tengas siempre los mismos resultados. Estás invirtiendo en ti, vas por el buen camino.
Como ya sabes, aprendemos por repetición. Quizá al principio no te creas lo que vas a declarar a continuación, pero llegará un momento en que tu mente lo aceptará.
Respira profundamente tres veces de la siguiente manera: inhala durante cinco segundos, sostén el aire otros cinco y exhala en cinco más. Ahora pon la mano en el corazón y lee en voz alta:
QUIÉN SOY YO
SEGUNDA PARTE
A lo largo de mi vida he superado con éxito las diferentes adversidades que se me han presentado: mi dependencia a las drogas, el alcoholismo de mi padre, su muerte a consecuencia del cáncer, el intento de suicidio de mi madre… Pero aún quedaba más.
Ahora veo con una claridad absoluta que, gracias a todas las vivencias, hoy estás aquí y las puedo compartir contigo con la esperanza de poderte ayudar.
Conocí a mi marido con treinta y cinco años. Todo fue muy rápido y explosivo.
Nos enamoramos locamente, pero éramos muy diferentes.
A los cuatro meses de estar juntos me quedé embarazada. Sin dudarlo, los dos decidimos traer al mundo a ese bebé, pero la energía es sabia y el universo nos mandó un mensaje alto y claro.
No estábamos preparados como pareja para ser padres, así que el proceso de la vida se interrumpió en la séptima semana.
Ese hecho nos unió de una manera indescriptible, pero aún nos quedaba un largo camino para recorrer y afianzar nuestra relación.
Cuando ya llevábamos viviendo juntos un año, me volví a quedar embarazada y de ahí nació nuestro hijo.
Durante todo mi embarazo sufrí insomnio de segunda hora. Es un tipo de insomnio que ocurre cuando te quedas dormido fácilmente, pero al cabo de unas horas te despiertas y puedes permanecer una, dos, tres o cuatro horas sin volver a conciliar el sueño.
Era desesperante. Me tenía que levantar a las seis y media cada día para ir a trabajar, pero mi cuerpo y mente cada vez estaban más agotados.
Mis niveles de hierro eran muy bajos y, cuando faltaban dos meses para que naciera el bebé, mi ginecóloga me dijo que tenía que coger la baja o corría riesgo de perderlo.
Sin dudarlo, cogí la baja e intenté estar lo mejor que pude, pero dentro de mí había una ansiedad que trataba de calmar comiendo de forma impulsiva.
Hasta entonces había ganado el peso normal, pero en los dos últimos meses de embarazo los kilos aumentaron sin control alguno.
¡Llegué a pesar veintiocho kilos de más!
El día del parto me olvidé de todo. Una energía indescriptible se apoderó de mí y estuve toda la noche en casa pasando las contracciones. A las siete de la mañana nos fuimos al hospital y veinte minutos después de entrar en el paritorio nació nuestro hijo.
Sin duda, crear una vida y traerla al mundo es algo mágico.
No me sentía cansada, solo era inmensamente feliz.
Pero ese sentimiento duró poco.
No podía alimentar a mi hijo y eso me enloqueció.
Siempre había pensado que, si no podía amamantar a mi hijo, le daría un biberón, pero no pude. Algo se apoderó de mi mente enturbiándola y me obsesioné con que tenía que lograr darle el pecho fuera como fuera.
Sin dormir, cansada, derrotada, fui entrando en una depresión profunda.
Era como si todo lo que me había ocurrido durante mi vida me invadiera de golpe y no fuese capaz de ser feliz, de vivir el momento tan maravilloso que tenía delante.
Si ya has leído Todo lo que necesitas está en ti, ya sabrás todo lo que me ha tocado aprender en la vida, pero sin duda la lección más grande vino al superar esa depresión posparto.
Al final de unos días conseguí, gracias a unas pezoneras, amamantar a mi hijo, pero yo seguía sin dormir, seguía sin estar feliz y disfrutar de ese maravilloso momento.
Un día me levanté y no podía parar de llorar. Lloraba y lloraba. Pedí a mi madre que se quedara con mi hijo para irme a un centro de ayuda a las madres primerizas que tengo cerca.
Me vieron la comadrona y la enfermera, pero seguía sin parar de llorar.
Estuve como tres horas esperando a que me atendiera el psicólogo y mientras esperaba me iba encontrando peor y peor.
¡Incluso tenía fiebre!
Por fin me tocó mi turno y el psicólogo me dijo algo que no olvidaré en la vida: «El amor está en ti. Tú amas a tu hijo, aunque ahora no lo sientas».
Fue como un chispazo escuchar esas palabras de alguien que no me conocía.
Me dijo que era normal que me sintiera mal y que las hormonas me estaban dominando, que no dejara que eso pasase.
Y así lo hice. Volví a conectar con mi fuerza interior, que siempre me había acompañado en la vida. Volví a conectar con mi intuición y ese día llegué a casa con otra energía.
Pero algo en mí no funcionaba, algo en mí estaba mal y seguía sin dormir.
Al cabo de un tiempo un amigo me recomendó una hipnoterapeuta.