Klyne Snodgrass

Comprendiendo las parábolas de Jesús


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      Informacion online para notas

       A mis estudiantes

      del Seminario Teológico North Park,

      del pasado, presente, y futuro

      y

      a Gabriel y Caeden,

      que son prodigios para admirar

       Capítulo 1

       Introducción a las parábolas de Jesús

      Las parábolas de Jesús están entre las historias mejor conocidas y de mayor influencia en el mundo. Aún si las personas nada conocen sobre Jesús, al menos conocen de sus historias o han sentido su impacto en expresiones como “pródigo” o “buen samaritano”. La importancia de las parábolas de Jesús no se puede subestimar. La vitalidad, importancia y utilidad de la enseñanza de Jesús se destacan de manera especial en sus parábolas. Jesús era el maestro creador de historias, y nada atrae más ni es tan persuasivo como un buen relato. Los niños (y los adultos) no dicen: “Cuéntame los hechos”; ellos quieren un relato. Los relatos son inherentemente interesantes. Toleramos los discursos, pero prestamos atención a los relatos. Los relatos entretienen, informan, incluyen, motivan, autentican, y reflejan existencia. Al crear un mundo narrativo, los relatos crean un universículo irreal y controlado. El autor nos cautiva, y, casi como un dios, nos traslada a su mundo y cuenta la realidad que existe en este mundo narrativo, y qué y por qué sucede.

      Los relatos nos permiten ver la realidad, por lo menos la que el autor crea. Allí, en un grado que no podemos imitar en la vida real, podemos discernir motivos, anotar resultados, saber quién ganó y comprender qué es la victoria y el fracaso. La vida fuera de ese mundo prácticamente se detiene; la historia nos cautiva. El relator está en control, de modo que necesariamente hace que consideremos las cosas desde nuevos ángulos, a fin de que no se pueda evadir el mensaje fácilmente. Los oyentes se vuelven cómplices voluntarios, aun si el mensaje es hostil. Desde este “otro mundo” se nos invita a entender, evaluar y, posiblemente, a redirigir nuestra vida. Aparte de la experiencia personal, los relatos son la forma más rápida para aprender. Aprendemos mejor en lo concreto pero, como no podemos recordar fácilmente cientos de hechos concretos, nuestra mente almacena fácilmente lo abstracto. El método al enseñar y predicar está en la repetición de la idea abstracta que ya sabemos, olvidando que otros todavía necesitan aprender lo concreto. Haríamos las cosas mejor, al menos frecuentemente, si vistiéramos lo abstracto con historia y experiencia concretas, como lo hizo Jesús.

      El relato nos atrae hacia el mundo narrativo donde hay desarrollo, trama y resolución. Sin la resolución (que con frecuencia es cómo la erudición del NT trata de interpretar las parábolas) nos frustramos y preguntamos: “¿Por qué existe esta historia?” Esperamos algo interesante y perspicaz, quizá único, y por cierto, que valga el tiempo que nos pide el relator. Este tiene una agenda, una intención, y piensa que su relato es importante. De no ser así, nunca se contaría la historia. La intención puede que sea sencillamente el entretenimiento o, enseñar con propósito una verdad, convencer y motivar. Las parábolas no son inherentemente cristianas y no transmiten automáticamente una verdad. Se las puede usar para comunicar una religión, ideología y aun una mentira. Desafortunadamente, aun las buenas historias pueden ser, y son, utilizadas para promover el mal. Entender la verdad en una parábola depende de la verdad propia al contexto que refiere y el grado en que ella se relacione con la verdad y la revele creativamente.

      Sin embargo, una parábola no es simplemente una historia. “Parábola”, en su más amplio sentido, refiere una analogía ampliada.1 Por ejemplo, Dios perdona y recibe a los pecadores como un padre amoroso perdona y recibe a un hijo descarriado. Tales analogías, más que nada, son comparaciones o contrastes usados para explicar o convencer. Las parábolas, por su naturaleza, buscan hacer un punto retórico.2 Más aún, algunas parábolas no son del todo historias. Mientras que en castellano “parábola” por lo general es una referencia a una narración corta con dos niveles de significado, las palabras griega y hebrea para “parábola”, como veremos, tienen un significado más amplio y cubren una variedad de formas o géneros literarios.

      Las parábolas de Jesús presuponen el reino que buscan revelar.3 Imagine que tengamos solamente los relatos de Jesús, pero ningún sentido de qué refieren. La parábola del pródigo y su hermano mayor nos mueve solo porque sabemos que la narrativa refleja la aceptación divina de los pecadores, y contrasta este recibimiento divino con el frecuente desdén que algunos manifiestan contra los pecadores.

      Las parábolas de Jesús se describen como obras de arte y armas en conflictos contra los opositores. Son ambas cosas, y aún más. Desde el día de su relato y hasta el presente, ellas han deleitado e instruido muchas personas, igualmente otras las han considerado un insulto. Con mucha frecuencia, Jesús empleabaparábolas para explicar el reino de Dios, mostrar el carácter divino y señalar las expectativas de Dios respecto de los seres humanos. Con frecuencia, se ha rebatido este mensaje. Se abusaron las parábolas de Jesús y se emplearon con propósitos diversículos (propósitos teológicos antiguos, ideológicos modernos y pastorales). Algunos intérpretes tratan las parábolas como barro que moldean a su antojo. Otros intentan domesticar las parábolas para que siempre sigan reglas prescritas y den significados que podamos