de relaciones que nos permite (o fuerza a) entender de forma fresca. Las parábolas funcionan como un lente que nos permite ver la verdad y corregir la visión distorsionada. Nos permiten ver lo que de otra forma no veríamos, y suponen que deberíamos observar, y ver una realidad específica. No son pruebas de Rorschach; son narrativas que tienen intención, analogías que nos capacita para percibir la verdad. Excepto cinco parábolas de Jesús… ellas son historias con dos niveles de significado: el nivel de la narrativa, mediante la cual percibimos y el nivel de la verdad, que muestra la realidad que representa.35
La meta inmediata de una parábola es cautivar el interés y, por ser interesante, cautiva la atención y desarma al oyente. El objetivo primordial de una parábola es despertar el entendimiento, estimular la conciencia y mover a la acción. La razón fundamental que las parábolas de Jesús son narrativas con intención, como veremos, se debe a que son instrumentos proféticos, especialmente para aquellos que tienen un mensaje de Dios. No aparecen en secciones de la Biblia centradas en la Torá, la historia o en los escritos de la iglesia primitiva.36 Las emplean aquellos que tratan que el pueblo de Dios se detenga, reconsidere sus caminos y cambie su comportamiento. Las parábolas de la Biblia revelan qué tipo de Dios es Dios y cómo obra, muestran qué es la humanidad, y qué ella puede y debe ser.37 Las parábolas no son meramente informativas. Al igual que los profetas antes de él, Jesús empleó las parábolas para provocar el pensamiento y estimular una respuesta en relación con Dios.38 Por lo general, las parábolas incluyen los oyentes, llevan a la reflexión y promueven la acción.Ellas son argumentos decisivos dirigidos a un auditorio lento o testarudo.39 Ellas tratan de impulsar a la acción que el Evangelio merece y que el Reino demanda. Uno de los mayores problemas de las iglesias cristianas, y del cristianismo occidental en particular, es nuestra inflexible pasividad. ¡Las parábolas nos constriñen, literalmente por amor de Cristo, a hacer algo! Las parábolas no buscan la “moralidad fácil” por la que Kierkegaard lamenta, más bien que seamos cargadores radicales de la cruz, una respuesta que imita a Dios digna de llamarse “conversión”.
Entonces, en la mayoría de los casos, una parábola es una analogía ampliada que se emplea para convencer y persuadir. Como veremos, esta es la forma que antiguamente los griegos también emplearon el término, y es bastante amplia para cubrir la mayoría de las formas que los evangelistas aplicaron la palabra. La lógica de las parábolas de Jesús es analogía proporcional.40 En relación con los vocablos alemanes Sache y Bild, en castellano usamos los términos tenor y vehículo para explicar cómo funciona una analogía. Tenor refiere al tema que se compara, el asunto que se trata de entender; vehículo refiere a la imagen gráfica, la parábola, el instrumento por el cual se comprende la idea. Una analogía explícitamente o implícitamente busca uno o más puntos de semejanza. Por ejemplo, un discípulo es para Dios (tenor) como un esclavo es para su maestro (vehículo) con respecto a una obligación insuperable (punto de semejanza).41 Según John Sider, cada parábola conocida como tal en los Evangelios tiene más de un punto de semejanza, exactamente lo opuesto de Jülicher.42 La analogía, por su misma naturaleza, fácilmente se puede convertir en “alegórica”.
¿Cómo se deben clasificar las parábolas?
No todas las parábolas son iguales. El ordenamiento de las parábolas en diferentes categorías no es un ejercicio vano,43 ni una imposición de formas helenísticas en las parábolas judías si se reconoce que hay distintos tipos de parábolas. Las clasificaciones pueden meternos en problemas, puesto que las parábolas no necesitan conformarse a nuestra clasificación; aun dentro de una misma categoría, las parábolas son tan variadas como el lenguaje mismo. Por otro lado, el ordenamiento provee entendimiento conforme encontramos las pistas de parábolas relacionadas, para saber qué cambios interpretativos deberíamos hacer. El ordenamiento es nuestro, y no de Jesúsni de los evangelistas. Sin embargo, cuanto más comprendamos las similitudes o las disparidades que hay entre parábolas,mejor entenderemos su funcionamiento y mayor percepción tendremos de sus características. Ningún esquema de ordenamiento es perfecto y otras descripciones se pueden usar además de la mía.44 Lamentablemente, aún cuando las personas emplean las mismas palabras, ellas no siempre indican lo mismo.
Antes de describir el ordenamiento de las parábolas, necesitamos comprender que la palabra griega parabolē tiene un significado más amplio que la palabra castellana “parábola”. Consecuentemente, en los estudios bíblicos la palabra “parábola” tiene, por lo menos, tres significados diferentes. Primero, parabolēs se puede usar para casi cualquier dicho comparativo que intenta provocar reflexión. Se emplea para describir un proverbio como: “Médico, cúrate a ti mismo” (Lc 4.23);45 un acertijo: “¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás?” (Mc 3.23); una comparación (Mt 13.33), un contraste (Lc 18.1-8), e historias simples (Lc 13.6-9) y complejas (Mt 22.1-14). Si “alegoría” es un género, entonces parabolē está también llena de alegorías completas (Mr 4.3-9). (Para una lista de las cincuenta veces que el NT usa la palabra parabolē, véase el Apéndice 1.) Todos estos significados derivan del sustantivo hebreo mashal, que generalmente se traduce parabolēen la LXX (veintiocho de las cuarenta veces) y es aún más amplio que parabolē. Además, mashal puede referir una burla, un oráculo profético o un sobrenombre. Cualquier dicho oscuro que provoque la reflexión es un mashal. (Véase el Apéndice 2, respecto del empleo del sustantivo y las formas verbales de mashal en el AT, y el Apéndice 3, sobre el uso de parabolē en la LXX.) En efecto, G. Gerhardsson clasifica casi todos los dichos de Jesús como meshalim (plural de mashal) y los divide en meshalim aforísticos y meshalim narrativos.46 Pero, como el mismo Gerhardsson admite, necesitaremos mayor precisión que ésta.
Segundo, también se puede emplear “parábola” en un sentido más restringido para aludir a cualquier analogía (ya sea una historia con doble significado o no), una definición que puede prescindir proverbios, acertijos y formas no narrativas. Tercero, un significado de “parábola” incluso más restringido proviene de la obra de Adolf Jülicher que distingue las parábolas (Gleichniserzählungen,en alemán) de las similitudes (Gleichnisse), narrativas de ejemplo (Beispielerzählungen), y alegorías (Allegorien), estas últimas, por supuesto, fueron rechazadas por Jülicher. De modo que, las similitudes, las narrativas de ejemplo y las alegorías son todas parábolas bajo la definición mencionada, técnicamente y bajo esta definición más restringida, hay una diferencia. Estas cuatro categorías todavía se utilizan, pero hay bastante confusión. Hay debate considerable sobre si la alegoría y las narrativas de ejemplo son categorías legítimas, respecto a qué califica como una similitud y si se puede o no distinguir siempre las similitudes y las parábolas.
Si dejamos de lado por el momento los debates de las categorías de narrativas de ejemplo y alegorías, solo queda las similitudes y las parábolas narrativas, y algunos se contentan en emplear solamente estas dos categorías.47 La sencillez es atractiva, pero no hace justicia a la variedad de formas. Incluso con la palabra “similitud” hay confusión. Jülicher usó el alemán Gleichnis que, por lo general, se traduce “similitud”, para cubrir dichos parabólicos (como, ciegos guía de ciegos en Mt 15.14 / Lc 6.39),48 el proverbio: “Médico, cúrate a ti mismo” (Lc 4.23) y las parábolas del constructor de la torre y el rey que va a la guerra (Lc 14.28-32).49 La mayoría hoy emplea correctamente el término “similitud” con un sentido mucho más limitado, y refieren a los dichos parabólicos o aforísticos como una categoría separada.50 Estos dichos aforísticos breves son generalmente comparaciones simples, como: “Ninguno puede servir a dos señores” (Mt 6.24 / Lc 16.13), y no trataremos en este libro.
Según argüía Kierkegaard, si las parábolas son medios indirectos de comunicación,51 entonces la mayoría de las parábolas de Jesús son comunicación indirecta doble, ya sean similitudes o parábolas narrativas. La comunicación directa se dirige al oyente sobre el tema a disposición. Por ejemplo, la comunicación directa sobre el Reino puede decir: “El reino es de valor supremo y vale todo lo que tú puedas dar.” La parábola del tesoro en el campo es comunicación indirecta doble porque no habla al oyente/lector sobre el tema a mano. Ella usa otra persona (la que halla) y