que se revierta el orden común de las cosas.
Confieso que, por un tiempo, traté de mantener la categoría de historias ejemplo, pero al final este título es tan inadecuado como inapropiado. Otras parábolas claramente dan ejemplos de los comportamientos que se deben imitar o evitar. Inmediatamente pensamos en la parábola de los dos deudores, el prudente y el insensato, y el siervo fiel y el siervo malo, el tesoro escondido, los dos hijos, los labradores malvados. Ninguna característica de su forma o contenido distingue las así llamadas historias ejemplo de otras parábolas.66
Aun así, no es suficiente el intento por demostrar que ellas eran originalmente imágenes metafóricas del restablecimiento del Reino. Obviamente, esta explicación no es específica ni convincente. ¿Podrían acaso los oyentes percibir verdaderamente en el samaritano una reposición de valores y llegar a la conclusión implícita de que el Reino debe tener esa reversión, y especialmente cuando la parábola no menciona el Reino? La reversión de valores puede entrar en vigor fácilmente con una historia indirecta simple al igual que con una parábola de doble indirecta o metafórica.
Estas cuatro parábolas funcionan en forma diferente; yo agregaría una quinta parábola, la del mayordomo infiel. Estas historias tienen argumentos desarrollados, pero no son metafóricas en la misma forma que son otras parábolas. Otras parábolas son analogías que tratan con dos ámbitos diferentes y con dos niveles de significado: son historias de doble indirecta. A través de ellas percibimos un tema diferente del que está en la narrativa; o sea, en realidad no se trata de semillas, tesoros, señores y siervos, sino de Dios, el Reino, y el pueblo de Dios. La interpretación de otras parábolas incluye una transferencia del tema de la narrativa a algún otro tema. Estas cinco historias no asocian ámbitos diferentes; ellas tratan los temas que narran: la ayuda del samaritano, la riqueza de un rico insensato, y otros. No se requiere una transferencia a otro ámbito y, por lo tanto, nos justificamos al hablar de “peculiaridad relativa”.67 Ellas se dirigen al lector indirectamente al hablar de otra persona, pero también directamente, al tratar el tema en cuestión. La parábola del rico insensato se dirige indirectamente al lector a través del rico, pero refiere directamente el tema de la riqueza. Son ilustraciones de la realidad misma.68 Estas cinco parábolas necesitan un título diferente, y la mejor alternativa es llamarlas por lo que son: parábolas narrativas indirectas simples.69 Hay más detalles respecto del debate de las “historias ejemplo” en conexión con la discusión sobre la parábola del buen samaritano,70 pero el título“historia ejemplo” es tanto inadecuado como inapropiado.
6. Parábolas “cuánto más”.71 Esta categoría no se determina por la forma sino por la función, y las parábolas “cuánto más”, por carecer de un término mejor, pertenecen también a otras clasificaciones. Algunas son parábolas interrogativas sin desarrollo de trama, mientras que otras son narrativas con desarrollo de trama. La mayoría de ellas ya sea tácita o explícita contrastan la acción humana con la de Dios. La lógica, bien conocida en los escritos rabínicos,72 es la que se encuentra en Mt 7.11 / Lc 11.13: si un padre humano sabe dar buenas cosas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre que está en los cielos dará buenas cosas? El contraste entre dos personas o entidades es una característica de muchas parábolas,73 pero la función de la parábolas “cuánto más” es resaltar que la acción de Dios excede mucho más o que en nada se compara con la persona que ilustra la parábola.74 Quizá no haya señales explícitas que adviertan al lector que la parábola funciona para contrastar la conducta humana con la divina, pero el contexto, la conclusión, o la naturaleza de la parábola por lo general dejan poca duda. Un ejemplo obvio es la parábola de la viuda y el juez injusto, este magistrado no se parece en nada a Dios. También es posible que el contraste sea entre la acción humana y la que se espera del pueblo de Dios.
Referente a las alegorías
No he incluido la cuarta categoría de Jülicher, la alegoría, como un tipo de parábola distinto. Este es el término que ha causado tremendo debate. Típicamente, se define una alegoría como una serie de metáforas relacionadas,75 y la parábola del Sembrador sería un ejemplo obvio.Sin embargo, el asunto no es tan simple y Jülicher pensó, además, que las alegorías son obscuras y necesitan descodificación. Supuestamente ellas confunden más de lo que revelan. Consecuentemente, en los estudios bíblicos (pero también en los estudios literarios de los siglos dieciocho y diecinueve) frecuentemente se consideraba la alegoría con desdén y sospecha. La alegación era que la alegoría dice algo más de lo que significa el texto mediante el empleo de figuras frente a la realidad, pero la parábola hace lo mismo. Ambas tienen su marco en la realidad que representan. Es absurda la afirmación de que otras formas realzan el entendimiento mientras que la alegoría supone el entendimiento. Cuando la gente habla de alegoría, con frecuencia se refieren a ejemplos extremos como El progreso del Peregrino por Juan Bunyan, pero las alegorías pueden ser tan variadas como las parábolas. Pocos están conscientes que El Mago de Oz es una alegoría política sobre las condiciones en los Estados Unidos a principios del siglo veinte, donde “Oz” (abreviatura de “onza”) y el camino de ladrillo amarillo se refieren al modelo de oro (debatido en aquella época), el espantapájaros que representa los granjeros, el hombre de hojalata a los trabajadores industriales, y el león cobarde a los reformadores, en particular a William Jennings Bryan. Es una historia comprensible por sí misma, pero también placentera y poderosa cuando el objetivo de su intención está en lugar.
Se ha puesto mucho empeño en distinguir entre parábola y alegoría, pero debemos reconocer que los esfuerzos han sido un completo fracaso, a pesar de los galones de tinta que se han gastado. Entre las distinciones que se repiten con más frecuencia está la afirmación de Paul Ricoeur, que la alegoría es un procedimiento retórico que se puede eliminar después de haber logrado su propósito, mientras que la metáfora (y la parábola) no se pueden reducir a un lenguaje abstracto.76 Y Dan Via afirma que las características de las alegorías están directamente relacionadas con ideas externas y levemente la una con la otra, mientras que las características de las parábolas principalmente se relacionan internamente entre sí y no se determinan por eventos o ideas externas.77 Tales declaraciones parecen impresionantes hasta que uno reflexiona. Es discutible si se puede interpretar las parábolas,78 pero que se las pueda explicar es incuestionable, y la alegoría no está más expuesta a una eliminación después de cumplir su objetivo que la parábola. Tampoco se puede demostrar que la alegoría se relaciona más con lo externo mientras que la parábola con lo interno, o que la alegoría es necesariamente más oscura. Un vistazo a El Mago de Oz o cualquier otra “alegoría” prueba cuán poco creíbles son tales declaraciones. Lo mismo sucede con otros intentos de distinguir ambas formas.79 El método de Jülicher fue rechazado,80 pero su desdén por la alegoría permanece.81 Jesús no necesita protegerse de las alegorías. Las parábolas son alegóricas, algunas más que otras. Las parábolas refieren temas fuera de sí mismas, con excepción de las historias indirectas simples, o de lo contrario no son parábolas. Si se piensa que algo proviene de la iglesia primitiva, entonces se debe determinar bajo otro fundamento, y no solo bajo el pretexto de que cierta característica es alegórica.
Algunos eruditos no dudan en describir como alegóricas las parábolas de Jesús,82 y es posible mantener la alegoría como una categoría de las parábolas, si uno así lo desea, incluso si la categoría es confusa. Por otro lado, los teóricos intelectuales arguyen que la alegoría no es un género literario, sino una forma de pensar.83 Como no se puede establecer una clara diferencia entre alegoría y parábola, y debido a que todas las parábolas menos las historias ejemplo son alegóricas en diversículos grados,84 no considero la alegoría como una categoría de las parábolas.
Sin embargo, las características alegóricas de las parábolas no es una licencia para alegorizar. Debemos resistir la tendencia de la práctica de cambiarparábolas en alegorías, lo cual nunca fue el propósito de Jesús. Buscamos la intención del relator de la parábola y el propósito explícito de lo que comunica. Cómo hacer esto se discute a continuación.
En resumen, las parábolas se pueden clasificar como similitudes, parábolas interrogativas, parábolas narrativas de doble directa, parábolas jurídicas (como un tipo específico de parábolas narrativas