Andreína Gamboa

Regresa a mí


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      Regresa a mí

      Andreina Gamboa

      © Andreina Gamboa

      © Regresa a mí

      Marzo 2022

      ISBN ePub: 978-84-685-6579-8

      Editado por Bubok Publishing S.L.

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      Índice

       ¿Por qué te alejas? ¿No me conoces?

       I. Mi historia

       I.I. Nacimiento y consciencia

       I.II. Niñez

       I.III. Mi antigua religión

       I.IV. Maldiciones generacionales

       I.V. El ocio

       I.VI. De lo que siembras, cosechas

       I.VII. Aversión a los hombres resuelta

       I.VIII. Apertura a lo espiritual

       I.IX. Aún ahí estaba Él

       I.X. La corrupción y mi primer novio “formal”

       I.XI. Golpe al orgullo

       I.XIII. Cambio de escuela

       I.VIII. Mi segundo novio “serio” y primera etapa de mi regreso a Dios

       II. Segunda etapa de mi regreso

       III. Tercera y última etapa de mi regreso

       IV. La recuperación

       V. Oración final

      ¿Por qué te alejas? ¿No me conoces?

      “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” Isaías 53:5

      “Pero ¿Por qué lo hizo? Yo no se lo pedí”. Fue una de las frases que dije en mi interior cuando supe que Él había muerto por mí. Yo no lo entendía, no se lo pedí. Al momento en que él estaba siendo reinsertado en mi vida lo necesitaba más que a la vida misma, estaba al borde del suicidio y lo intenté, pero Él me detuvo por medio de una persona muy cercana; mi mamá, aunque yo no sabía que quién hablaba no era mi madre, tenía una indignación muy grande y una autoridad que nunca había visto reflejada en ella de esa forma. Al verme merodeando por la casa en busca de las llaves del carro para hacer uso de mis habilidades de conductor de carreras y estamparme contra la primera pared que pudiera, ella me había escondido las llaves, algo sabía, ya había sido advertida en su interior que el infierno por el cual yo estaba atravesando sobrepasaba mis ganas de vivir y que en cualquier momento decidiría hacer algo al respecto.

      I. Mi historia

      ¿Alguna vez consideraste para qué naciste? Yo sí, mucho. Rara vez encontramos personas que meditan antes de actuar y a decir verdad por mucho tiempo yo no fui una de ellas. Antes, de niña hice lo que hace la gran mayoría… “vivir”. Para muchos, esto suele significar algo así como que deben de tomar cada oportunidad para tener alguna experiencia de algo que les ayude o destruya sin importar las consecuencias; lo importante es la experiencia ¿No? Hay un dicho que dice “la curiosidad mató al gato”, yo creo que en la vida real así sucede: Hay muchos gatos que mueren por curiosos. Es interesante percatarse de que aún hay muchos que pueden estar muertos sin siquiera darse cuenta y que cuando alguien los confronta por esto, aquellos no son capaces entenderlo.

      Explicaré mi punto: Quieres saber qué se siente beber alcohol ¿Verdad? o ¿Qué se siente fumar? ¿Qué se siente tener sexo? ¿Crees que no habrá consecuencias con hacerlo sólo una vez? ¿Cuánto apostarías por vivir la experiencia? ¿Serías capaz de soportar las consecuencias? Supe de un estadounidense que terminó tras las rejas de por vida tras haber asesinado a una persona mientras estaba en estado de ebriedad. Esa fue su primera y su última vez borracho.

      Hasta podrías imaginar el trasfondo de la historia: Al estar él frente al vacío probablemente no se percató de que la gloria del momento no valdría la pena. La multitud sólo quería un espectáculo a costa suya, los que a coro le gritaban: “¡Salta!”, “¡Salta!”, “¡Salta!” eran personas que él consideraba sus “amigos”; eso motivó su confianza y a cada trago, cada sorbo, daba un paso más y más cerca del abismo, hasta que en el último momento, con el último trago… lo arriesgó todo. Perdió su dominio propio y junto con él perdió su libertad ¿Te diste cuenta? Muchos creían en la frase “no pasa nada” porque ellos no pueden ver más allá de lo que alcanzan a ver sus ojos. Su padre diciendo “Hijo, ten cuidado, esos no son tus amigos” era la voz de la prudencia, la voz de un verdadero amigo, pero él no la escuchaba; él ya estaba cegado, estaba decidido, su habilidad de distinguir entre lo bueno y lo malo para él era un asunto de meros formalismos, ya estaba muerto; sólo fue cuestión de tiempo, tarde o temprano pasaría… Vendería su conciencia a costa de aquello que crea necesario para sobrevivir y perdería lo más preciado que pudo haber tenido para ese entonces: Su tiempo en esta tierra.

      Cuando creemos que a nadie le importamos y dejamos que las heridas contaminen nuestro sano juicio, solemos tomar decisiones a la ligera con la creencia de que la consecuencia la llevaremos únicamente nosotros, y al ser así “¿A quién le importa lo que nos pueda suceder?” Nuestros padres, nuestra familia y verdaderos amigos pasan a formar parte de un segundo plano en importancia. Todo, porque nosotros queremos vivir la experiencia.

      La vivencia de ese muchacho me trae recuerdos, muchos dolorosos, pero que a la vez relatan la manera en que Él regresó a mi vida y cabe destacar que para mí la diferencia entre la vida y la muerte fue su llegada a mi historia. Él había sido un viejo amigo que se volvió un desconocido y con quien tuve un reencuentro que marcó el resto de mi estancia en este mundo.

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