Iván Zaro

La difícil vida fácil


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al cierre del negocio y, como desenlace, a vivir en la calle. Tras muchos meses de intervención, consiguió recuperar la comunicación con su familia: su madre, mujer e hijos. Fue la primera mediación familiar que realicé en mi carrera. Él mismo se concedió una segunda oportunidad, encontrando en su familia un entorno seguro para iniciar el tratamiento de desintoxicación, abandonar la prostitución, algo que detestaba, y comenzar a trabajar aceptando que administraran sus ingresos hasta su total rehabilitación. Sólo puedo estar agradecido por haber podido compartir su experiencia y subrayar lo importantes que son las segundas oportunidades, sin rencor, con una mirada de apoyo incondicional.

      También recuerdo a aquella pareja de trabajadores del sexo cuya casera los echó a la calle en plena nevada cuando descubrió que recibían a clientes en el estudio cuyo alquiler pagaban religiosamente y sin contrato. Ante esta crítica situación, intentamos buscar una solución para paliar la emergencia. Pasadas las noches gélidas, huyeron de Madrid hacia un futuro mejor. Al cabo de los años recibí un e-mail en el que me contaban lo bien que se encontraban en la actualidad. No me avergüenza decir que ese día me emocioné. Al igual que los días en que alguno de los trabajadores del sexo ha traído flores a mi despacho, sin haber mencionado nunca lo mucho que me gustan.

      He de citar a los trabajadores del sexo que han colaborado conmigo dentro de los programas de atención sociosanitaria como voluntarios para prestar ayuda a sus iguales. Durante estos años he comprobado que no sólo se han liberado del estigma que pesa sobre ellos, sino que además se preocupan por fomentar el bienestar de sus compañeros de profesión. Ellos me han enseñado lo que es el compañerismo y la solidaridad.

      Quiero dedicar unas palabras a aquellos usuarios que se fueron antes de tiempo. Nadie debería morir tan joven. Me gustaría mencionar a Diogo, un chico divertido, jovial y hablador. Nació el mismo día que yo, pero en diferentes puntos del globo, y el destino quiso que nos conociéramos en Madrid. Falleció en 2010 cuando ambos íbamos a cumplir treinta años. Al igual que él, compañeros como Jorge, Robison o Caio perdieron la vida, dejándome sin aliento. A todos ellos les rindo homenaje en este libro.

      Los clientes también me han enseñado mucho, especialmente los que cada tarde se reúnen en la Puerta del Sol. Ellos me conectaron con la memoria histórica relatándome como en los años más fieros del azote franquista eran detenidos y maltratados por la policía por ser homosexuales. Señalan siempre la actual sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid y me dicen: «Ahí, ahí nos metían a pasar la noche mientras nos molían a palos». Se emocionaron el día de mi boda: soy el primer hombre casado con otro hombre que conocen.

      Tras diez años de experiencia profesional, hago balance de todo cuanto he aprendido con los trabajadores del sexo. Me han demostrado que, por mucho que la sociedad te discrimine, siempre tienes la libertad de elegir en qué grado esto te afecta. Tienes el poder para decidir, vivir siendo fiel a ti mismo, sin necesidad de aprobaciones o palmaditas en la espalda, o ser fiel a los demás, renunciando a ser quien eres realmente. También me han motivado cada día para construir una sociedad más justa donde todos tengamos las mismas oportunidades y seamos reconocidos en nuestra dignidad.

      A todos ellos mi gratitud y afecto. Me siento afortunado.

      Para terminar, señalar que en cada capítulo nos centraremos en cada uno de los espacios donde se suele desarrollar la prostitución masculina, desde los locales de ocio nocturno a las saunas de clientela exclusivamente masculina; de los pisos de ejercicio gestionados por terceras personas a la prostitución callejera, con su violenta crudeza; de la prostitución a través de las nuevas tecnologías e Internet a la industria del sexo y el mundo del porno. También hablaremos con trabajadores del sexo que ofrecen servicios especiales, como el sadomasoquismo y el travestismo, descubriendo las características de cada uno de estos escenarios y de sus códigos y reglas del juego.

      Finalmente, ¿hay vida más allá de la prostitución? A modo de respuesta, podrán conocer a tres hombres que decidieron abandonar el trabajo sexual. Descubrirán sus dificultades para salir de la prostitución y las secuelas que esta ha dejado en sus vidas.

      Iván Zaro

      Espacios de ejercicio: las voces de la experiencia

      En el ámbito de la prostitución masculina, existen diversas variables que definen su heterogeneidad, como la diversidad cultural y el factor migratorio. En este sentido, Latinoamérica, Europa del Este y algunos países de África son los lugares de procedencia más habitual de los trabajadores del sexo. Sin embargo, en los últimos años esta tendencia ha variado, y se puede comprobar que el número de inmigrantes dentro del colectivo se ha reducido, mientras que el de hombres españoles se ha triplicado en todos los espacios donde se desarrolla la prostitución. Esta tendencia viene causada por la elevada tasa de paro en España, que ha provocado que hombres españoles se planteen esta alternativa como medio para obtener recursos económicos. Por otro lado, la situación de aquellas personas inmigrantes en situación administrativa irregular que continúan en la prostitución es actualmente más vulnerable que nunca.

      Podemos establecer dos grandes grupos dentro de los trabajadores del sexo. El primero está formado por los hombres que ejercen la prostitución de forma puntual debido a algún tipo de emergencia o necesidad económica. El segundo grupo está formado por hombres que la ejercen de forma prolongada en el tiempo, encontrando en la prostitución su principal y, a menudo, su única vía de supervivencia. Aquellos que han hecho del trabajo sexual una actividad económica estable han contribuido a la profesionalización del sector, invirtiendo recursos para optimizar los resultados. Nos referimos al cuidado del cuerpo, al entrenamiento físico, a una correcta nutrición, a tratamientos estéticos, a sesiones de fotografía y vídeo, a la publicitación de sus servicios a través de diversos canales y medios o a la movilidad geográfica para buscar nuevos clientes. Sólo aquellos que ejercen la prostitución de forma prolongada deciden invertir en estas y otras cuestiones.

      Todos los trabajadores del sexo que han ofrecido su testimonio en este libro han estado varios años ejerciendo la prostitución. Algunos comenzaron prostituyéndose de manera puntual, pero después terminaron aceptando las reglas del juego y siguieron trabajando en el sector. Esta selección persigue ofrecer al lector distintas experiencias que le permitan profundizar en las diversas realidades vividas por los trabajadores del sexo.

      Otra característica unida a la prostitución es el estigma. A lo largo de las próximas páginas, verán que la invisibilidad ligada a la prostitución masculina conlleva un precio en términos de soledad o rechazo.

      Los clientes entienden el mundo de la prostitución como algo lúdico, similar al ocio nocturno o al consumo de drogas. Esta realidad también se refleja en las entrevistas del libro, donde se mencionan drogas de todo tipo; algunas, como el popper y la Viagra, incluso son utilizadas como herramientas profesionales por los trabajadores del sexo.

      Los hombres que ejercen la prostitución en España son uno de los colectivos más vulnerables ante el VIH, sólo por debajo del grupo formado por las trabajadoras transexuales del sexo. Las necesidades económicas, junto con el consumo de estupefacientes o el mito del amor romántico, favorecen que los hombres que ejercen la prostitución se expongan a prácticas de riesgo y a contraer diversas Infecciones de Transmisión Sexual (ITS).

      Si el VIH es un tabú que requiere de la mayor de la discreciones para evitar el rechazo y la discriminación, cuando hablamos del trabajo sexual el estigma es aún mayor. El temor a ser delatado siempre planea sobre los hombres que tienen VIH y, además, ejercen la prostitución. En los siguientes capítulos, encontrarán un valiente testimonio sobre este tema.

      El rechazo experimentado por las personas que ejercen la prostitución les hace vivir grandes momentos de soledad. También es común que experimenten dificultades ante la idea de mantener una relación afectiva con personas ajenas a este mundo. La elevada movilidad de los trabajadores del sexo en busca de nuevos clientes, evitando así el efecto «cara quemada», ser un «viejo conocido» frente a hombres novedosos, también supone un obstáculo para asentarse en una ciudad y tejer una red de apoyo. Otros factores que caracterizan la prostitución masculina son la competitividad, la inestabilidad de los ingresos económicos y la inseguridad a la que se enfrentan ante ciertos clientes.

      La