Irene Seco Serra

Historia breve de Japón


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y por sorprendente que parezca, el cultivo del arroz no llegó a introducirse en Hokkaido hasta la época moderna.

      Estas ideas de la aclimatación progresiva del arroz al clima de Japón dieron lugar en los años 60 del siglo XX a una curiosa teoría arqueo-agrícola que, finalmente, resultó ser falsa. La teoría estaba basada en el uso de dos aperos campesinos: los cuchillos de recolección y las hoces. En aquellos años, los hallazgos en los yacimientos hacían pensar que los cuchillos eran anteriores a las hoces. Puesto que los cuchillos se usan para recoger las espigas de arroz de una en una, mientras que con las hoces se pueden segar grandes manojos, los arqueólogos pensaron que, en un primer momento, el arroz no maduraba todo a la vez, por lo que había que ir cortándolo poco a poco. Con el paso del tiempo, la planta se habría adaptado al clima, y finalmente todo el arroz habría ya madurado en conjunto, con lo que se podía cosechar sencillamente con la hoz. Desafortunadamente para los estudiosos que elaboraron la teoría, después se demostró que cuchillos de recolección y azadas convivieron desde el principio.

      El cultivo del arroz se desarrolló en Japón en dos ambientes: las zonas pantanosas y los campos irrigados de manera artificial. No está del todo claro si el primer sistema es más antiguo o si ambos se emplearon de forma simultánea dependiendo de las condiciones geográficas. Algunos defensores de la hipótesis de la inmigración coreana han propuesto una explicación interesante. Según esta idea, los inmigrantes coreanos, ante la urgente necesidad de alimentos, habrían comenzado cultivando en un primer momento en tierras inundadas. Esto resultaría más fácil, aunque menos productivo. Tras esta primera instauración de las técnicas y de las plantas, habrían ido desarrollando, con más calma, la agricultura en terrenos secos canalizados, que aunque a la larga producen más y mejor, requieren una gran inversión de tiempo y esfuerzo en sus infraestructuras.

      Un yacimiento Yayoi muy temprano (aunque hay que decir que sus fechas no son ajenas al debate), el de Nabatake, en la actual prefectura de Saga, excavado de urgencia en los años 80 del siglo XX, es buen ejemplo del sistema de tierras pantanosas. Las excavaciones sacaron a la luz los restos de hasta cinco arrozales superpuestos; el más antiguo presentaba tipologías cerámicas, azadas de madera y hachas de piedra asociadas a los primeros momentos de la época Yayoi. Dado que el terreno era naturalmente pantanoso, no era necesario conducir el agua hasta él, pero sí drenar el exceso en ciertos momentos. Para ello se cavaron una serie de canales y se colocaron planchas de madera a modo de pequeñas presas de contención en puntos clave.

      El sistema de campos artificialmente irrigados puede ejemplificarse con otro yacimiento Yayoi de gran importancia que comenzó a excavarse a principios del siglo XX y que ya mencionamos antes: el de Itatsuke, en la llanura de Fukuoka. Se trata de un asentamiento aterrazado que se sitúa en una zona elevada, dejando abajo las tierras pantanosas. El hábitat se hallaba en la terraza superior, mientras la terraza inferior se empleó para el cultivo del arroz. Como Nabatake, Itatsuke es también un yacimiento de cronología muy antigua y, de hecho, sus fases iniciales fueron durante algún tiempo consideradas como pertenecientes al periodo Jomon. Sin embargo, y a diferencia de lo que ocurría en el asentamiento de Saga, en Itatsuke nunca se aprovecharon las tierras bajas inundadas para el cultivo, ni siquiera en los tiempos más antiguos, sino que desde el principio se construyeron toda una serie de complejas presas y canales en la zona sobreelevada situada entre el poblado y los pantanos.

      Una vez cosechado, el arroz se almacenaba en silos subterráneos o en graneros elevados. En época Jomon ya se empleaban silos, aunque la tipología concreta de los silos Yayoi es continental, y presumiblemente llegó a través de Corea. No parece, sin embargo, que este sistema de almacenaje subterráneo diera buen resultado para el arroz en el húmedo clima japonés, y no pasó mucho tiempo antes de que desapareciera del registro arqueológico. Más adecuados se mostraron los almacenes sobrelevados, donde, a la manera de un hórreo, el arroz quedaba aislado de la humedad del terreno y protegido de los animales. Se piensa que algunas de las características constructivas de estos graneros han quedado fosilizadas en las tipologías de los santuarios japoneses tradicionales, como Izumo, en cuyo alzado se quiere reconocer el antiquísimo modelo de construcción sobre postes con una escalera que conduce a la zona superior.

      No podemos concluir este breve resumen de la llegada a Japón de la agricultura sin volver a recordar que, aunque los arrozales eran predominantes, y el arroz era el alimento fundamental incluso en las regiones montañosas donde el terreno y el clima no eran ideales para su cultivo, también existía la agricultura de secano. Ya se dijo más arriba que los aperos agrícolas destinados a las tareas del cultivo del arroz eran de madera. También han llegado hasta nosotros, no obstante, utensilios agrícolas de piedra y metal, fundamentalmente azadas, que se empleaban en las otras tareas del campo. Se cree que en época Yayoi llegaron a cultivarse casi cuarenta especies diferentes de plantas, incluyendo mijo, judías y cebada.

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      Mujeres transplantando arroz. Fotografía de autor desconocido tomada hacia 1890

      Por otra parte, la recolección de nueces, bellotas y castañas, tan importante en el periodo Jomon, siguió llevándose a cabo en la nueva era agrícola. De hecho, incluso antes de la adopción de la agricultura, la dieta prehistórica japonesa era amplia y variada. Esto no debe resultar sorprendente; de hecho, muchos arqueólogos y prehistoriadores de otras zonas del mundo sostienen que la alimentación de los grupos de cazadores recolectores era, en general, más saludable y heterogénea que la de los posteriores grupos agrícolas, aunque menos estable y, en ocasiones, tal vez menos abundante. En el apartado dedicado al yacimiento de Sannai Maruyama puede encontrarse un ejemplo del tipo de plantas y animales documentados para consumo humano en época Jomon. Muchos yacimientos Jomon cuentan con lo que la arqueología occidental denomina ‘concheros’, es decir, acumulaciones de las conchas de los moluscos consumidos en el lugar a lo largo del tiempo. A veces estos concheros, llamados en japonés kaizuka, consituyen auténticas colinas, que todavía hoy resultan claramente visibles en el paisaje. Hay menos datos sobre la dieta de momentos más antiguos, aunque contamos con restos de animales terrestres y marinos en algunos yacimientos paleolíticos, como la cueva de Hyotan, en la prefectura de Iwate, donde se han hallado conchas de mejillón y huesos de ciervo y de jabalí.

      Así pues, la llegada de la agricultura supuso, desde el punto de vista de la alimentación, el inicio de la preeminencia del arroz en la dieta japonesa. Casi no hace falta decir que en nuestros días el arroz sigue ocupando el mismo puesto principal, como también ocurre en otras zonas de Extremo Oriente.

      Sannai Maruyama se extiende sobre una pequeña colina junto a la bahía de Mutsu, cerca de la actual ciudad de Aomori, en el norte de la isla de Honshu. Muchas ciudades costeras del pasado se hallan hoy en día separadas de la orilla, al haber quedado sus bahías o sus estuarios colmatados en el transcurso de los siglos. Este fenómeno, común a muchas zonas del globo, fue, precisamente, el que ocurrió en esta importante población. En la actualidad, el yacimiento se encuentra a unos tres kilómetros del mar, considerablemente que en la época en la que estuvo habitado, entre los periodos Jomon Inicial y Medio.

      Las primeras menciones a la existencia de un yacimiento arqueológico en Sannai Maruyama datan de los siglos XVII y XVIII. Entre los años 1953 y 1987 se llevaron a cabo algunas campañas de excavación en zonas puntuales. Pero el punto de inflexión vino en el año 1992, cuando el yacimiento se excavó de urgencia con motivo de la construcción de un estadio de baseball. La relevancia de los descubrimientos hizo que se terminara abandonando la idea de construir el estadio; la zona fue declarada Yacimiento Histórico Nacional en el año 2002, y hoy en día una parte está musealizada y abierta al público.

      Se trata de un lugar excepcional por varias razones. Primero, por su tamaño, de nada menos que cuarenta hectáreas; se trata de la población Jomon más grande de Japón, al menos entre las conocidas hasta la fecha. Parece que hubo una tendencia continuada a hacer el lugar cada vez más grande a lo largo de su historia, y que dicha tendencia no disminuyó en intensidad ni siquiera en las etapas finales.

      Segundo, es el único de los asentamientos de la zona que estuvo habitado de forma ininterrumpida desde su fundación,