Alejandra Delgado

Conversaciones con la naturaleza. Ensayos Cognitivos desde los Andes


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por efecto de la automatización de las tareas, la experimentación de los usos y la reconfiguración de las aplicaciones se provocan una fuerte mutación en la relación trabajo-capital y en la cadena de valorización. Estas modificaciones aumentan la productividad y en consecuencia elevan la tasa de ganancia, es decir aceleran la reproducción y acumulación del capital.

      Es importante aclarar que la nueva tecnología que rompe con la lógica fordista /taylorista de trabajo y da paso a la internacionalización del proceso productivo que, acompañado y promovido por la financiarización de la economía, otorga flexibilidad para que el capital se reproduzca con diferentes modelos productivos, incluidos los aparentemente superados como la esclavitud. La ampliación de las formas de extracción de plus valor repartidas por el planeta maximiza la acumulación de capital, tras la ruptura de los acuerdos keynesianos con el trabajo.

      Así, la reorganización de la economía mundial, que por efecto de la revolución cibernética permite la utilización de cualquier modelo productivo, supone lo que Harvey denomina la acumulación flexible que genera el aparecimiento de una nueva forma de trabajo que: “…se estructura sobre una mínima base de trabajadores calificados y con óptimas condiciones de contratación y una masa de trabajadores tercerizados y precarizados sin ningún tipo de seguridad laboral: subcontratados, temporarios, etc” (Wydler, 2005, p.2). Este tipo de trabajo, que tramita y administra la política económica neoliberal, profundiza la crisis de la clase trabajadora a nivel mundial, condenándola a la inestabilidad, disgregación, tercerización, atomización y precarización laboral, o peor aún al desempleo que ya tienen carácter estructural.

      La flexibilización laboral para que el capitalista pueda comprar y usar la mercancía fuerza de trabajo, así como para que ésta pueda trasladarse a cualquier parte del planeta donde hay demanda, induce la ruptura de los lazos sociales culturales, territoriales y organizativos. En otras palabras, esta nueva relación capital-trabajo provoca una tendencia decreciente de la integración social en el ámbito de la producción. La libertad mercantil ampliada que requiere la flexibilidad laboral, de esta nueva forma de trabajo, exige del trabajador su individualización/atomización absoluta. Tiene así que romper todo tipo de vínculo social: afectivo, territorial, cultural, nacional, identitario, etc., ser absolutamente libre para movilizarse y venderse donde el capitalismo globalizado lo requiera. Marx ya planteó esto cuando dijo que el proletariado era el sujeto revolucionario, porque nada tiene que perder, porque ha sido despojado de todo, es absoluta negatividad.

      De la misma manera que la revolución industrial supuso una destrucción violenta de la economía campesina, la revolución de la cibernética supone la destrucción de las economías locales y nacionales, pues estas se fragmentan para incorporarse de manera despedazada al nuevo orden económico mundial y otras quedan simplemente fuera de la globalización, como muchas naciones en el África. La creación de industrias automatizadas degrada la industria manufacturera hasta sacarla del mercado.

      La destrucción de las economías locales y nacionales y de ciertas manufacturas causa mayor desempleo y, en esa medida, las masivas migraciones de parados a los centros económicos en busca de trabajo. Los procesos migratorios ampliados y violentos, por su parte, expresan y generan una profunda crisis social y humana que conlleva violencia, criminalidad, trata de personas, etc. Al final, la población migrante que en su mayoría aparece como población de refugio termina por ser el homo sacer del que habla Agamben (1998).

      Un gran número de trabajadores en todo el globo, capacitados para la producción industrial, no logran incorporarse de forma activa al nuevo proceso productivo digitalizado por falta de conocimiento informacional, quedan de esta forma fuera del mismo, no en calidad de ejército industrial de reserva, sino de desecho laboral e incluso de desecho biológico. Esto explica el crecimiento multiplicado de la población marginal disgregada por todo el planeta.

      Así también, la globalización económica posible por la nueva tecnología productiva se caracteriza por la radicalización de la centralización internacional de capital, no en los Estado nacionales, sino en las Corporaciones. “La centralización implica poder de dirección central o centralización sobre el control de los medios de producción; en otras palabras, la propiedad privada centralizada” (Mandel, 1979, p.316). De lo que se desprende que la dirección central sobre el control de los medios de producción no es de carácter nacional sino corporativo, es decir de las corporaciones multinacionales, sobre todo de las financieras que son las que valorizan el conocimiento. Este poder económico global tiene el control monopólico de la tecnología, los mercados financieros, los recursos naturales, los medios de comunicación y las armas de destrucción masiva. Es dentro de esta nueva estructura económica que el capital se valoriza, acumula, concentra y centraliza aún más.

      El reordenamiento económico global comporta una nueva división internacional del trabajo que tiende a liquidar la industria y el mercado nacional, sobre todo de los países de la periferia. Este proceso provoca una nueva y más intensiva transferencia de riqueza, organizada en la interdependencia global, que pone en ejecución un sistema de expropiación a partir de la intensificación del intercambio desigual, basado en la inmensa brecha tecnológica.

      Es necesario recalcar que la brecha tecnológica muestra una de las formas de exclusión básica en la época actual, pues el desigual acceso al uso de los nuevos modelos de producción se debe a que éstos permanecen encerrados en su reducido marco privado, lo que impide que las innovaciones tecnológicas lleguen a constituirse en una potencia productiva que satisfagan las exigencias de la sociedad en su conjunto. (Sierra, 2008, p.36)

      La nueva división mundial del trabajo crea problemas como desempleo estructural, fuga de capitales, agudización de la brecha económica, fragmentación del mundo del trabajo, corrupción y servilismo sistémico de los gobiernos a la voracidad de los negocios, daño ambiental, sobreproducción de miseria, etc. Se destruyen, disocian y fraccionan las economías más pequeñas y en su desarrollo incluso las grandes, como se puede observar hoy con el caso de la Comunidad Europea y EEUU.

      Por último, esta nueva tecnología productiva conduce a la economía capitalista a su callejón sin salida. Ya anotó Marx que “...la masa de plusvalía misma disminuye necesariamente como resultado de la eliminación del trabajo vivo del proceso de producción en el transcurso de la etapa final de mecanización-automatización” (Marx como se citó en Mandel, 1979, p.204). El capitalismo es incompatible con la producción industrial totalmente automatizada, pues no admite la creación de plusvalía o la valorización de capital, por efecto de que el desarrollo ampliado de las fuerzas productivas disminuye el número absoluto de obreros y esto genera graves estragos sociales. La contradicción expuesta se intenta evadir en la actualidad con: la unidad heterogénea entre empresas no automatizadas, semiautomatizadas y automatizadas, es decir con la flexibilidad de reproducción de capital anotada en las líneas anteriores; la hegemonía del capital financiero en lo que tienen que ver con los procesos de valorización del conocimiento, tema que se abordará más adelante;

      …el uso de mano de obra barata en las ramas semiautomatizadas de la industria (como trabajo femenino e infantil) en las industrias textiles, alimenticia, etc.; los cambios constantes y la competencia mutua en la producción de los sistemas de máquinas automatizadas impiden el abaratamiento de estos sistemas y de este modo su introducción más rápida en otras ramas de la industria; la búsqueda de nuevos valores de uso que se producen en empresas semiautomatizadas y no automatizadas; las piezas de las máquinas automáticas no son construidas automáticamente sino en la línea de ensamblaje, de hecho, la industria que produce medios de producción electrónicos tiene un CO de capital notablemente baja. (Sierra, 2008, p.34)

      Finalmente, las revoluciones tecnológicas en el marco de la economía capitalista conducen a un desarrollo colosal de las fuerzas productivas que terminan transformándose en destructivas, tanto de la naturaleza como del trabajo humano.

      Decadencia Social

      La globalización digital no significa que toda la población del planeta se encuentre integrada a la nueva tecnología, como sostienen Castells (2006) “…hay grandes áreas del mundo y considerables segmentos de la población desconectados del nuevo sistema tecnológico” (p.60). Las zonas que quedan desconectadas pueden encontrarse en África como en Norteamérica,