Alejandra Delgado

Conversaciones con la naturaleza. Ensayos Cognitivos desde los Andes


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el individuo se aísla cada vez más y desarrolla el más alto grado de narcisismo patológico, la esquizofrenia “…que surge de la imposibilidad del ser para acceder a la ‘realidad exterior’” (Mires, 2005, p.253). Todo lo dicho lleva a concluir que la sociedad actual asiste a un acelerado proceso de desocialización o entrada fallida en la sociedad, que muestra claramente la tendencia decreciente de la integración y por lo mismo crisis civilizatoria.

      Decadencia Política

      La globalización económica, dominada por las corporaciones transnacionales, tiende a comprimir el poder de las economías nacionales y con ello el poder del estado nacional, en lo que tienen que ver con el control económico -monopolio de las finanzas-. Según Wallerstein (2005):

      …los estados imponen las reglas sobre el intercambio de las mercancías, el capital y el trabajo, y en qué condiciones pueden cruzar sus fronteras. (…) Un estado soberano tiene en teoría el derecho a decidir qué puede cruzar por sus fronteras y en qué condiciones. A más fuerte el estado, mayor es la maquinaria burocrática y por lo tanto mayor es la capacidad de imponer las decisiones referida a transacciones que atraviesan sus fronteras. (p.68-69)

      En la era de la globalización, el poder del estado nacional, como centro de administración del poder, basado en el monopolio de las finanzas, se comprime.

      Los medios financieros que afluyen así a este poder central, sostienen el monopolio de la violencia; y el monopolio de la violencia sostiene el monopolio fiscal. Ambos son simultáneos; el monopolio financiero no es previo al militar y el militar no es previo al financiero, sino que se trata de dos caras de la misma organización monopolista. (Elías, 1988, p.345)

      Así, la pérdida del control financiero a nivel nacional es al mismo tiempo o en tiempo mediato la pérdida del control de la violencia, que provoca que el Estado deje poco a poco de ser un aparato administrativo permanente y especializado en la gestión de los recursos militares y financieros y, en esa medida, pierde su capacidad de restringir la violencia a través instituir códigos y reglas de control social. La precariedad del Estado nacional, sea por estrechamiento y fragilidad de sus funciones (monopolio de las finanzas y monopolio de la violencia física) o por la contaminación de sus instituciones por la infiltración de estructuras criminales o paraestatales, es una muestra clara de la crisis civilizatoria.

      Las luchas económicas, política y culturales que tienen lugar dentro de los estados nacionales, sobre todo aquellas que lleva adelante el crimen organizado, fragmentan el territorio nacional en una especie de “pequeños señoríos” controlados por los cárteles y que en cierta medida están por fuera del control estatal, o protegidas por el narco estado. México, Colombia e incluso en Estados Unidos viven de alguna manera esta realidad. La güetificación de zonas marginales de la población también tiende a desintegrar el control del Estado en los territorios que ocupan las poblaciones expulsadas. Brasil es un claro ejemplo de lo dicho. Estos procesos, entre otros, generan pequeños centros de dominación política paralelos al Estado, que pone en riesgo el control político de este monopolio de poder y dominación centrado e integrador. La organización monopolista de la violencia se debilita y grupos pequeños hasta individuos aislados tienen cada vez más libre disposición sobre los medios militares, que estaban reservados al poder central del Estado. Esta liberación del uso de recursos bélicos tiene que ver mucho con el negocio de las corporaciones armamentistas, por ejemplo. Lo mismo sucede con la facultad de recabar impuestos sobre la propiedad o sobre los ingresos de los individuos, el Estado como poder central pierde paulatinamente esta competencia, por la presencia más fuerte de organizaciones paraestatales. Se refiere lo dicho a las grandes corporaciones empresariales sean de carácter legal o ilegal (cárteles y mafias).

      Es conocido el poder que tienen las corporaciones transnacionales sobre los estados nacionales, incluso los más poderosos. La influencia que ejercen las corporaciones capitalistas sobre los estados, por ejemplo, para volverlos compradores a gran escala de sus productos con precios excesivos, es manifiesta. A su vez, es conocido también como las estructuras de la economía ilegal atraviesan las instituciones del Estado, ante todo las militares y financieras.

      Los grandes capitales, sean legales o ilegales, tienden a ejercer todas las funciones de dominación, que, administradas con su propia maquinaria, se convierten en poderes paralelos al Estado. En la expansión y defensa de sus intereses y propiedad corporativa el capital, por ejemplo, utilizan seguridad privada; verdaderos ejércitos paraestatales forman parte de estos poderes alternos. La demanda sobre territorios, mercados y conocimiento para la producción, reproducción y acumulación de capital provoca una competencia a muerte que se libra con los medios de la violencia bélica y financiera por fuera del control estatal. En esta lucha abierta, algunos grupos e individuos triunfan y otros sucumben, unos quedan excluidos de la competencia y otros están obligados a depender de los triunfadores para sobrevivir.

      En cualquier ámbito social existe una cantidad determinada de personas y una cantidad determinada de recursos o posibilidades que son escasas, o al menos insuficientes en relación a las necesidades de las personas, y más aún en relación a las demandas de acumulación capitalista. Ante la debilidad de un poder central, los individuos y los grupos económicos que luchan por conseguir los recursos disponibles, difícilmente pueden mantener una situación de equilibrio y evitar que uno de ellos triunfe sobre los otros, más si se encuentran en una situación de competencia libre (libre mercado) no influida por algún poder de control. Los competidores que triunfan ven aumentar sus oportunidades y ganancias al tiempo que se disminuyen la de los vencidos, en la medida en que se apropian de las oportunidades de los derrotados o al menos de una parte de ellas. Es una lucha por la supremacía que va concentrando oportunidades en manos de una cantidad menor de grupos o individuos por fuera del poder del estado, o a su vez con anuencia del mismo.

      La política neoliberal del libre mercado o la subordinación del Estado a los negocios del capital (caso de la China actual) en la era de la globalización, explica la desintegración del Estado moderno. Así, cada vez más, la lucha social transita desde la disputa por determinar quiénes administrarán el aparato Estatal hacia la destrucción misma del monopolio estatal de la dominación. Para Negri.T.Hardt.M (2001) “El nuevo paradigma está definido por la declinación definitiva de los Estados-nación soberanos, por la desregulación de los mercados internacionales, por el fin de los conflictos antagónicos entres sujetos Estado, y así en más” (p.58).

      Para finalizar esta parte es importante recordar que: “En torno a estos dos monopolios mencionados van cristalizando otros posteriormente, pero estos dos siguen siendo los monopolios clave. Si estos monopolios desaparecen, desaparecen todos los otros, desaparece el «Estado» (Elías, 1988,p.345).

      Decadencia Cultural

      Un número creciente de procesos productivos incorporan como insumo decisivo la información digital, la misma que producen mercancías digitales. Lo particular de este tipo de mercancías es que en su producción “…los costos de materias y de energía son despreciables frente a los conocimientos involucrados” (Zukerfeld, 2008, p.3). La materia y energía pierden su centralidad en el costo del proceso productivo y son reemplazadas por la información digital, variación que desestabiliza la propiedad sobre los medios de producción. La apropiación privada del nuevo insumo, que puede multiplicarse y difundirse a velocidades nunca antes vistas, no puede ser protegida como la propiedad física e incluso energética de los medios de producción de la época industrial. La inmaterialidad de la información digital la hace susceptible de apropiación y redistribución colectiva.

      El desarrollo de esta nueva tecnología de la información pone en debate la vieja tesis marxista sobre la contradicción entre las relaciones sociales de producción y el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas.

      Llamamos Capitalismo Cognitivo (CC) a la etapa del modo de producción capitalista signada por la contradicción entre relaciones sociales de producción orientadas a los tres tipos de bienes informacionales como mercancías, y el grado de desarrollo de las fuerzas productiva asociado a la ontología de replicable de la información digital, que amenaza el status mercantil de esos bienes (Zukerfeld, 2008, p.4).

      Ante el peligro de la vigencia de la propiedad privada sobre el primer insumo de la producción del capitalismo