estaba a sus pies. La piel y el cabello del niño eran blancos como la nieve, pero incluso a esa distancia podÃa distinguir que sus ojos eran negros.
Qué extraño... la mayorÃa de los vampiros se parecÃan exactamente a los humanos. Eso era lo que los convertÃa en los más peligrosos de todos los demonios que vagaban secretamente por la tierra. Este chico no parecÃa humano en absoluto. Mientras lo observaba, estaba atrapada entre la tristeza de que alguien se volviera tan joven... y el conocimiento de que ya no importaba.
Yuuhi la miró con los ojos cerrados... casi deseando que fuera él quien la iba a beber. Le gustaban los bonitos. Llamó a sus hijos mestizos, preguntándose cuánto tiempo iba a durar contra ellos. Inhaló, pero no pudo encontrar el olor del miedo que normalmente calentaba su sangre frÃa. Ãl sin embargo encontró su olor para ser una mezcla de pureza y peligro... y se preguntó en ello. Yuuhi observó cómo los vampiros bajo su esclavo venÃan de las sombras detrás de ella.
Sintiendo un cosquilleo de advertencia barrido por la parte de atrás de su cabeza, por su cuello y columna vertebral, Kyoko se dio la vuelta sabiendo que habÃa sido un arreglo para llamar su atención y bastante seguro... ella estaba rodeada. HabÃa estado esperando a un vampiro, no a tres... cuatro si contaba al niño.
"Bueno, supongo que tengo lo que pedÃ", se burló Kyoko mientras trataba de concentrarse en todos ellos a la vez.
Un vampiro de aspecto de alumno de colegio privado se burló, lo que realmente arruinó su buena apariencia. -Tengo lo que querÃas, ¿eh? Tengo lo que quieres bebé. "Ãl le dirigió los dientes mientras intentaba capturar su mirada y ponerla bajo su esclavo.
Kyoko sabÃa lo que estaba haciendo... y sintió una satisfacción instantánea de que ningún vampiro hubiera podido quitarle la voluntad durante una pelea. Lo miró de arriba abajo. "Lo dudo", ella se burló cuando se preguntó si la bocina harÃa el primer movimiento. "Los sexualmente frustrados no son realmente mi tipo," Ella sonrió cuando él gruñó.
Al menos estos vampiros parecÃan normales. Bueno... casi tan normal como tres hombres jóvenes que parecÃan pertenecer al equipo de debate de la universidad, con los colmillos colgados. No era todos los dÃas que viste a un vampiro que llevaba un Armani. Diablos, estos tres probablemente gritarÃan sus ojos de no-muertos si se ensuciaban. Y, por supuesto, no podÃa olvidar al mortal niño que los miraba como un voyeur enfermo.
Ese pensamiento la hizo temblar interiormente. HabÃa oÃdo historias sobre ese tipo de cosas entre vampiros. Algunos de ellos descendÃan sobre la vÃctima de su elección, y comenzaban a beber o violar mientras otros miraban. Una cosa que las pelÃculas tienen derecho es que los vampiros eran criaturas muy sexuales y muchos de ellos no tenÃan ninguna preferencia... hombre o mujer que no importaba... No tanto.
"Yo no dejarÃa tu trabajo del dÃa si yo fuera tú," Ella se rió de su propio juego de palabras... y luego lo arrojó justo en la ingle. Otra cosa acerca de los vampiros, que podrÃa ser más rápido y más fuerte, pero los hombres todavÃa tenÃan las mismas debilidades que sus homólogos humanos.
Ella se agachó justo cuando alguien se acercaba y se sorprendió por la velocidad que tenÃa... Mucho más de lo normal. Ella nunca habÃa tratado con algo tan rápido antes. Apretó el puño sintiendo el poder del dardo del espÃritu en la palma de su mano.
Desviando otro demonio, ella torció la parte superior del cuerpo cuando uno de los vampiros se lanzó hacia adelante, golpeándolo con el dardo. Una mano frÃa y pegajosa envolvió su muñeca y tiró, haciendo que su cuerpo se retorciera más... casi dolorosamente. Kyoko utilizó el Ãmpetu y dejó que el resto de su cuerpo siguiera el movimiento, agarrando al vampiro por la manga de su chaqueta y golpeándolo contra el suelo.
Rodaron una vez en el suelo y se detuvieron con Kyoko sentada en el estómago de la bocina. TenÃa que moverse con rapidez o sabÃa que no tendrÃa otra oportunidad.
-Aquà hay algo para ti -le informó. Levantando el brazo, ella apuñaló con el dardo del espÃritu. El tercer vampiro se estrelló contra ella desde el costado... haciéndola rodar y deslizarse por el suelo. Esta vez, se encontró en el fondo mirando hacia arriba.
De acuerdo, esto estaba empezando a enojarla. Alzando la vista, notó que este tipo parecÃa un estudiante "A" directo que habÃa decidido traer un arma a la escuela. La señal sádica de asesinato en sus ojos era un regalo muerto.
"Yo no creo que seas tan amable". Se dobló la muñeca con un ángulo extraño, tocó el dardo en su mano y lo cortó con una pequeña herida. Ella fue recompensada cuando la piel del vampiro empezó a humear... haciéndole gritar en agonÃa. Llevando sus rodillas contra su pecho, utilizó sus pies y piernas para lanzar al demonio. Navegó a unos metros de distancia, todavÃa gritando mientras su brazo se derretÃa lentamente del resto de su cuerpo.
En unos momentos, no serÃa más que un charco burbujeante de polvo en la acera que desaparecerÃa antes de que el sol anunciara un nuevo dÃa. Kyoko nunca habÃa pensado mucho en dónde iba; Ella estaba feliz de no tener que limpiar el desorden.
"Tirón", Kyoko lanzó el insulto mientras recuperaba rápidamente su equilibrio. HabÃa sido mimada con pelear uno a uno a lo largo de los años... asà que ésta era una nueva para ella.
Arqueó una ceja cuando el grito del vampiro desapareció rápidamente. "Obviamente no es un descendiente directo", pensó. Su abuelo los llamó la basura de los demonios, no vampiros puros de la sangre o demonios... apenas media-casta. Pero... todavÃa llevaban el mismo nombre. El mejor grado de vampiro, el más lento que se derritió... bruto pero cierto.
SabÃa que se decÃa que los antiguos eran mucho más poderosos que esto, pero incluso el abuelo Hogo no estaba seguro de si los puros vampiros de sangre podÃan resistir sus dardos espirituales. Una vez le habÃa dicho que el dardo del espÃritu no era más que la luz del sol aprovechada en un arma que sólo podÃa ser evocada por una sacerdotisa o un guardián.
Kyoko vio un puño acercarse a su rostro y giró la cabeza hacia un lado sabiendo que no tenÃa tiempo para hacer nada para detenerla. Si se tomaba el tiempo para jugar a la bola de esquivar, entonces habrÃa consecuencias y ella estarÃa en el lado perdedor de ellos. Sintiendo el impacto de los nudillos dividir la piel en su mejilla, de repente cruzó la lÃnea de contrariada a ajumada.
Lo último que necesitaba era ir a casa como si hubiera estado en una pelea de pandillas. Ella gruñó cuando la bocina se acercó lo suficiente para rasgar su camisa casi abierta, dejando cuatro rasguños profundos en su pecho izquierdo.
"Pervertido," Ella le silbó, sabiendo que lo habÃa hecho a propósito. La sonrisa lejana que él le dio lo confirmó.
Su madre se preocuparÃa si llegara a casa herida, pero el abuelo Hogo sólo la ayudarÃa a que le arreglaran y la dejaran ir a la cama. SabÃa que sanaba diez veces más rápido que un ser humano normal. HabÃa pasado los últimos años entrenándola para que fuera lo que ella se habÃa convertido.
El abuelo habÃa sabido de ella mucho antes de que ella hubiera nacido... o asà lo dijo. Los viejos pergaminos pasados a través de la familia hablaban del guardián del corazón de cristal... y de la sacerdotisa que lo poseÃa.
Al principio ella no le habÃa creÃdo, pero su mente cambió abruptamente cuando tenÃa sólo diez años. Ella lo vio luchar contra un vampiro mientras él la llevaba a su casa una noche de la fiesta de cumpleaños de Tasuki. Se habÃa divertido tanto que se habÃa quedado incluso después de que los otros chicos se hubieran ido a casa.
Cuando fueron atacados, habÃa sido muy extraño ver a un hombre de su edad moverse con la misma gracia letal