pero tiró su mano cuando una chispa de amatista disparó entre ellos. El niño demonio calmadamente miró sus dedos, luego lentamente hacia el joven en el asiento del conductor. No sólo le decÃan que lo querÃa más y la comisura de sus labios se curvaba hacia arriba en el tono de una sonrisa astuta.
Al oÃr pasos lejanos, se alejó del coche y miró por la calle sintiendo su cercanÃa. Volviendo a la oscuridad de nuevo, Yuuhi esperó.
Abuelo colgó el teléfono con una amplia sonrisa. Le dio unos golpecitos en la barbilla mientras se preguntaba si Tasuki iba a tener suficiente nervio para tomar la virginidad de Kyoko. HabÃa leÃdo en los rollos antiguos que mientras la sacerdotisa fuera virgen, ella serÃa un objetivo aún más grande para los demonios. Pero hasta ahora, se negó a decirle a su nieta que tuviera relaciones sexuales. Sólo deseaba que Tasuki se diera prisa y llegara a la pubertad o algo asÃ.
Al ver el movimiento desde abajo, enfocó sus viejos ojos en el coche de Tasuki... preguntándose si el chico iba a crecer un juego de pelotas y salir. HabÃa algo fuera de la puerta del lado del conductor, pero era demasiado pequeño para ser Tasuki, y era demasiado rápido para decir lo que era. Su atención fue tomada por otra sombra al otro lado de la calle cuando se acercó.
Sus cejas se juntaron cuando sus heridas aparecieron a la vista. ¿En qué se habÃa metido? Algo apareció detrás de ella y su mirada se clavó en ella.
Cuando Kyoko caminó delante de la casa, las luces del detector de movimiento se encendieron y ella miró hacia la ventana y saludó a su abuelo. Cuando no retrocedió, notó la expresión de su rostro y la amplitud de sus ojos. Estaba mirando directamente detrás de ella.
"Bueno... eso es espeluznante". Se inclinó un poco y se quedó boquiabierta al ver al misterioso muchacho, pero a un par de metros de ella. Estaba inmóvil como una estatua en medio de la calle. La única vida dentro de él era su pelo rebelde de plata soplando en la brisa nocturna. Apretó los dientes por su descuido... -¿Cómo pudo haber sido tan estúpida?
Yuuhi podÃa oler su pánico y se sorprendió por la rapidez con que fue reemplazado por la ira de miedo. Su mirada se elevó curiosamente hacia el anciano abriendo la ventana del piso de arriba. ¿Lo estaba protegiendo? Dejó que su mente vagara por toda la casa y detectara dos fuerzas más de la vida... una era una niña. Volviendo su mirada a la niña, Yuuhi se preguntó si el niño era su hermano. Ella habÃa llevado a sus hermanos... serÃa justo que él tomara el suyo.
"Ni siquiera pienses en eso", advirtió Kyoko, viendo su interés en su casa. Sus ojos se estrecharon con determinación mientras el dardo del espÃritu se formaba en su palma.
Una luz perversa apareció dentro de su puño y algo Yuuhi no habÃa sentido en más de quinientos años barrió su cuerpo sin vida... miedo. Sus ojos de ébano se fijaron en los suyos; Sabiendo si intentaba llevarse a su hermano... morirÃa esta noche.
La mente de Kyoko se aceleró al darse cuenta de que habÃa llevado al pequeño demonio directamente a su propia casa. HabÃa puesto a toda su familia en peligro y eso era algo que siempre habÃa evitado a toda costa. PodÃa sentir la inquietud del muchacho extendiéndose hacia ella, mientras permanecÃa silencioso e inmóvil. En apariencia... parecÃa tener la misma edad que su hermanito Tama. Aunque, ella podÃa sentir que era mucho mayor que eso, el demonio más viejo que habÃa tenido la desgracia de encontrar.
"Le diré que te he encontrado" susurró la voz sin emoción del niño, como si acabaran de compartir una larga y pacÃfica conversación.
Al oÃr que la puerta se abrÃa de golpe, Kyoko rápidamente miró por encima del hombro y gritó: -¡Vuelo, vuelve a entrar!
Ella levantó su arma y se volvió al demonio listo para pelear, sólo para gritar porque el niño ya no estaba allÃ. No sabÃa cuál era el pensamiento que más la arrastraba. Verlo... o saber que existÃa y no verlo.
Cerrando los ojos, Kyoko dejó que su fuerza vital se extendiera en busca del hielo de su aura. Sin sentir nada... dejó escapar un aliento tembloroso sabiendo que todo habÃa cambiado... y todo en un instante. La única cosa que se habÃa prometido a sà misma que no harÃa... fue poner a su familia en peligro.
Sintió una pesada mano caer sobre su hombro y rápidamente se volvió... arrojándose a los brazos de su abuelo. "Lo siento... ¡lo siento mucho!" Las lágrimas brotaron a sus ojos de esmeralda. "Ãl sabe dónde vivo... él lo dirá".
El abuelo envolvió sus brazos alrededor de ella sintiendo la pesadez de la pérdida dentro de su pecho. TendrÃa que trasladar a la familia a su otra casa cerca del santuario sagrado antes de que terminara el fin de semana. Ellos estarÃan más seguros allà donde el suelo fue bendecido. Esto ya habÃa sido el plan si algo asà ocurrió. Sus ojos se entristecieron al saber que Kyoko no vendrÃa con ellos. La perderÃan.
Ãl la sujetó con fuerza mientras le hacÃa la única pregunta a la que ya conocÃa la respuesta. "Les llevaré a casa Kyoko, pero ¿qué harán?"
"Dime adiós" sollozó Kyoko, y luego volvió a desesperar a su interior-. Dejó que el maravilloso entumecimiento se agarrara sabiendo que tenÃa mucho que hacer antes del amanecer.
El abuelo lentamente la dejó ir y miró como ella entró en la casa antes de que él dio vuelta y comenzó ir hacia el coche de Tasuki. Lanzó un suspiro, sabiendo que tendrÃa que asegurarse de que el niño estaba bien.
Al ver que ese chico amante estaba inconsciente, murmuró: "Tú siempre fuiste más problemático de lo que valÃas". Abrió la puerta y empujó al chico hacia el otro asiento, casi sonriendo cuando la cabeza de Tasuki golpeó la ventanilla del pasajero.
"Parece que soy el que está atrapado llevándote a casa", murmuró el abuelo. -Por lo menos antes de que Kyoko se entere de que te has desmayado. Esta vez el hombre mayor sonrió. -No podemos permitir que Kyoko sepa que te has hecho daño o ella no te llamará si ella te necesita. Empezando el coche, se bajó por la calle deseando apresurarse y regresar a su nieta.
*****
A la mañana siguiente, Tasuki se despertó con un sobresalto, sacudiéndose en la cama de una pesadilla que no querÃa recordar. Algo estaba mal en más de una forma... él lo sabÃa. Agarrando el teléfono al lado de la cama, golpeó el dial de velocidad apretando la mandÃbula cuando su abuelo contestó.
"Necesito hablar con Kyoko." Su voz era casi manÃaca mientras su agarre se apretó en el receptor. No recordaba haber venido a casa anoche... ¿qué habÃa pasado?
Imitando el estado de ánimo de Tasuki, el apretón del abuelo se apretó en el teléfono cuando el taxi se detuvo frente a la casa. Kyoko le habÃa hecho prometer que no le dirÃa a Tasuki ni a nadie a donde fuera. Era la única forma de protegerlos. Eso fue una vergüenza.
Su voz era más suave y más cansada de lo que habÃa sonado. "Lo siento Tasuki. Kyoko ya no vive aquà y no hay dirección de reenvÃo. "Realmente fue una vergüenza.
Tasuki escuchó cuando la lÃnea se apagó... oyendo su propio latido del corazón sobrepasar el sonido. Kyoko le habÃa dicho una vez que si algo salÃa mal con los demonios, entonces ella desaparecerÃa. -No. -La palabra salió corriendo de él mientras sus ojos tomaban la más sorprendente sombra de amatista.
"¡MALDITA SEA!" Gritó y tiró el teléfono por la habitación. Cubriéndose los ojos con las manos, se echó hacia atrás contra las exuberantes almohadas mientras sentÃa que su corazón se fracturaba y sangraba dolorosamente.
Descubrió sus ojos después de unos minutos... el color amatista