Sin embargo, para la iglesia católica, con sus mil millones de fieles sobre un total de aproximadamente 2.100 millones de cristianos sobre la Tierra, la situación es peculiar, al estar organizada jerárquicamente para que los pronunciamientos del magisterio de Roma se dirijan hacia todos los católicos.
Entornos cristianos protestantes
En lo que se refiere a los entornos cristianos, es sobre todo en las asambleas protestantes donde se encuentra la defensa más entusiasta del creacionismo y la firme negación de las mutaciones biológicas, mientras que solo una minorÃa de católicos es creacionista. En general, cerca del 40% de la población cristiana de Estados Unidos interpreta de modo integrista la historia del Génesis de la creación de Adán con barro del suelo. Los antievolucionistas estadounidenses son poderosos y están apoyados directamente por los polÃticos y el Institute for Creation Research, que también goza de fuertes apoyos; asÃ, por ejemplo, ciertas bibliotecas públicas de ese paÃs no contienen libros evolucionistas, mientras que múltiples padres fundamentalistas sacan a sus hijos de las escuelas en las que se enseña la teorÃa de la evolución en las clases de biologÃa. También el creacionismo tiene fuerza en Europa: por ejemplo en Reino Unido escuelas confesionales protestantes han eliminado el evolucionismo de sus programas. Por el contrario, este se considera un objeto digno de estudio para la mayorÃa de los fieles católicos europeos.
Entornos cristianos católicos
Desde el año 1950, la hipótesis evolucionista, aunque no la mecanicista atea, es considerada lÃcita por el magisterio de la Iglesia, con la encÃclica Humani generis del Papa PÃo XII. La teorÃa evolucionista se juzgó posteriormente no solo compatible con la fe cristiana sino que incluso fue considerada con mucho interés por interés por el Papa Juan Pablo II, que la valoró, no como una simple hipótesis junto a la creacionista, como habÃa hecho el PontÃfice PÃo XII, sino como una teorÃa bien corroborada por pruebas. Incluso su sucesor, Benedicto XVI, mostró una atención positiva hacia el evolucionismo, como expresó en una homilÃa difundida internacionalmente durante una visita a Alemania y como, por otro lado, ya se pronunciaba en uno de sus trabajos sobre el padre teólogo evolucionista Pierre Teilhard de Chardin, cuando el PontÃfice, ahora Papa Emérito, era solo el profesor Ratzinger. Examinaré esas posturas más a fondo en el capÃtulo 8, «Pareceres de algunos de los últimos papas».
Entornos cristianos ortodoxos
En las asambleas ortodoxas no encontramos posiciones oficiales sobre el evolucionismo, solo la afirmación genérica de que la verdadera ciencia no debe exceder de su territorio entrando en el de la fe y quienquiera que use la investigación para negar las verdades cristianas se pone no solo en contra de la fe, sino en contra de toda verdad: me parece de hecho una crÃtica a ciertos darwinistas radicales anticlericales.
Entornos hebreos
Entre las religiones llamadas «del Libro», además la primera en el tiempo, la hebrea, en la que no hay una autoridad religiosa después de la destrucción del Templo en el año 70 y el fin del llamado judaÃsmo,1 no adopta ninguna postura oficial sobre el evolucionismo. Como mucho se trata de opiniones personales de rabinos individuales y, en general, de estudiosos de la Biblia. Por otro lado es imborrable en el recuerdo de la Shoah en el pueblo judÃo, no solo el hecho de que esta incluyera entre sus propias bases el sadismo psicótico y otras alteraciones mentales supremacistas de Hitler y sus esbirros, sino también el llamado darwinismo social que pretendÃan que se aplicaba no solo a animales y plantas, sino a los seres humanos mediante eugenesia. El darwinismo social ya antes del dictador habÃa sido aceptado en ambientes intelectuales, y no solo en Alemania, sino en todo Occidente, incluso por personajes no sospechosos de antisemitismo como el antropólogo italiano de origen judÃo Cesare Lombroso. Sin embargo, en el nazismo, como es terriblemente evidente, el darwinismo social se extremó en las tristemente conocidas iniciativas de aniquilación de la comunidad judÃa y de otros pueblos, que el matarife y sus acólitos consideraban congénitamente inferiores, más allá de la verdadera ciencia y por simples razones ideológicas.
Entornos islámicos
En cuanto a la tercera religión del Libro, el Islam, en Occidente muchos piensan impulsivamente en un Islam creacionista monolÃtico, pero las posturas de los musulmanes no son en realidad únicas. La comunidad de creyente (la umma), que según estimaciones recientes agruparÃa mil millones y medio de fieles, sà que tiene un credo común en el mensaje del Corán del profeta Mahoma, pero constituye un firmamento de corrientes espirituales, de las cuales las tres principales son las de los sunÃes, los chiÃes y los jariyÃes y asimismo muchas subcorrientes. En realidad, los islamistas están dispersos por todo el mundo y son de muchas etnias y tradiciones históricas diferentes. Por tanto, las posturas sobre el evolucionismo pueden ser positivas o negativas, en ciertos casos indiferentes, según la comunidad de la que provengan y el nivel cultural del fiel individual.
Veamos estas posturas (quien no tenga suficiente interés puede pasar al apartado siguiente):
Un pocentaje no demasiado pequeño de los miembros de la umma acepta la teorÃa evolucionista. Al no haber jerarquÃa religiosa y faltando algún tipo de coordinación por parte de una autoridad central,2 las posturas sobre creacionismo y evolucionismo, desde el punto de vista creyente, dependen como he dicho de la situación sociocultural de la persona y del paÃs en el que vive. Según un estudio realizado en 1991 en 34 estados en parte islámicos,3 resulta que solo el 1,8% de los egipcios, el 14% de los pakistanÃes y el 25% de turcos, siendo este el estado musulmán más occidentalizado, están convencidos de que el evolucionismo es una idea fundamentada, mientras que en Kazajastán, paÃs ya soviético que obtuvo la independencia de la URSS el 25 de octubre de 1990 y además ateo por imposición del anterior gobierno comunista, hasta el 72% de sus habitantes es evolucionista. Esto puede sugerir que en conjunto el Islam está más abierto al creacionismo que a la teorÃa evolucionista, a pesar del hecho de que el Corán (como la Biblia, por otra parte) no está en contradicción con el evolucionismo creyente. Pero tal vez pese también el hecho de que en esos paÃses, como en Occidente, muchos identifican, tout court, equivocándose, al evolucionismo con el darwinismo casualista y ateo (ver el capÃtulo siguiente). Los jefes religiosos islámicos saben que buena parte de los versÃculos del Corán es alegórica: se escribieron en un lenguaje ideal para que incluso los más sencillos entendieran lo esencial del mensaje, un poco como la cultura judÃa usaba la estructura del midrash, es decir, del cuento simbólico y el propio Jesús explicaba con parábolas. Por ejemplo, los maestros mahometanos no aceptan al pie de la letra el relato de la creación de Adán y Eva, «En realidad los hemos creado de barro viscoso» (Sura 37:11), ni la alegorÃa del ParaÃso, tanto del Edén terrestre como el JardÃn Eterno (que sustancialmente es el mismo Alá) tras la muerte, con sus metafóricos goces materiales, donde el fiel tendrá «Alivio, generosa provisión y un jardÃn de delicias» (Sura 56:89) y los guÃas religiosos islámicos interpretan del mismo modo el infierno, con su fuego y con sus torturas figuradas, en el que, siguiendo literalmente su letra, el extraviado recibirá «Un hospedaje de agua hirviendo y abrasarse en el Yahim» (Sura 56:93-94), un versÃculo tal vez influido por la misma fundición (yahim) o lago de fuego del Apocalipsis cristiano, asà como por otro lado muchas de las suras han tenido presentes textos bÃblicos o, notablemente, apócrifos cristianos.
Del sÃmbolo como vÃnculo entre Dios y el hombre he escrito en su momento en otro ensayo.4 Indico aquà de paso un resumen porque podrÃa ser útil para entender mejor lo que he indicado con respecto a los versÃculos alegóricos del Corán y tal vez pueda servir en la comparación que haré más adelante entre