junto a Caleb en la habitación completamente blanca del hospital, Caitlin miraba a Scarlet dormir. Los dos se sentaron en sillas separadas, a pocos metros de distancia el uno del otro, cada uno estaba perdido en su propio mundo. Estaban tan emocionalmente agotados, tan presos del pánico, que no les quedaba nada de energía para ni siquiera hablarse. En otros momentos difíciles de su matrimonio siempre habían encontrado consuelo el uno en el otro; pero esta vez era diferente. Lo que había ocurrido el día anterior había sido demasiado dramático, demasiado aterrador. Caitlin todavía estaba en estado de shock, y sabía que Caleb también. Cada uno necesitaba procesarlo a su manera.
Se quedaron sentados en silencio, observando a Scarlet dormir, el único sonido que se escuchaba en la habitación era el pitido de las diferentes máquinas. Caitlin tenía miedo de apartar los ojos de su hija, sentía que si miraba hacia otro lado, podría perderla de nuevo. El reloj sobre Scarlet decía las 8 am, y Caitlin se dio cuenta de que había estado sentada observándola las últimas tres horas, desde que la habían admitido al hospital. Scarlet no había despertado desde que la habían llevado.
En varias ocasiones, las enfermeras les habían asegurado que todos los signos vitales de Scarlet eran normales, que estaba durmiendo profundamente y no había nada de qué preocuparse. Por un lado, era un gran alivio para Caitlin pero, por el otro, ella en realidad no iba a creerlo hasta que no lo comprobara por si misma y viera a Scarlet despierta, con los ojos abiertos, la misma Scarlet que conocía, siempre feliz y saludable.
Una y otra vez, Caitlin repasó en su mente los acontecimientos de las últimas 24 horas. Pero no importaba cómo los diseccionara, nada tenía sentido, a menos que regresara a la misma conclusión: Aiden tenía razón. Su diario era real. Su hija era un vampiro. Ella, Caitlin, también lo había sido una vez. Había viajado en el tiempo, había encontrado el antídoto, y había decidido regresar allí, a ese tiempo y lugar, para vivir una vida normal. Scarlet era el último vampiro que quedaba sobre la tierra.
La idea aterrorizó a Caitlin. Quería proteger a Scarlet y estaba decidida a que nada malo le sucediera; sin embargo, también se sentía responsable ante la humanidad, sentía que si todo era cierto, no podía permitir que Scarlet propagara y volviera a crear la raza de los vampiros. No sabía qué hacer, y no sabía qué pensar, o creer. Su propio marido no le creía, y no lo culpaba por eso. Ella misma apenas lo creía.
"¿Mamá?"
Caitlin se incorporó al ver los ojos de Scarlet revolotear y abrirse. Saltó de su silla y corrió a su lado, al igual que Caleb. Los dos se inclinaron sobre Scarlet mientras abría lentamente sus grandes y hermosos ojos, iluminados por el sol de la mañana que entraba por la ventana.
“¿Scarlet? ¿Cariño? ", Caitlin le preguntó. “¿Estás bien?"
Scarlet bostezó y se frotó los ojos con el dorso de sus manos, luego rodó lentamente sobre su espalda, parpadeando, estaba desorientada.
"¿Dónde estoy?", preguntó.
Caitlin se llenó de alivio al oír su voz; sonaba y se veía como la misma Scarlet de siempre. Había fuerza en su voz, ni en sus movimientos, en sus expresiones faciales. De hecho, para sorpresa de Caitlin, Scarlet se veía completamente normal, como si se hubiera despertado de un largo sueño.
"Scarlet, ¿no te acuerdas de nada de lo que pasó?", Caitlin preguntó.
Scarlet se volvió y la miró, luego, lentamente, se apoyó en un codo y se sentó parcialmente.
"¿Estoy en un hospital?", preguntó, estaba sorprendida. Examinó la habitación, dándose cuenta de que sí estaba allí. "Dios mío. ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Me puse muy enferma?”
Caitlin se sintió aún más aliviada al escuchar sus palabras -y ver sus movimientos. Estaba sentada. Estaba alerta. Su voz era completamente normal. Tenía los ojos brillantes. Era difícil creer que algo anormal hubiera ocurrido.
Caitlin pensó cómo responder, cuánto decirle. No quería asustarla.
"Sí cariño," Caleb interrumpió. "Estabas enferma. La enfermera te envió a casa de la escuela, y esta mañana te trajimos al hospital. ¿No te acuerdas de nada?"
"Recuerdo que me enviaron a casa de la escuela … que estaba en la cama, en mi habitación … entonces …" Ella frunció el ceño, como si tratara de recordar. "… Eso es todo. ¿Qué pasó? ¿Era una fiebre? Lo que haya sido. Ahora me siento bien.”
Caleb y Caitlin ambos intercambiaron una mirada llena de confusión. Claramente, Scarlet se veía normal, y no se acordaba de nada.
¿Tenemos que decirle? Caitlin se preguntó.
Ella no quería aterrorizarla. Pero, al mismo tiempo, sentía que necesitaba saber, saber algo de lo que le había pasado. Sabía que Caleb estaba pensando lo mismo.
"Scarlet, cariño," Caitlin empezó en voz baja, tratando de pensar cómo ponerlo en palabras de la mejor manera, "cuando estabas enferma, saltaste de la cama y saliste corriendo de la casa. ¿Te acuerdas? "
Scarlet la miró con los ojos muy abiertos por la sorpresa.
"¿En serio?", preguntó. “¿Salí corriendo por la casa? ¿Qué quieres decir? ¿Como una sonámbula? ¿Hasta dónde fui?”
Caitlin y Caleb intercambiaron miradas.
"En realidad corriste bastante lejos", dijo Caitlin. "Nosotros no pudimos encontrarte por un tiempo. Llamamos a la policía, y llamamos a algunos de tus amigos- "
"¿En serio?", Scarlet preguntó, sentada, poniéndose roja. “¿Llamaste a mis amigos? ¿Por qué? Eso es muy penoso. ¿Cómo conseguiste sus números?“ Entonces se dio cuenta. "¿Revisaste mi teléfono? ¿Cómo pudiste hacer eso?”
Se recostó en la cama, suspirando, mirando al techo, exasperada.
“Eso es terrible. ¿Cómo voy a poder remediarlo? ¿Cómo voy a mirar a los ojos a todo el mundo? Ahora van a pensar que soy una especie de bicho raro o algo así.”
"Cariño, lo siento, pero estabas enferma, y no podíamos encontrarte-"
De repente, la puerta de la habitación se abrió y entró un hombre que era claramente su médico, se pavoneaba con autoridad, flanqueado por dos residentes; cada uno sostenía sujetapapeles. Caminaron hacia el pié de la cama de Scarlet y leyeron el reporte.
Caitlin se alegró de haber sido interrumpida en medio de la discusión.
Una enfermera entró y se acercó a Scarlet e irguió la cama para que Scarlet pudiera estar sentada. Envolvió su bíceps y leyó su presión arterial, y luego insertó un termostato digital en su oído y se lo leyó al médico.
"Normal", anunció al médico mientras leía el reporte, asintiendo con la cabeza. "Igual que cuando llegó aquí. No le encontramos nada malo.”
"Me siento bien," Scarlet intervino. "Sé que ayer estaba enferma, supongo que tenía fiebre o lo que sea. Pero ahora estoy bien. En realidad, quisiera ir a la escuela. Tengo un montón de exámenes hoy. Y tengo que reparar algunos daños", añadió, mirando enojada a sus padres. "Y tengo hambre. ¿Puedo irme?”
Caitlin estaba preocupada por la reacción de Scarlet, su insistencia en tratar de poner todo bajo la alfombra y regresar a la vida normal. Ella miró a Caleb, esperando que él creyera lo mismo, pero percibió en él el mismo deseo de olvidar todo eso y regresar a la normalidad. Se veía aliviado.
"Scarlet", el médico comenzó. "¿Está bien si te examino y te hago unas preguntas?"
“Claro.”
El médico le entregó su portapapeles a uno de sus residentes, se quitó el estetoscopio, lo colocó sobre el pecho de Scarlet y escuchó. Luego puso sus dedos en varios puntos de su estómago, y luego se acercó y tomó sus muñecas, y dobló sus brazos en varias direcciones. Él sintió sus ganglios linfáticos, sintió su garganta, y sintió los puntos de presión detrás de los codos y las rodillas.
"Me dijeron que ayer te enviaron a casa de la escuela con fiebre", dijo. "¿Cómo te sientes ahora?"
"Me siento muy bien", respondió ella, .
"¿Puedes