de la luna parecía menos descabellada.
Desde el suelo, Becca miró a la chica con ojos llenos de furia.
"¿Por qué le tuviste que decirle eso, Jojo?", exclamó. “¡Es evidente que quiere hacerle daño!"
“Lealtad a Vivian," Jazmín respondió mordazmente.
Se le pararon las orejas a Kyle. Pensó en la sangre dulce de Vivian. Se volvió hacia Jojo.
“¿Eres una de las amigas de Vivian?", preguntó.
La muchacha asintió.
Kyle le tomó la mano.
"Vas a venir conmigo."
El coro vio con horror como Jojo era sacada de la habitación hacia el pasillo. Kyle la arrastró por los pasillos. El lugar era un completo caos. Los niños que se había convertido estaban dándose un banquete el uno con el otro. Los que aún tenían que ser convertidos iban corriendo y gritando, tratando de escapar. Kyle asintió con la cabeza a la chica gótica y a su amiga cuando pasó junto a ellas, estaban chupando la sangre de sus compañeros de escuela. A su lado, él sintió cómo Jojo temblaba.
Llegó el gimnasio y abrió las puertas de un tirón y encontró a las chicas porristas tratando de formar una pirámide humana para salir por una de las ventanas superiores. La pirámide cayó tan pronto como se dieron cuenta de que su captor había vuelto y frustrado su complot.
“Es muy inteligente", dijo Kyle con una risa. “Por lo que veo, todas serán excelentes nuevas miembros de mi familia."
"Jojo!" Alguien gritó mientras la amiga de Vivian era arrojado en el gimnasio.
Kyle miró a su alrededor y se lamió los labios.
"Que empiece la diversión", se dijo.
CAPÍTULO CINCO
El oficial de policía Sadie Marlow miró a través de la pequeña ventana de cristal al interior de la habitación. En el cuarto casi desnudo, vio una cama contra una pared. Sentada sobre la cama, estaba la chica con quien había sido enviada para hablar.
El psicólogo junto a ella sacó una tarjeta magnética del bolsillo. Pero justo antes de que la fuera a pasar contra la cerradura de la puerta para permitir la entrada de los agentes, se detuvo y se volvió hacia los dos.
"Ya saben que todavía no hemos podido obtener una sola palabra inteligible de ella", dijo el psicólogo. "Todo lo que dice es 'Scarlet. Scarlet. Tengo que encontrar a Scarlet.’”
Era el turno del oficial de policía Brent Waywood para hablar.
"Por eso es que estamos aquí, señor", dijo, señalando uncuaderno abierto. "Scarlet Paine. Ese nombre sigue apareciendo una y otra vez en nuestra investigación.”
El psicólogo frunció los labios.
"Entiendo por qué están aquí", respondió. "Simplemente no me gusta la idea de que la policía interrogue a mis pacientes."
Brent cerró bruscamente su cuaderno que hizo un chasquido. Miró al psicólogo.
"Tenemos policías muertos", dijo en un tono cortante. "Buenos hombres y mujeres que no irán a casa con sus familias esta noche porque un psicópata mató a todos y cada uno que estaba en su camino. ¿Qué quiere él? A Scarlet Paine. Eso es todo lo que tenemos para seguir adelante.Entonces, usted puede darse cuenta por qué es nuestra prioridad interrogar a su paciente.”
El Oficial Marlow cambiaba incómodamente su apoyo pasándolo de un pie al otro, frustrada por la forma en que su compañero parecía estar creando un conflicto en cada situación. No pudo evitar pensar que su trabajo sería mucho más sencillo si pudiera hacer estas entrevistas por sí sola. A diferencia de Brent, ella tenía calma y una manera de tratar con los testigos, especialmente los más vulnerables mentalmente como la chica que querían ver. Por eso, el jefe de policía la había enviado para proteger el hospital para enfermos mentales, en primer lugar. Sólo deseaba que él hubiera elegido un mejor agente para acompañarla. Se dio cuenta entonces, con un nudo en el estómago, que el jefe de la policía no había tenido muchos policías para elegir. Aparte de los que vigilaban la escuela preparatoria, el resto estaba muerto o herido.
Ella dio un paso adelante.
"Entendemos que el testigo está en un estado vulnerable", dijo, diplomáticamente. "Vamos a ser amables con ella. No le haremos preguntas que la hagan sentir presionada. No elevaremos la voz. Confíe en mí, señor, tengo años de experiencia hablando con jóvenes como ella.”
Todos miraron por la ventana a la chica. Se balanceaba hacia atrás y hacia adelante, con las rodillas levantadas contra su pecho.
Finalmente, el psicólogo pareció satisfecho y permitió la entrada de los oficiales. Pasó la tarjeta por la cerradura de la puerta. Una luz verde se encendió, acompañado de un pitido.
Guió a los dos agentes a la habitación hacia donde estaba la chica encorvada. Fue entonces cuando la oficial de Marlow notó las esposas en sus tobillos y en sus manos. Restricciones. El hospital no emitía restricciones a menos de que el paciente pudiera lastimarse sí mismo o lastimar a otros. Lo que esta chica había tenido que pasar, había sido horrible. ¿Cómo era posible que una estudiante de preparatoria de dieciséis años, sin ni siquiera una mancha en su registro, de repente fuera considerada peligrosa?
El psicólogo habló primero.
"Hay unos oficiales aquí que vinieron a verte", dijo con calma a la chica. “Es sobre Scarlet."
La cabeza de la chica se lanzó hacia arriba. Sus ojos frenéticamente recorrían las caras de las tres personas ante ella. La Oficial Marlow pudo notar la angustia en su expresión y en su desesperación.
"Scarlet", exclamó la chica, tirando de sus ataduras. "Necesito encontrar a Scarlet."
El psicólogo miró a los dos agentes mientras salía de la habitación.
María miraba a los oficiales. En algún lugar en el fondo de su mente, su parte sana todavía seguía funcionando, todavía estaba lúcida y despierta. Pero la parte con la que se había metido Lore tenía el control sobre ella, y sentía que era como una nube oscura de tormenta que empañaba su mente. Tenía que salir de ese lugar y tenía que encontrar a Scarlet. Scarlet estaría con Sage, y Sage, estaba segura, sería capaz de ayudarla. Podría deshacer lo que su primo había hecho en ella.
Pero no importaba todo lo que intentara, no podía explicarle a nadie de que no estaba loca, que no debía estar allí, encadenada como si fuera un convicto. Ni siquiera cuando sus amigas iban a verla, ni cuando su madre le tomaba la mano y lloraba, María no podía pronunciar ninguna palabra. Sea lo que fuera que Lore había puesto en su cerebro era impenetrable. Y se estaba haciendo cada vez más fuerte. Con cada momento que pasaba, sentía que su fuerza se diluía. Su capacidad para luchar contra el control mental de Lore iba disminuyendo y la parte sana de su era cada vez más y más débil. Estaba segura de que si no encontraba ayuda, eventualmente desaparecería por completo, y solo sería una cáscara vacía.
El oficial hombre se quedó mirando hacia abajo, hacia María. La mujer policía se sentó en el borde de la cama.
"María, tenemos que hacerte algunas preguntas", ella le dijo, en voz baja.
María trató de asentir con la cabeza, pero no pasó nada. Su cuerpo se sentía pesado. Estaba agotada. Luchar contra lo que Lore le había hecho a su cerebro era un trabajo agotador.
"Tu amiga, Scarlet", la mujer continuó con la misma suavidad. "¿Sabes donde está?"
"Scarlet", dijo María.
Ella quería decir más, pero no le salían las palabras. Miró con frustración al oficial masculino quien revoleaba los ojos.
"Esto es inútil", le dijo a su compañera.
"Oficial Waywood, necesita ser paciente", la mujer le espetó.
“¿Paciente?", exclamó el Oficial Waywood. “¡Mis amigos están muertos! ¡Nuestros colegas están en peligro! ¡No tenemos tiempo para ser pacientes!"
Atrapada