Морган Райс

Obsesionada


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debajo de las vigas del techo y los bloques de ladrillo y piedra. Las llamas se elevaban en varias áreas, como si fueran extraños arbustos color naranja.

      Octal yacía inmóvil sobre el piso. Su bastón estaba a su lado, roto por la mitad, y la cruz en la punta que había estado clavándole a Sage estaba en llamas. Scarlet no podía decir si Octal estaba o no muerto, pero ciertamente parecía que no iba a hacer ningún daño por el momento.

      Entonces, Scarlet reconoció entre los escombros el fuselaje de metal retorcido de un avión militar. Ella jadeó.

      "Fue un avión", dijo. "Un avión militar se estrelló contra el castillo."

      Sage negó con la cabeza, la confusión cruzaba su frente.

      "No hay ninguna razón para que un avión esté aquí", él respondió. "El castillo se encuentra en el medio de la nada."

      "A menos de que lo estuvieran buscando," Scarlet terminó la oración por él, mientras caía en la cuenta. "A menos que me estuvieran buscando."

      En ese momento, un montículo de ladrillos se movió y Sage hizo una mueca cuando se estrelló contra su pierna.

      "Tenemos que salir de aquí", respondió Scarlet.

      No sólo estaba preocupada del peligro del edificio dañado -sino también por los inmortalistas. Tenían que escapar antes de que recobrarán el conocimiento.

      Se volvió hacia Sage.

      "¿Puedes correr?"

      Él la miró con los ojos cansados. "Scarlet. Es demasiado tarde. Estoy muriendo."

      Ella apretó los dientes. "No es demasiado tarde."

      Él agarró las manos de Scarlet entre las suyas y se quedó mirándola fijamente a los ojos. "Escúchame. Te quiero. Pero tienes que dejarme morir. Se acabó."

      Scarlet apartó su cara él y se enjugó la lágrima que caía de su ojo. Cuando se volvió, extendió la mano y puso el brazo de Sage por encima de su hombro, poniéndolo de pie. Él gritó de dolor y se hundió en ella. Cuando ella comenzó a guiarlo a través de los escombros y de las columnas de humo, dijo:

      "Esto no ha terminado hasta que yo diga."

*

      El castillo estaba en completo desorden. Aunque el avión que se había estrellado era pequeño, el daño al antiguo edificio había sido colosal.

      Scarlet serpenteó por los pasillos mientras las paredes se derrumbaban a su alrededor. Sostenía firmemente  a Sage a su lado y, gimiendo de dolor, él se dejó caer contra ella. Estaba tan débil y frágil a Scarlet se le partía el corazón. Todo lo que quería era llevarlo a un lugar seguro.

      En ese momento, oyó gritos que venían de atrás.

      “¡Se están escapando!!”

      Con desazón, Scarlet se dio cuenta que estaban recobrando el conocimiento, que a pesar de que su castillo estaba destruido y muchos de sus hermanos yacían heridos y estaban muriendo a su alrededor, los estaba conduciendo su deseo de venganza.

      "Sage", dijo Scarlet, "vienen por nosotros. Tenemos que ir más rápido.”

      Sage tragó saliva e hizo una mueca.

      "Voy lo más rápido que puedo."

      Scarlet trató de apresurar el paso, pero la debilidad de Sage hacía lenta la marcha. Tenía que dejar de correr. Tenía que encontrar un lugar seguro para esconderlo para que por lo menos  pudieran decirse adiós.

      Miró por encima de su hombro y vio a varios inmortalistas acercarse. Allí, en la parte de atrás, medio oculto por las sombras, vio a Octal. Entonces, no estaba muerto.

      A medida que el grupo se acercaba más, Scarlet vio que la mitad de la cara de Octal había sufrido quemaduras graves. Debía estar teniendo un dolor significativo y, sin embargo, todavía quería dañarla y también a Sage. Le entristecía pensar que el amor entre ella y Sage indignara tanto a los inmortalistas.

      De pronto, un estruendo tremendo hizo saltar a Scarlet, y una repentina ola de agua helada la empapó. Miró por encima de su hombro izquierdo y vio que todo un lado del castillo se había derrumbado en el mar, lo que creó una poderosa ola que se estrelló en ellos.

      Oyó gritos y se volvió hacia atrás para ver a las inmortalistas caer en el mar. Caían tan rápidamente que ni siquiera tenían tiempo para moverse a un lugar seguro y, tan pronto como llegaban a las olas, el mar furioso se los tragaba.

      Cuando las baldosas comenzaron a ceder bajo sus pies, Scarlet empujó su espalda contra la pared del pasillo y empujó a Sage con su brazo. El agua negro se movía varios pies por debajo de ellos. De repente, Scarlet sintió como si estuviera haciendo un precario equilibrio sobre el borde de una montaña.

      La única persona de pie en el otro lado de un amplio abismo era Octal. Scarlet sabía que le llevaría no más de unos pocos segundos atravesar volando el espacio entre ellos. Pero, en cambio, se decidió a mirar.

      Él piensa que no hay esperanza. Él piensa que vamos a morir.

      "Rápido", dijo a Sage. "Antes de que caigamos en el mar."

      La ola del mar frío golpeó su cara mientras lo conducía por la cornisa. Con cada paso, el suelo se desprendió y caía en el mar. El corazón de Scarlet se aceleró por la angustia. Rezó para que pudieran salir del castillo y estar en un lugar seguro.

      "Vamos," le dijo a Sage. "Sólo unos pasos más."

      Pero tan pronto como las palabras salieron de sus labios, las baldosas bajo los pies de Sage cedieron. Él sólo tuvo tiempo para mirarla a los ojos antes de que el suelo cediera totalmente, y se desplomó hacia la oscuridad.

      “¡Sage!" Scarlet gritó, con su mano extendida, tratando de alcanzarlo.

      Pero él se había ido.

      Scarlet levantó la mirada hacia el otro lado del abismo y vio una sonrisa dibujarse en el rostro horriblemente desfigurado de Octal.

      Sin vacilar un segundo, Scarlet saltó de la cornisa como un nadador desde un trampolín, y se precipitó hacia abajo, hacia la figura de Sage cayendo. Segundos antes de que cayera al mar, ella lo alzó en sus brazos.

      "Te tengo," ella susurró, sosteniéndolo contra su pecho.

      Sage era pesado. Scarlet sólo podía flotar. Estaban apenas a una pulgadas por encima del agua traicionero. No podía volar porque eso le revelaría a Octal de que habían sobrevivido y enseguida lanzaría un ataque contra ellos.

      Fue entonces cuando a su derecha vio unas cuevas. Estaban esculpidas de forma natural, erosionadas, durante siglos, en la roca sólida por el mar. El castillo debe haber sido construido en su parte superior.

      Scarlet no perdió tiempo. Voló a la cueva, con Sage en sus brazos, y lo sentó sobre el suelo. Él se dejó caer hacia atrás y gimió.

      "Estamos bien," le dijo Scarlet. "Lo logramos."

      Pero ella estaba empapada y temblaba. Le castañeteaban los dientes mientras hablaba. Cuando tomó la mano de Sage, se dio cuenta de que él estaba temblando también.

      “No lo logramos", él dijo finalmente. "Te lo he estado diciendo todo el tiempo, me voy a morir. Esta noche."

      Scarlet negó con la cabeza, haciendo volar sus lágrimas de sus mejillas.

      "No", dijo.

      Pero entonces se dio cuenta de que era inútil. Sage se estaba muriendo. Era realmente cierto.

      Ella lo tomó en sus brazos y dejó que sus lágrimas cayeran libremente. Rodaron por sus mejillas y por el cuello. Ya no se molestó en secarlas.

      Scarlet estaba a punto de pronunciar sus despedidas cuando notó un extraño brillo proceder  de debajo de su camiseta, justo donde estaba su corazón. Ella sacudió la cabeza, pensando en un principio de que estaba alucinando. Sin embargo, el resplandor se hizo más fuerte.

      Miró hacia abajo y se dio cuenta de su collar estaba radiante con una luz blanca que se derramaba a través de las bisagras. Metió la mano en su playera y lo sacó. Nunca