“Una amiga de mi hija tenía una hermana en la Universidad de Byars. Lois Pennington, una estudiante de primer año. Su familia la encontró ahorcada en su garaje el domingo pasado. Su hermana no cree que fue un suicidio. Entrevisté a sus padres, y...”.
Meredith gritó tan duro que fue oído en el pasillo.
“¿Entrevistaste a sus padres?”.
“Sí, señor”, dijo Riley en voz baja.
Meredith se tomó un momento para tratar de calmarse.
“¿Tengo que decirte que este no es un caso de la UAC?”.
“No, señor”, dijo Riley.
“De hecho, según lo que sé hasta ahora, este no es un caso en absoluto”.
Riley no sabía qué decir a continuación.
“¿Qué te dijeron sus padres?”, preguntó Meredith. “¿Creen que fue suicidio?”.
“Sí”, dijo Riley en voz baja.
Ahora Meredith parecía no saber qué decir. Movió la cabeza con desaliento.
“Señor, sé cómo suena esto”, dijo Riley. “Pero el decano de Byars escondía algo. Y Hazel Webber me mintió sobre la muerte de su hija”.
“¿Cómo lo sabes?”.
“¡Solo lo sé!”.
Riley miró a Meredith con una expresión suplicante.
“Señor, después de todos estos años, seguramente sabes que mis instintos son buenos. Cuando siento algo, casi siempre tengo razón. Tienes que confiar en mí. Algo no cuadra en las muertes de estas chicas”.
“Riley, sabes que así no funcionan las cosas”.
Riley estaba sorprendida. Meredith rara vez la llamaba por su nombre, solo cuando estaba realmente preocupada por ella. Sabía que él la valoraba, apreciaba y respetaba, y ella sentía lo mismo por él.
Se recostó contra su escritorio y se encogió de hombros.
“Tal vez tienes razón, y tal vez estés equivocada”, dijo con un suspiro. “De cualquier forma, no puedo convertirlo en un caso de la UAC solo por tus instintos. Tendrían que haber más pruebas”.
Meredith la miró con una expresión de preocupación.
“Agente Paige, has pasado por muchas cosas difíciles últimamente. Estuviste en algunos casos peligrosos, y tu compañero casi fue envenenado en el último. Y ahora tienes un nuevo miembro de la familia a quien cuidar y...”.
“¿Y qué?”, preguntó Riley.
Meredith hizo una pausa y luego dijo: “Te puse de licencia hace un mes. Me pareció que creías que era una buena idea. La última vez que hablamos, incluso me pediste más tiempo. Creo que es lo mejor. Toma todo el tiempo que necesites. Necesitas más descanso”.
Riley se sentía desalentada y derrotada. Pero sabía que no tenía sentido discutir. La verdad era que Meredith estaba en lo cierto. No había forma de que él pudiera tomar este caso basándose en lo que le había dicho. Sobre todo no con un asqueroso como Walder acorralándolo.
“Lo siento, señor”, dijo. “Me iré a casa ahora”.
Se sintió terriblemente sola a lo que salió de la oficina de Meredith. Pero no estaba dispuesta a dejar de lado sus sospechas. Su corazonada era demasiado fuerte para eso. Ella sabía que tenía que hacer algo.
“Lo primero es lo primero”, pensó.
Tenía que conseguir más información. Tenía que demostrar que algo andaba mal.
Pero ¿cómo sería capaz de hacerlo sola?
*
Riley llegó a su casa media hora antes de la cena. Entró en la cocina y encontró a Gabriela preparando otra de sus deliciosas especialidades guatemaltecas, gallo en perro, un guiso picante.
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.