silencio, preguntó: “¿Estás de acuerdo?”.
Ella asintió con cierto nerviosismo.
Entraron en la habitación juntos. Miró a su alrededor. La habitación hedía a rancio, y las paredes estaban decoradas con pinturas feas.
Se acercó a la cama y apretó su mano contra el colchón, comprobando su firmeza.
¿Estaba disgustada con la habitación?
No estaba seguro.
El gesto lo hizo enojar, y mucho.
No sabía por qué, pero algo dentro de él se quebrantó.
Normalmente no haría nada hasta tenerla desnuda en la cama. Pero no podía aguantarse.
Cuando se dio la vuelta para dirigirse al baño, le cerró el paso.
Sus ojos se abrieron, se veía alarmada.
Antes de que pudiera reaccionar, la empujó sobre la cama.
Comenzó a retorcerse, pero él era mucho más fuerte que ella.
Ella trató de gritar, pero él agarró una almohada y la puso sobre su rostro.
Él sabía que todo terminaría pronto.
CAPÍTULO UNO
De repente, las luces se encendieron en la sala de conferencias, y los ojos de la agente Lucy Vargas comenzaron a arderle.
Los estudiantes sentados a su alrededor empezaron a murmurar en voz baja. Lucy había estado muy centrada en el ejercicio de imaginar un asesinato real desde el punto de vista del asesino, y se le hizo difícil volver a la realidad.
“OK, vamos a hablar de lo que vieron”, dijo la instructora.
La instructora no era otra que la mentora de Lucy, la agente especial Riley Paige.
Lucy en realidad no era una estudiante de la clase, que era para los cadetes de la Academia del FBI. Solo había venido a escuchar, como lo hacía de vez en cuando. Todavía era bastante nueva en la UAC, y le parecía que Riley Paige era una fuente de inspiración e información ilimitada. Tomaba cada oportunidad que podía de aprender de ella, y también de trabajar con ella.
La agente Paige les había dado a los estudiantes los detalles de un caso de asesinato que se había enfriado hace unos veinticinco años. Tres mujeres jóvenes fueron asesinadas en el centro de Virginia. El asesino fue apodado el ‘Asesino de la caja de fósforos’ porque dejó cajas de fósforos junto con los cuerpos de las víctimas. Las cajas de fósforos eran de bares cerca de Richmond. También dejó servilletas impresas con los nombres de los moteles donde las mujeres fueron asesinadas. A pesar de ello, la investigación de esos lugares no había llevado a nada.
La agente Paige les había dicho a los estudiantes que usaran su imaginación para recrear uno de los asesinatos.
“Denle rienda suelta a su imaginación”, les había dicho la agente Paige antes de empezar. “Visualicen muchos detalles. No se preocupen por tratar de averiguarlo todo. Pero traten de acertar el panorama general, el ambiente, el estado de ánimo, el escenario”.
Luego había apagado las luces por diez minutos.
Ahora que las luces estaban encendidas de nuevo, la agente Paige se paseaba frente a la sala de conferencias.
Ella dijo: “En primer lugar, háblenme un poco del Bar Patom. ¿Cómo era?”.
Alguien subió la mano en medio de la sala. La agente Paige le pidió al alumno que hablara.
“El lugar no era elegante, pero estaba tratando de parecer más elegante de lo que era”, dijo. “Mesas cerradas con poca luz a lo largo de las paredes. Algún tipo de acolchado blando en todas partes, gamuza, tal vez”.
Lucy se sintió desconcertada. No se había imaginado al bar así.
La agente Paige sonrió un poco. No le dijo al estudiante si había acertado o no.
“¿Algo más?”, preguntó la agente Paige.
“Había música bajita”, dijo otro estudiante. “Jazz, tal vez”.
Pero Lucy recordó que se había imaginado el estruendo de música rock de los años 70 y 80.
¿Será que se había equivocado?
“¿Y el Motel Maberly?”, preguntó la agente Paige. “¿Cómo era?”.
Una estudiante levantó la mano y la agente Paige la escogió.
“Un poco pintoresco y parecido a otros moteles de su tipo”, dijo la joven. “Y bastante viejo. Data de antes de la mayoría de las franquicias de moteles comerciales”.
Otro estudiante tomó la palabra.
“Pienso igual”.
Otros estudiantes expresaron su acuerdo.
Una vez más, a Lucy le llamó la atención lo diferente que se había imaginado el lugar.
La agente Paige sonrió un poco.
“¿Cuántos de ustedes comparten estas impresiones generales, tanto del bar como del motel?”.
La mayoría de los estudiantes levantaron la mano.
Lucy estaba empezando a sentirse un poco incómoda ahora.
“Traten de acertar el panorama general”, les había dicho la agente Paige.
¿Se había equivocado por completo?
¿Todos los miembros de la clase habían acertado excepto ella?
Luego la agente Paige colocó algunas imágenes en la pantalla en frente de la clase.
Primero colocó un grupo de fotografías del Bar Patom, una foto tomada de noche desde el exterior que mostraba un letrero de neón en la ventana, y otras fotos de su interior.
“Este es el bar”, dijo la agente Paige. “O al menos así fue en la época de los asesinatos. No estoy segura de cómo se ve ahora, o siquiera si aún existe”.
Lucy se sintió aliviada. Se parecía mucho a como ella lo había imaginado, un bar de mala muerte con paredes con paneles baratos y tapicería de cuero artificial. Incluso había un par de mesas de billar y una diana, justo como había supuesto. En las fotos se veía una espesa nube de humo de cigarrillo.
Los estudiantes jadearon de lo sorprendidos que estaban.
“Ahora vamos a echarle un vistazo al Motel Maberly”, dijo la agente Paige.
Más fotos aparecieron. El motel se veía igual de sórdido como Lucy lo había imaginado, no muy viejo, pero en muy mal estado.
La agente Paige rio un poco.
“Algo no cuadra aquí”, dijo.
Todos los estudiantes se echaron a reír nerviosamente.
“¿Por qué visualizaron los lugares de esa forma?”, preguntó la agente Paige.
Ella llamó a una joven que levantó la mano.
“Bueno, nos dijo que el asesino se le acercó a la víctima en un bar”, dijo. “Para mí, eso me suena como un ‘bar para solteros’. De esos que son un poco cursi, pero que al menos intentan verse elegantes. Simplemente no se me vino a la mente un bar de mala muerte de clase trabajadora”.
Otro estudiante dijo: “Lo mismo con el motel. ¿El asesino no la llevaría a un lugar más bonito, aunque solo para engañarla?”.
Lucy comenzó a sonreír.
“Ahora lo entiendo”, pensó.
La agente Paige notó que ella estaba sonriendo y le devolvió la sonrisa.
Ella dijo: “Agente Vargas, ¿dónde nos equivocamos?”.