lo dije, solo un estúpido arriesga su vida por los demás.
Era una filosofía demasiado dura para Thanos.
—Bueno —dijo él—. Por lo menos, me alegro de que estés viva.
Jeva pareció pensar por uno o dos instantes.
—Yo también me alegro. Lo cual es extraño. Los muertos estarán molestos conmigo. Quizás me quedan cosas por hacer. Os seguiré hasta descubrir cuáles.
Lo dijo sin alterarse, como si ya fuera un cosa establecida en la que Thanos no tuviera ni voz ni voto. Se preguntaba cómo sería ir por el mundo con la certeza de que los muertos eran los responsables.
—¿No es extraño? —le preguntó él.
—¿Qué es extraño? —respondió Jeva.
—Vivir tu vida dando por sentado que los muertos toman todas las decisiones.
Ella negó con la cabeza.
—No todos ellos. Pero saben más que nosotros. Ellos son más que nosotros. Cuando hablan, debemos escuchar. Mírate.
Eso hizo que Thanos frunciera el ceño. Él no era uno de los del Pueblo del Hueso para recibir órdenes de los oradores de sus muertos.
—¿A mí?
—¿Estarías en las circunstancias en las que estás si no fuera por las decisiones que tus padres y los padres de tus padres tomaron? —preguntó Jeva—. Tú eres un príncipe. Todo tu poder descansa en los muertos.
Tenía algo de razón, pero Thanos no estaba seguro de que fuera lo mismo.
—Yo decidiré qué hacer a continuación por los vivos, no por los muertos —dijo.
Jeva rio como si se tratara de un chiste especialmente bueno y, a continuación, estrechó un poco los ojos.
—Oh, lo dices en serio. También tenemos gente que dice eso. En su mayoría, están locos. Pero, en fin, este mundo es para los locos. Así que, ¿quién soy yo para juzgar? ¿A dónde iremos ahora?
Thanos no tenía una respuesta a aquella pregunta para ella.
—No estoy seguro —confesó—. Mi padre me dijo dónde podría saber de mi verdadera madre, después la antigua reina me dijo que estaba en otro lugar.
—Bien —dijo Jeva—. Entonces debemos ir. Noticias de los muertos como esta no se deben ignorar. O podemos regresar a las tierras de mi pueblo. Nos recibirían con las noticias de lo que le sucedió a nuestra flota.
No parecía atemorizada ante la perspectiva de informar a su pueblo de tantas muertes. También parecía echar un vistazo a Ceres de vez en cuando, mirándola con evidente asombro.
—Ella es todo lo que dijiste que sería. Sea lo que sea lo que se interpone entre vosotros, solucionadlo.
Hizo que sonara como si fuera muy sencillo y directo, como si fuera igual de fácil que decirlo. Thanos dudaba que las cosas fueran alguna vez así de sencillas.
—Lo estoy intentando.
—Inténtalo más —dijo ella.
Thanos quería hacerlo. Quería ir hasta Ceres y declararle su amor. Más aún, quería pedirle que fuera suya. Parecía que había estado esperando siempre que eso sucediera.
Con una mano señaló hacia ella.
—Ve, ve hacia ella.
A Thanos no le convencía que le echaran de esa manera, pero debía admitir que Jeva tenía la idea correcta referente a ir tras Ceres. Fue hacia donde estaban ella y los demás y vio que estaba más seria de lo que esperaba.
Su padre se giró y le agarró la mano a Thanos.
—Me alegro de volverte a ver, chico —dijo—. Si tú no hubieras venido, las cosas podrían haberse complicado.
—Hubierais encontrado una solución —supuso Thanos.
—Ahora debemos encontrar nuestro camino —respondió Berin—. Aquí parece ser que cada uno quiere ir a un sitio diferente.
Thanos vio que Ceres asentía con la cabeza al escuchar aquello.
—Los combatientes piensan que debemos ir a los páramos libres y convertirnos en mercenarios —dijo ella—. Sartes está hablando de colarnos en el campo que rodea el Imperio. Yo pensé que quizás podríamos volver a la Isla de las Neblinas.
—Jeva estaba hablando de volver a su pueblo —dijo Thanos.
—¿Y tú? —preguntó Ceres.
Pensó en hablarle de las tierras de las montañas de las nubes, de su madre desaparecida y de la posibilidad de encontrarla. Pensaba en vivir en cualquier lugar, en cualquier lugar con Ceres. Pero entonces dirigió la mirada hacia Akila.
—Iré a donde vosotros vayáis —dijo—, pero no creo que Akila sobreviva a un largo viaje.
—Yo tampoco —dijo Ceres.
Thanos la conocía lo suficientemente bien como para saber que ya había pensado en algún lugar al que ir. A Thanos le sorprendía que no se hubiera puesto al mando todavía. Aunque podía imaginar el porqué. La última vez que se había puesto al mando había perdido Delos, primero ante Estefanía y, más tarde, ante los invasores.
—Está bien —dijo Thanos, alargando una mano para tocarle el brazo—. Confío en ti. Decidas lo que decidas, yo te seguiré.
Imaginaba que no sería el único. La familia de Ceres iría con ella, a la vez que los combatientes habían jurado seguirla, dijeran lo que dijeran sobre escapar a otro lugar en busca de aventuras. Y en cuanto a Jeva… bueno, Thanos no aseguraba conocer lo suficiente a la mujer para saber lo que haría, pero siempre podrían dejarla en algún lugar, si ella quería.
—No podemos alcanzar el barco de contrabando que te trajo a Delos —dijo Ceres—. Aunque supiéramos dónde está, esta pequeña barca no irá tan rápido como aquella. Y si intentamos ir muy lejos… creo que Akila no lo aguantará.
Thanos asintió. Él había visto la herida que la Primera Piedra le había ocasionado a su amigo. Akila había sobrevivido más que nada por la fuerza de voluntad, pero necesitaba un curandero, y pronto.
—Entonces ¿hacia dónde? —preguntó Thanos.
Ceres lo miró a él y después a los demás. Aún parecía casi asustada de decir lo que tenía que decir.
—Solo hay un lugar —dijo Ceres. Alzó su voz a un nivel en el que todo el barco pudiera escuchar—. Debemos ir hacia Haylon.
Su padre y su hermano empezaron a negar con la cabeza de inmediato. Incluso algunos de los combatientes no parecían estar muy contentos.
—Haylon no será seguro —dijo Berin—. Ahora que Delos ha caído, será un objetivo.
—En ese caso, debemos ayudarlos a defender —dijo Ceres—. Tal vez no habrá quien quiera quitárnosla si lo hacemos esta vez.
Eso tenía sentido. Delos había caído por muchas razones: el mismo tamaño de la flota de Felldust, la gente que no se había quedado para luchar, la falta de estabilidad mientras Estefanía llevaba a cabo su golpe. Quizás las cosas serían diferentes en Haylon.
—No cuenta con su flota —remarcó Thanos—. Convencí a la mayoría para que ayudaran a Delos.
Sintió una ola de culpa por ello. Si no hubiera convencido a Akila para que ayudara, mucha gente buena no estaría muerta, y Haylon tendría los medios para defenderse. Su amigo no estaría herido tumbado en la cubierta de su barco, esperando ayuda.
—Nosotros… escogimos venir —consiguió decir Akila desde donde estaba tumbado.
—Y si no tienen una flota, todavía hay más razones para intentar ayudarlos —dijo Ceres—. Todos vosotros, pensad, es el único lugar