16-1), al libre consentimiento para el matrimonio (artículo 16-2), a la igualdad de los cónyuges (artículo 16-1), a la igualdad de los hijos (artículo 25-2), a la protección de las madres (artículo 25-2) y a la intimidad familiar (artículo 12). Los derechos de la familia son también reconocidos en la Carta de los Derechos de la Familia de la Santa Sede, que se incluye en el Anexo 1.
Sin embargo, estos derechos no son respetados en la sociedad actual para una gran mayoría de familias y por eso tantas de ellas experimentan grandes dificultades para constituirse efectivamente en un bien para sus miembros. La pobreza, el desempleo, la violencia, el consumismo, la drogadicción, el individualismo, la falta de oportunidades, el aislamiento, afectan profundamente la vida familiar, generando en su interior fuerzas negativas que muchas veces contribuyen a su desintegración.
Siendo tan central la experiencia familiar para todos sus miembros, es fácilmente comprensible el potencial deshumanizador que puede tener esta experiencia en la vida cotidiana de las personas cuando la familia no logra constituirse como un espacio favorable a su desarrollo humano. Conscientes de los graves efectos de esta situación, diversas instituciones y profesiones se ocupan de apoyar a la familia: Trabajo Social es una de ellas.
Este texto es ante todo la expresión del valor que como trabajadoras sociales y educadoras asignamos a la familia, y de nuestra convicción acerca del aporte que nuestra profesión ha hecho y debe seguir haciendo para mejorar la calidad de vida de las familias de nuestro país. Este valor y esta convicción nos han llevado a dedicar parte importante de nuestra tarea académica a la docencia e investigación en familia en la Escuela de Trabajo Social de la Pontificia Universidad Católica de Chile, con alumnos y con profesionales de terreno, en numerosos encuentros, cursos y seminarios.
Hoy queremos dar un paso más en este esfuerzo, a través de este texto que está orientado a apoyar la docencia en familia, aportando de manera sistemática contenidos correspondientes al currículum de formación básica en Trabajo Social, que contribuyen a la formación de pregrado de los alumnos y también al perfeccionamiento profesional de los trabajadores sociales en el país.
El primer Capítulo analiza las relaciones entre la sociedad y la familia y la influencia del contexto socioeconómico y de los procesos de cambio social en la vida familiar. En el segundo Capítulo se presenta la trayectoria de nuestra profesión en el trabajo con familias, desde sus orígenes hasta el momento actual. El tercer Capítulo presenta un panorama de las conceptualizaciones sobre familia más relevantes, a nuestro juicio, para la práctica profesional. El cuarto Capítulo se centra en la intervención profesional con familias tanto a nivel directo como indirecto. Finalmente, en los Apéndices se incluye material complementario que puede ser útil para el trabajo social con familias.
Referencias Bibliográficas
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Buttiglione, R. El hombre y la familia, Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana, México D.F., 1994.
Castán, J.M., La recepción de la familia en las declaraciones de los derechos humanos del siglo XX, en Laboa et al.: Políticas de la familia, Universidad Pontificia Comillas, Madrid 1993.
Juan Pablo II., Carta a las familias, Ediciones Paulinas, Santiago, 1994.
Degler, C. At Odds, Oxford University Press, London, 1980.
Eroles, C. (coordinador). Familia y trabajo social, Espacio Editorial, Argentina, 1998.
Morandé, P. Persona, matrimonio y familia, Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago, 1994.
Santa Sede. Carta de los derechos de la familia, Ediciones Paulinas, Santiago, 1983.
Vidal, M. Familia y valores éticos, Promoción Popular Cristiana, Madrid, 1986.
I.
FAMILIA Y SOCIEDAD1
1.1. Contexto actual de la familia: el proceso de modernización
La relación entre familia y sociedad requiere ser analizada en el contexto del proceso de modernización. El Informe de la Comisión Nacional de la Familia (1994) afirma que este proceso es un marco de referencia insoslayable para entender la realidad actual de la familia en el país, y destaca la importancia de los cambios que él ha generado en el contexto socioeconómico, sociopolítico y sociocultural del país.
En el aspecto socioeconómico, el sistema neoliberal y la globalización de la economía han generado un masivo aumento en el intercambio de bienes, servicios y organizaciones con diversos países del mundo. Este proceso ha impuesto la necesidad de aumentar la productividad del trabajo, ha generado mayor exigencia de uso de tecnología y mayores requisitos de capacitación para acceder al mercado laboral. El sector informal de la economía, que no alcanza estos standards, ha ido creciendo. La intensificación del proceso de industrialización ha generado un importante proceso de migración campo-ciudad, con la consecuente concentración urbana de la población y el crecimiento de las grandes ciudades. El aumento de la riqueza y de la oferta de consumo de bienes ha ido a la par con el aumento de las desigualdades en la distribución del ingreso, haciendo mayor la distancia que separa a los grupos de mayor ingreso de aquellos de menor ingreso de la población.
Estos cambios socioeconómicos han influido en la familia, que se ve enfrentada a las nuevas exigencias de capacitación y entrenamiento exigidas por el mercado laboral, al mismo tiempo que la creciente incorporación de la mujer al trabajo remunerado cuestiona la distribución tradicional de roles sexuales y tiene impacto profundo en la vida familiar.
En el aspecto sociopolítico, la modernidad ha estado asociada a la consolidación del sistema democrático entendido como una forma de convivencia que debe manifestarse en la vida política y en la vida cotidiana de las personas. El proceso de consolidación de la democracia, en el que Chile ha ido avanzando, ha generado una mayor preocupación por los derechos humanos, pero paralelamente no se han generado instancias que faciliten el acceso de la población a los diversos niveles de participación ciudadana. Como consecuencia, se ha desarrollado una tendencia a la apatía y a la falta de participación política en la población, especialmente en los jóvenes.
Al no tener canales adecuados que promuevan su participación en los asuntos públicos, y sintiéndose afectada por decisiones que le son impuestas desde las instituciones públicas, la familia se autorrelega exclusivamente a la vida privada y con frecuencia pierde de vista la importancia de su papel como formadora de valores democráticos en las nuevas generaciones.
En el contexto sociocultural, destaca la aparición de una cultura audiovisual con crecientes vínculos internacionales y que se manifiesta en el explosivo desarrollo de los medios de comunicación, generando un aumento de las influencias externas que afecta la identidad cultural y la cohesión social. La influencia de la publicidad desarrolla el consumismo y el endeudamiento en la población. El ritmo de vida de las ciudades se acelera y se hace crecientemente competitivo, dificultando las relaciones interpersonales.
Rodríguez y Weinstein (1994), afirman que los medios de comunicación han pasado a ser una gran “ventana” al mundo para la familia, y la han transformado en muchos aspectos. Además de influir en el uso del tiempo libre y las necesidades de información, afectan las ocasiones y formas de la comunicación familiar y cambian las dimensiones de lo privado, que pasa a ser un espacio privilegiado del consumo cultural. Al complejizarse y aumentar la cantidad de conocimientos y símbolos que reciben a través de los medios de comunicación, las familias se encuentran frente al desafío de asumir una diversidad de voces socializadoras, que entregan valores y normas muchas veces contradictorias entre sí y no coherentes con los valores propios de la cultura de cada familia.
Finalmente habría que destacar que todas