Rubén Darío

Prosa Política (Las Repúblicas Americanas)


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bravos soldados tomó la ciudad histórica de Bayamo, que fué el primer triunfo de la guerra larga que, en 1878, concluyó aparentemente con el conocido Pacto del Zanjón. Formóse luego el partido autonomista cubano, cuyos ideales no eran creídos en la Metrópoli. Era jefe de este partido D. José M. Gálvez, hombre fuerte y talentoso. El estadista español señor Maura fué el único que por aquel entonces vió claro el problema cubano, y aunque las reformas propuestas por él no daban la autonomía al país, eran una base de ella. El partido constitucional, integrado por elementos españoles y que gobernaba la Isla, combatió tenazmente el proyecto de Maura, impidiendo su aplicación. Vino luego una época de parlamentarismo activo en el Congreso español, que sirvió a Martí para hacer la última guerra de independencia.

      Ya he hablado de este apostólico héroe en mis «Raros» y suelo evocarle con singular sentimiento. Hace poco dije en América cómo le conocí. Doy la palabra, pues, al escritor y diplomático cubano señor Machado, cuya monografía de Cuba he visto:

      «Era José Martí hombre de dotes extraordinarias, de poderoso genio, de cultura intensa y varia y sólida y admirablemente gobernada: orador, periodista, poeta, jurisconsulto, sociólogo y prosista de arte originalísimo. Y junto con todas esas preeminencias de la naturaleza y del estudio, poseía un corazón de santo y un carácter de verdadero apóstol, que lo elevaron a las más altas cimas de la perfección humana.

      En Baire empezó la guerra decisiva, la que había de dar fin al gobierno español en América, el 24 de Febrero de 1895, y en la que ganaron los laureles de la inmortalidad el casi legendario Maceo, el sagaz Máximo Gómez, el denodado Calixto García, el propio e insuperable Martí, y cien y cien más caudillos y capitanes de imperecedera recordación...»

      Han gobernado la República cubana el patriota y dulce pedagogo D. Tomás Estrada Palma, a quien derrocó una revolución, una de las desgraciadamente epidémicas de nuestros pueblos juveniles e inquietos. Y después de una segunda intervención Norte-Americana, el pueblo cubano fué llamado a elecciones, y por voto de la mayoría asumió el mando nacional el bravo general de la independencia José Miguel Gómez.

      En cuanto a producción, exportación, importación, etc., etc., de Cuba, véase lo que dice el gran diario bonaerense La Nación:

      «Los progresos de Cuba.—La jira que el secretario de estado de la Unión, Mr. Knox, está realizando por los países que baña el mar Caribe, ha tenido como primer resultado provocar la atención general hacia esos países, de los cuales en realidad se sabe poco, particularmente en esta parte de la América del Sur. Entre ellos, la república cubana es uno de los más interesantes.

      Con trece años apenas de existencia, Cuba ha hecho progresos sorprendentes en todo orden de cosas, y una de las equivocaciones más generalizadas consiste en creer que tales progresos son debidos únicamente a los norte-americanos, no habiendo cabido a los cubanos ninguna o apenas muy pequeña participación en ellos. En verdad que en el período de la intervención norte-americana en la isla se llevaron a cabo o se iniciaron importantes obras de saneamiento, se desarrolló la instrucción pública, se construyeron ferrocarriles y caminos, etc.; pero no es menos cierto que posteriormente, terminada la intervención, los gobernantes cubanos, por sí mismos, no sólo han continuado la obra de los norte-americanos, sino también han realizado mucha obra nueva, de todo linaje, hasta alcanzar el satisfactorio estado actual de cosas, labor que resulta más meritoria si se recuerda la situación en que, por razón de múltiples y variadas causas, se encontraba la isla al concluir la dominación española. Los interesantes datos que publicamos a continuación, comprueban los progresos realizados por la República de Cuba en los pocos años que lleva de existencia.

      El censo de 1907 fijó la población de la isla en 2.048.980 habitantes: en nueve años (desde 1899) ha aumentado en más de medio millón. La administración sanitaria, regida por un ministerio especial, o secretario del despacho, como se dice en Cuba (primer país en el mundo que estableció ese departamento), ha extinguido absolutamente la fiebre amarilla, el paludismo, la viruela, el sarampión y las numerosas enfermedades clasificadas por la patología intertropical; la mortalidad ha bajado a un 13 por mil, una de las más cortas proporciones que se registran en el mundo; la natalidad ha subido a 34 por mil, y el aumento de la población, no contando las inmigraciones, es de cerca de cincuenta mil personas por año.

      Se ha realizado lo que hace algún tiempo se hubiera creído un milagro: hacer de Cuba uno de los países más saludables de la tierra.

      No menos digna de señalarse como ejemplo notabilísimo es la reforma de la instrucción primaria: 3.774 escuelas, con maestros competentes y bien retribuídos, con abundante y adecuado material pedagógico, con métodos modernos de educación instructiva y objetiva, con 210.092 alumnos y con el 78 por 100 de asistencia, proclaman altamente el progreso logrado.

      Se han aumentado considerablemente las vías de comunicación: 3.433 kilómetros de ferrocarriles y 2.304 de carreteras distribuyen por todos los lugares habitados de la isla los artículos de importación, y conducen a los puertos, para ser exportados, los preciosos frutos del suelo cubano.

      Los servicios de correos y telégrafos, organizados y regidos con tanta perfección como donde los haya mejores, cuentan con 487 oficinas, 9.952 kilómetros de línea, nueve estaciones de telegrafía inalámbrica y 368 líneas de servicio particular, aparte de las destinadas al servicio de la guardia rural. La Administración postal y telegráfica dió curso el año pasado a 68 millones de cartas y 645.000 telegramas.

      Atiende a la defensa nacional y la conservación de orden público un ejército de 5.000 hombres (de infantería y caballería) bien equipado, instruído, disciplinado y pagado, y un cuerpo de guardia rural de 5.246 plazas, en las mismas excelentes condiciones, y que además de las funciones ordinarias de policía de seguridad en los campos, tiene las propias del arma de caballería en tiempo de guerra.

      Esparcidos por toda la isla hay 175 grandes ingenios (fábricas de azúcar), que el año pasado produjeron un millón ochocientas treinta y seis mil doscientas siete toneladas de dicho artículo, y cuya producción en el presente año se espera que llegue a dos millones de toneladas, es decir, casi una tonelada por cada habitante del país. La cosecha de tabaco, la segunda producción de la isla en orden a su cuantía y valor, alcanzó en el mismo período a 823.082 quintales, con una exportación de 26.331.835 pesos.

      Siguen inmediatamente en importancia la exportación de minerales, frutas, maderas, cera y miel.

      Cuando se leen las cantidades que valúan el comercio de Cuba, cuyo total volumen con relación a la población, ocupa el segundo lugar en el mundo (sólo le supera el de Inglaterra), hay que asombrarse del gran esfuerzo industrial y mercantil que significan, y de la riqueza que distribuyen 237.774.700 pesos oro, de los cuales 129.178.865 representan la exportación y la importación 108.095.855, con una diferencia en favor de Cuba, de 21.083.010.

      Cabe agregar, para concluir esta breve información, que a esos progresos materiales corresponde un progreso político muy apreciable, que permite el funcionamiento regular del mecanismo constitucional y administrativo, alejándose así la enojosa expectativa de una nueva intervención norte-americana, que hace poco pareció probable a causa de la excitación pública motivada por la actitud de la Asociación de veteranos de la guerra de la independencia, excitación que felizmente parece ya concluída, circunstancia que hace esperar que la próxima elección presidencial y la consiguiente transmisión del mando, han de efectuarse en condiciones que contribuyan al afianzamiento del progreso y del prestigio de la joven república cubana.»

      Son, como se ve, sorprendentes los progresos materiales y morales de la Perla de las Antillas, una de las Repúblicas latino-americanas de más porvenir. Su comercio exterior aumenta de año en año, en progresión extraordinaria; sus producciones naturales y famosas, como el azúcar, el tabaco y el café, invaden el mercado mundial y son activamente solicitadas por los países consumidores. Las riquezas de la isla adquieren positivo valor, y las ciudades se embellecen y se higienizan con rapidez extraordinaria.

      A este resurgimiento material corresponde un verdadero florecimiento intelectual.

      El pensamiento cubano ha